El emperador prepara el desfile

Como los emperadores romanos que volvían victoriosos de sus campañas en tierras bárbaras, Michael Schumacher llega a Monza para que Italia, la patria de Ferrari, rinda pleitesía al más poderoso equipo de Fórmula 1 que recuerda el automovilismo. La demostración de fuerza que ha desplegado este año Schumacher ha dejado el mapa de la competición reducido a una hilera de sumisas provincias. No tiene rivales.

El emperador prepara el desfile
El emperador prepara el desfile

Monza</font color="#0000CC"> , cerca de Milán, es uno de esos circuitos en los que da gusto ver correr a los Fórmula 1. Las tribunas están abarrotadas durante tres días por los tifosi, el público más bullicioso, entregado y febril del Mundial, con lo que el ambiente es tremendo. La pista es posiblemente la más rápida de la competición, con lo que la velocidad punta, la esencia de este deporte, está garantizada. Además, hará buen tiempo y la fiesta de Ferrari inundará todo el recinto. No hacen falta más argumentos para disfrutar de un fin de semana de carreras y diversión a la italiana.

Desde luego, esta carrera carece de grandes emociones. El apabullante dominio de Ferrari ha convertido la Fórmula 1 en una lucha por segundas y terceras plazas, puesto que la primera de Schumacher parece vitalicia.

El carro del emperador
Los emperadores volvían a Roma con sus enemigos derrotados y encadenados a su carro de combate. Ahora Schumacher llega a Monza con una procesión de contendientes humillados y condenados a seguir de lejos la estela roja de su Ferrari.

Ante el fervor de su público, el equipo de Maranello quiere festejar su grandeza. La victoria de Schumacher es casi obligada para que no falte la guinda en un espectáculo organizado a mayor gloria del automovilismo italiano. Ferrari tiene argumentos para tanto oropel. Ha demostrado de largo que tiene el mejor piloto, el mejor coche y, este año, la mejor infraestructura. No se han permitido ni un fallo en boxes y sus tácticas de carrera han resultado inapelables. Por si fuera poco, estrenarán un nuevo motor que, según los rumores, pasa de los 870 CV. Realmente se merecen el recibimiento que les espera, pese a que alguno querrá recordar el bochornoso espectáculo de Austria, cuando Barrichello fue obligado a ceder la victoria a Schumacher...

Así, en una pista tan rápida, donde se llega fácilmente a velocidades por encima de los 350 km/h, el Ferrari F2002 parece imbatible. Los BMW tienen un propulsor capaz de acercarse y sus neumáticos se verán beneficiados por el calor, pero les falta capacidad para superar en las curvas a los coches rojos. Con estos condicionantes, las apuestas se van con Schumacher y casi todo el mundo da por seguro que Barrichello logrará nuevos puntos para consolidar su subcampeonato, último premio importante en juego.

Pero que nadie se piense que esto hará de la carrera un sopor. Al contrario, Monza es una pista que no admite distracciones y el imperio de Ferrari no puede dormirse en los laureles.

Aerodinámica única
Con sus 5,793 kilómetros, Monza, entre bosques, es una pista única en el campeonato mundial y aloja al Gran Premio de Italia desde 1950, con un breve lapso en 1980. Largas rectas y variantes peligrosísimas se combinan en un conjunto que exige trabajo extra a los ingenieros. La carga aerodinámica es tan baja que los equipos diseñan una aerodinámica exclusiva para este circuito. Con ella, los coches vuelan bajo a velocidades que, en zonas como la recta de meta, pueden pasar de los 350 km/h, la velocidad de despegue de los aviones comerciales.

Tanta velocidad y tan poca sujeción aerodinámica hacen de los monoplazas vehículos muy inestables. Los accidentes, como el múltiple de hace un año, son muy frecuentes y el riesgo de salirse del asfalto ronda siempre a los pilotos.

En Monza, los motores tienen que ir al límite casi durante un 70 por ciento del tiempo de carrera. El esfuerzo es tan grande que los fabricantes de motores toman siempre este circuito como referencia para construir sus máquinas: si aguantan esta carrera, aguantarán cualquiera. Lo mismo sirve para los frenos, que sufren en este trazado mucho más que en cualquier otro. En Monza, frenar con energía y seguridad es tan importante como disponer de potencia para acelerar.
Una frenada a tanta velocidad y con tan poco apoyo aerodinámico provoca tremendos problemas de estabilidad que los pilotos tienen que solucionar en milésimas de segundo.

Además, se espera calor, con lo que los coches con neumáticos Michelin, como McLaren y Williams, parecen tener cierta superioridad. Sin embargo, los Bridgestone de Ferrari no fallan casi nunca y ya nadie confía en esta pequeña ventaja.

La oposición desangelada
Ante semejantes dificultades y ante la terrible autoridad de Ferrari, la oposición al imperio está dispersa y mermada.

Todos han estado entrenando en Monza estos días (concesión especial para aumentar la seguridad en carrera), con lo que nadie puede echar la culpa al empedrado. Sin embargo, todos saben a quién se enfrentan y dónde van a hacerlo. Las caras de optimismo no abundan, pese a que las dificultades de la pista dan opciones a varios pilotos, especialmente a los de Williams.

En Williams andan a vueltas con su aerodinámica para lograr que sus coches estén al mismo nivel que los de Ferrari, porque motor les sobra para acercarse a ellos.
Juan Pablo Montoya, el audaz y volcánico piloto colombiano, firmó una bella victoria en esta pista hace un año. Ese precedente le convierte en favorito para disputarles los puestos de cabeza a los Ferrari. Su compañero Ralf Schumacher ha completado un año mucho más irregular, pero también es una baza de peso y tiene opciones claras para ser segundo en el Mundial, por detrás de su hermano mayor.

En McLaren también afilan los cuchillos, sobre todo después del gran trabajo de Kimi Raikkonen en la carrera de Spa de hace dos semanas. El joven finlandés demostró su madurez y su capacidad para sustituir definitivamente a Hakkinen. Sin embargo, la diferencia de potencia entre los McLaren y los otros dos equipos punteros juega en su contra.

De momento, los primeros entrenamientos libres celebrados en la mañana de hoy viernes ya ha quedado claro que la lucha está entre los coches rojos y los blanquiazules: primero Michael Schumacher, segundo Montoya, tercero Ralf y cuarto ¡De la Rosa!

La oportunidad de Jaguar

Y es que Monza es quizá el único circuito de este Mundial en el que los inestables y problemáticos Jaguar tienen opciones. Con una carga aerodinámica bajísima, el Jaguar R3 es un coche rápido para su potencia. Eso, en otros circuitos no es tan bueno, porque falta poder para salir de las curvas y mantenerse en las luchas por las posiciones.
Sin embargo, en Monza, con pocos virajes lentos, el Jaguar puede exprimir su motor y su capacidad para correr mucho. Su buen rendimiento en Spa, con Irvine sexto, también les permite ser optimistas. De la Rosa llegó a ser el mejor en una de las sesiones de los entrenamientos privados de la semana pasada, con lo que las vibraciones que le rodean son excelentes. Hoy, satisfecho con el cuarto puesto de los entrenamientos, asegura que puede hacer un buen resultado. "Al tener menos carga aerodinámica, a nuestro coche se le ven menos las carencias", explica el catalán. "Tenemos un motor potente y eso en esta pista es esencial", recalca. El español fue quinto el año pasado, su mejor posición del año, con lo que espera repetir éxito esta temporada. Más le vale hacerlo bien, porque en Jaguar van a cambiar mucho las cosas y la contratación de Mark Webber como piloto gravita peligrosamente sobre las cabezas de Pedro de la Rosa y Eddie Irvine. Si el australiano llega, uno se irá.

Los que no tendrán ocasión de hacer nada en Monza serán los de Arrows, otra vez fuera de carrera por sus interminables problemas económicos. Más saneados, en Minardi han decidido darle otra oportunidad al malayo Alex Yoong, que sustituye a Davidson. Si lo hace bien, volverá a ser piloto oficial.