Schumacher triunfa en Brasil y se distancia en la clasificación general

En medio de un calor y una humedad asfixiantes, un excepcional Schumacher dio un paso de gigante para consolidar su liderato en el mundial de Fórmula 1. El alemán mandó en la carrera desde la segunda vuelta.

La demostración de Schumacher fue apabullante. Salió tercero en la parrilla, detrás de los dos McLaren de Hakkinen y Coulthard, pero en seguida se lanzó a por la cabeza. La consiguió en la segunda vuelta, tras dejar atrás al finlandés. Inmediatamente quedó claro que el Gran Premio se dilucidaría entre los Ferrari y los McLaren. Por detrás, un veloz Fisichella se metía en los primeros lugares llevando su Benetton a un ritmo endiablado.
A medida que avanzaba, la carrera se iba haciendo más dura. En la duodécima vuelta el Prost de Alesi rompía su caja de cambios cuando marchaba en un gran noveno puesto. Diez vueltas después, Irvine estrellaba su Jaguar y la bandera amarilla ralentizaba unos minutos la carrera. Para entonces, un gran Barrichello se había aprovechado de un fallo de Hakkinen y le había adelantado, colocándose segundo ante el delirio de las gradas, que aventuraban un final de color brasileño. Para su desgracia, en la vuelta 27 un fallo hidráulico le dejaba fuera de carrera. La desolación cundió en los graderíos, sobre todo teniendo en cuenta que el otro brasileño con posibilidades, Zonta, rodaba último con dos vueltas perdidas, demasiado lejos de todos los demás.
El éxito de Schumacher se apoyó sobre todo en dos pilares. Uno, la retirada de Hakkinen, que le franqueó el paso. Otro, la sabia elección de las paradas en boxes. La primera, con sólo 20 vueltas completadas y un tiempo de parada de 10 segundos. La segunda, con cincuenta vueltas, a 21 del final. En esta segunda detención, el alemán sólo necesitó 7,7 segundos para volver a la pista. A esta altura llevaba una ventaja importante sobre Coulthard, con lo que no tuvo problemas para reincorporarse en cabeza y parecía que podría pasearse hasta la bandera de cuadros. Pero aún quedaba tiempo para la emoción. Entre la vuelta 60 y la 63, el monoplaza de Schumacher perdió ritmo y se dejó varios segundos frente a Coulthard. Después se recuperó, y aunque el escocés de McLaren exprimió su coche a fondo, ya no pudo recortar más la diferencia. Michael Schumacher acumuló su 37ª victoria en la Fórmula 1 y sumó 10 puntos vitales para asentarse en el liderato. Ferrari demostró ser capaz de trazar la mejor estrategia de carrera. Schumacher fue el único piloto, junto a Trulli, que hizo dos paradas en boxes, con lo que se deduce que corrió con la gasolina siempre justa para aliviar peso. También supo elegir muy bien los momentos de atacar y adelantar a sus rivales.
Por detrás de Schumacher, Coulthard y Fisichella, se clasificaron los Jordan de Trulli y Frentzen, que ya están a la altura que se esperaba de ellos. Después, de nuevo los Williams de Ralf Schumacher y Button volvieron a explicar por qué son un gran equipo, aunque se dejaron una vuelta de diferencia con los de delante. Después se clasificaron los Arrows, que hicieron una buena carrera. Verstappen fue octavo y De la Rosa, noveno. Tras él, un incierto Zonta (BAR) y un renqueante Mazzacane (Minardi) cerraron la clasificación.
De la Rosa empezó dubitativo, pero luego, entre ataques y abandonos, avanzó mucho en el pelotón y llegó a disputarle a Ralf Schumacher la sexta plaza. Al final, una salida de pista le relegó a la novena posición. El español evidenció su buena forma, y la del Arrows, que acabó la carrera sin problemas. Peor lo tuvo Marc Gené, que se retiró con una avería cuando marchaba penúltimo.

La parrilla de salida se había dilucidado en medio de un caos completamente desproporcionado. Llovía a mares sobre la pista mientras los coches luchaban por un puesto en la salida. McLaren, con un compuesto de dureza intermedia en sus gomas, demostró que tiene la mejor punta de velocidad del campeonato. Hakkinen y Coulthard volvieron a quedarse con la "pole position" y la segunda plaza. Detrás, como en Melbourne hace dos semanas, los monoplazas rojos de Schumacher y Barrichello, ambos con neumáticos blandos, como la mayoría de los demás pilotos. El tercero fue el Benetton B200 del italiano Giancarlo Fisichella y el cuarto, el Jaguar del británico Eddie Irvine. El desorden en las vueltas de clasificación fue tal que varios carteles cayeron sobre la pista arrancados por el vendaval que azotó el sábado Sâo Paulo. Uno de ellos golpeó el monoplaza Prost de Jean Alesi, que no sufrió daños. Lo que no se sabe es si el viento tuvo que ver en la retirada de la carrera de los Sauber. La misteriosa rotura de sus alerones traseros, que provocó un accidente de Mika Salo en los entrenamientos libres, y el abandono de Pedro Diniz en los oficiales, ha movido a los ingenieros de la escudería a dejar sus coches en el "box". Ahora tendrán que estudiar esta avería para descubrir qué la produjo.
De la Rosa, que había sido quinto en los entrenos del viernes, sólo pudo clasificarse decimosexto para tomar la salida. Gené partió desde la decimoctava posición, y eso que en los últimos ensayos libres había hecho un soprendente octavo puesto, demostrando que es un gran piloto sobre asfalto mojado. Lástima que su coche no esté a la altura de sus manos. El Minardi es sólido, pero su motor no da para más. Si se confirman los últimos comentarios del "padock", el año que viene el catalán puede tener un motor Ferrari, entonces será otro cantar.
En los entrenamientos del viernes, los coches plateados y los rojos coparon los cuatro primeros puestos. En esa jornada sorprendió un rapidísimo De la Rosa, que fue quinto por detrás de los Ferrari y los McLaren. El español, que corrió con ruedas usadas, se acopló perfectamente al trazado de Interlagos. El motor Supertec dio todo lo que podía dar y el quinto puesto en esos entrenamientos supo a gloria.
Interlagos deja clara la distancia que existe entre los McLaren, Los Ferrari y todos los demás. Al margen de esas cuatro máquinas, el resto del pelotón rueda en un pañuelo. Las diferencias son de milésimas y cualquiera puede colarse en los selectivos puntos. Con estos mimbres, y tras dos carreras, parece que nos espera un Campeonato precioso con dos batallas claras. Una de altos vueltos entre los cuatro coches punteros, y otra a cuchillo entre los dientes entre una quincena de pilotos dispuestos a demostrar que son tan buenos como los de cabeza. Si la igualdad entre la mayoría de los coches se confirma, la tarea de los hombres al volante será decisiva, con lo que el espectáculo estará servido.