Schumacher no permite bromas en Silverstone

Schumacher vuelve a engordar sus números de gloria. Hoy, en el legendario circuito inglés de Silverstone, el mejor piloto del mundo ha vuelto a dar una lección a sus rivales y, sin piedad, se ha hecho con su séptima victoria del año, la número sesenta de su carrera profesional. La quinta corona mundial está más cerca.

Schumacher no permite bromas en Silverstone
Schumacher no permite bromas en Silverstone

La "pole", una vez más, había sido para el Williams de Juan Pablo Montoya, que partía acompañado en la primera línea por Rubens Barrichello. Tercero en la formación inicial, Scumacher lanzaba su aliento sobre el cogote de los dos únicos hombres capaces de hacerle sombra.

Sin embargo, incluso antes de que la carrera arrancase realmente, la suerte empezó a sonreír al piloto alemán. En la vuelta de calentamiento, un problema mecánico relegaba a su compañero Barrichello hasta la última línea de la parrilla. Así, Montoya tuvo más difícil sujetar el ataque de Schumacher en los primeros compases. Sin embargo, el bravo colombiano lo consiguió y, juntos, se fueron distanciando en un vértigo de velocidad que nadie podía seguir. Nadie, excepto Kimi Raikkonen, que logró, en esa primera parte de la prueba, acercarse al duelo de cabeza.

Schumacher no perdona
La lluvia fue la culpable del alboroto que puso patas arriba la carrera. En la vuelta duodécima, empezó a llover con cierta fuerza sobre Silverstone. Rápidamente, todos los de cabeza se fueron hacia boxes y, ahí, maestro de maestros, Schumacher jugó mejor que nadie. Dio una vuelta magistral y, al salir de ella, ya era líder. Mientras tanto, Raikkonen se había hundido hasta la sexta plaza, Coulthard, que casi se estrella, marchaba décimo, y Barrichello, imparable, se había colocado ¡tercero!.
Sí, tercero. Sólo un hombre parecía no enterarse de lo que pasaba con la meteorología. Era Rubens Barrichello, que, arrancando desde atrás del todo, protagonizó una remontada de esas que le gustan a él, plena de talento, coraje y emoción. Cuando los demás quisieron darse cuenta, el brasileño había vuelto al grupo de cabeza.

Con él ahí, Montoya tuvo que olvidarse de buscar a Schumacher y se concentró en frenar las embestidas del brasileño. No pudo con él y, rápidamente, fue rebasado en una maniobra arriesgadísima en la que Montoya cerró el hueco y se tocó con el Ferrari.

Semejante superioridad de los coches italianos dejó claro una cosa: sobre mojado, los neumáticos Bridgestone vapulean a los Michelin esta temporada. Mientras los dos Ferrari organizaban otro paseo triunfal, Coulthard y Raikkonen, ambos con Michelin, maldecían en boxes mientras sus mecánicos trataban de ajustar las suspensiones a la lluvia. Montoya, también con ruedas francesas, sufría lo indecible para mantener el paso y Ralf Schumacher, su compañero de equipo, llevaba ya tiempo entrando y saliendo de los talleres desesperado con el poco agarre de su monoplaza.

Con Michael Schumacher lejos de todo alcance, la carrera se limitó a la tímida batalla entre Barrichello y Montoya, que volvieron a encontrarse en una ajustada entrada a boxes en la que el colombiano recuperó la segunda plaza. Fue algo temporal, porque, rápidamente Barrichello exhibió las cualidades de su montura y recuperó el puesto.

Victoria número 60


Ajeno a todas estas trifulcas, Schumacher se entretenía viendo los problemas de motor de los McLaren, los apuros de los coches de Michelin y las sucesivas salidas de pista.

Al final, 1-2 para Ferrari, la octava victoria del año, la séptima para Schumacher y, sobre todo, la 60 de su carrera deportiva: ha corrido 172 grandes premios.

Tras los dos coches rojos entró Montoya y, a una vuelta, los dos BAR de Villeneuve y Panis que supieron nadar en aguas de nadie para sumar magníficos puntos para su equipo. El sexto fue Nick Heidfeld, otro que siempre se lleva algo.


Saliendo desde la última línea de la parrilla, los Jaguar de Irvine y De la Rosa no parecían tener muchas opciones. Y, al menos, así fue para el irlandés, que se retiró a casi 40 vueltas de la meta. Sin embargo, De la Rosa, que adora pilotar sobre agua, supo mantener su coche en carrera y se aprovechó muy bien de los abandonos.

Poco a poco, fue cubriendo metros y, al final, acabó en un meritorio, e inesperado, undécimo puesto a dos vueltas del ganador.

Por su parte, los Arrows, que pudieron correr gracias a que su patrón, Tom Walkinson, avaló a última hora su deuda con Ford por los motores, no pudieron acabar la carrera, lo mismo que Webber, el único Minardi que alcanzó el tiempo necesario para clasificarse.