Movilizando las masas

Pocas veces se tiene en cuenta la cantidad de recursos necesarios para coordinar una prueba automovilística. En el caso de los rallyes el laborioso proceso previo y la perfecta conexión entre los distintos elementos son los medios empleados para conseguir un objetivo principal: garantizar la seguridad de espectadores y pilotos.

Cuidar la integridad de pilotos y aficionados es primordial en cualquier rally, de ahí que se dediquen tantos medios y recursos a este apartado. Público, participantes y periodistas son implicados por la organización para que se cumplan las normas establecidas al efecto.

El día anterior al comienzo de la prueba, los coches deben pasar unas verificaciones técnicas en las que los comisarios comprobarán si se han respetado todas las normas referentes a la preparación del vehículo y si todos los elementos de seguridad (barras antivuelco, arneses, cascos, extintores...) están en buen estado.

Durante las jornadas en las que se desarrolla el rally el trabajo es mayor, ya que los coches de la organización empiezan a recorrer los trazados de madrugada para comprobar que están correctamente cerrados al tráfico, apostando un coche de la Guardia Civil en los puntos de salida y llegada y en los posibles accesos intermedios y poniendo cintas en los caminos menos frecuentados, con el fin de que existan signos visuales que indiquen el cierre de la carretera. Las mismas cintas también se utilizan para señalar las zonas en las que los espectadores no pueden colocarse, como la parte interior y exterior de las curvas y las zonas estrechas.

Antes de que comience cada pasada por un determinado tramo, las ambulancias y coches de bomberos ya están situados en su lugar correspondiente, que siempre estará despejado de público para facilitar su salida. Los helicópteros de la Federación y organización efectúan varias verificaciones para comprobar que el público está correctamente colocado y un coche de seguridad hace el recorrido en toda su extensión dictando instrucciones a los aficionados en situación de peligro potencial (lo ideal es que estén en zonas elevadas) y verificando el estado del firme; si existe algún riesgo, como gravilla, condiciones meteorológicas adversas o un exceso de público, el director de carrera no dudará en suspender el tramo.

Precisamente este último motivo fue el que obligó a anular la última especial cronometrada de la segunda etapa del Rally de Cataluña (La Riba), preservando la seguridad de espectadores y pilotos.

Esta prueba, la cuarta del campeonato mundial, está considerada como ejemplo de buena organización. Para ello sólo hay que tener en cuenta un dato: con el presupuesto más bajo de todas las citas mundialistas (150 millones de pesetas) se consiguen los mismos resultados que en Australia, rally que también tiene una excelente reputación y un coste tres veces mayor.Si en una prueba automovilística nada se deja al azar, aún menos lo que se refiere a seguridad, como demuestran las cifras de efectivos movilizados en el Rally de Cataluña:
1.682 controles de agentes de tráfico
172 emisoras de radio
130 emisoras de seguridad (comunicación interna entre comisarios deportivos)
84 Mossos dEsquadra de cierre de tramos
72 ambulancias
42 grúas
58 coches de seguridad
58 médicos
3 helicópteros