Sólo hasta el 11 de enero puedes ver en el Museo Porsche (Stuttgart - Alemania) el apartado especial conocido como ‘Project: Top Secret’, una colección exclusiva de prototipos que se mantuvieron en secreto durante sus pruebas y que nunca vieron la luz de cara al público.
Uno de ellos es el Porsche FLA de 1973, un concepto de coche ‘limpio’ y de ‘largo plazo’ con el que se pretendía demostrar que la vida de un automóvil podía llegar hasta los 20 años o los 300.000 kilómetros. Este prototipo monta un motor de gasolina de 2,5 litros y 75 CV de potencia y pesa aproximadamente 1000 kg. Mediante el ahorro del 50 por ciento de la energía y reduciendo el desgaste por fricción de sus piezas se podría conseguir este objetivo. El problema era que el precio del coche se encarecía en un 35 por ciento y no era rentable. Lo que sí se pudo hacer fue trabajar en desarrollos para futuros modelos como la ‘Serie J’ del 911, que además añadió chapas galvanizadas en los laterales que limitan la corrosión. Otro de los presentes en Stuttgart es el Tipo 995, una idea de coche en el que no se buscaba ahorro de potencia y larga duración sino unos consumos más bajos. Allá por 1979 consiguieron un impensable gasto por aquel entonces (para ser un Porsche) de 9 l/100 km. Esto era posible gracias al motor V8 con desconexión automática de cilindros (o uno de cuatro cilindros de 2,2 litros), una caja de cambios de doble embrague muy parecida a lo que existe en la actualidad y una carrocería ligera y más aerodinámica construida en aluminio.
Otro secreto guardado por la marca es el Porsche 924, un automóvil con aspiraciones a ser el más rápido de todos los tiempos en el año 1976. El anuncio de Mercedes de que estaba desarrollando una evolución del C111 (récord en ese momento con una velocidad máxima de 403,9 km/h) hizo a Porsche cesar en su intento. Sí que tuvo éxito su 944 Turbo de 220 CV de potencia y con el que se completó la vuelta al mundo en coche más rápida de la historia (31 días), con 41.140 kilómetros recorridos al volante de una mecánica que, por primera vez, usaba catalizador y gasolina sin plomo. Shell tuvo que encargarse de nutrir el depósito de ‘El Águila del Tirol’ –apodo que recibió este prototipo-, ya que en 1986 se seguía alimentando a los motores con gasolina con plomo (en España no se prohibió hasta el año 2001).
Tres piezas que levantan gran expectación son el Porsche 959, un modelo del ‘Grupo B’ con el que se trabajó en aerodinámica obteniendo un coeficiente de 0,31. Aún se pueden leer las inscripciones que los ingenieros hicieron sobre la carrocería del coche en 1983 y en las que reflejan los datos aerodinámicas que iban obteniendo en sus pruebas. El otro es el 989, un proyecto del que la firma sólo conserva dos unidades y que supuso la visión de cómo podría ser el primer Porsche de cuatro plazas. El tercero de ellos es el prototipo Porsche Panamera S, que marcó los inicios del primer Gran Turismo de cuatro puertas que saldría de la fábrica con sede en Stuttgart. Aún conserva el camuflaje con el que se ocultan algunas partes de la carrocería y, como anécdota, en el museo nos contaban que tuvieron que pedir a los periodistas que se subieran en las plazas traseras, algo a lo que no estaban acostumbrados cuando iban a probar unidades de esta marca.
Inspirado en un proyecto desarrollado para la filial española Seat, surgió el 984, un deportivo cabrio de dos plazas de un nivel por debajo del Boxster. La caída del dólar en 1987 hizo que no se quisieran correr riesgos, a pesar de que la competencia en el segmento era escasa. Otro descapotable que tampoco se produjo en serie fue el 928 Cabriolet, una versión descubierta del 928 convencional, el que pensaban que sería el sustituto del mítico 911. A día de hoy ningún modelo de Porsche ha podido acabar con el liderazgo del modelo con más reconocimiento de la marca.
En los años 80’ también se trabajó con el Tipo 965 L7 del 911, en el que se buscaba reducir el ruido y el consumo del coche. Se hicieron pruebas con un motor de gasolina V8 refrigerado por agua de origen Audi pero el proyecto se paró y 16 de las 17 unidades de prueba fueron destruidas. Sorprenden también los prototipos de los años 90’, como el Porsche 986 A4 o, mejor dicho, el primer Boxster del mundo. Vestido con una carrocería similar a la del 911 Carrera 2 Targa (964), este nuevo Porsche pasó inadvertido en sus pruebas en calle y circuito. El 911 Carrera Cabriolet (996) también supo lo que era montar un propulsor refrigerado por agua (bóxer) aunque, tras realizar varias pruebas en circuito en 1977, volvió al almacén del Museo Porsche.
Y para los que miran al futuro, Porsche guarda en este apartado secreto el 918 Spyder con chasis rodante con el que se realizaron todas las pruebas de desarrollo y otra unidad pre-serie con la que se consiguió la vuelta más rápida en Nürburgring de un híbrido enchufable.
El paraíso para los amantes de Porsche y una nueva razón para pasarse por Stuttgart.