En busca de alternativas al petróleo

El Gobierno norteamericano trabaja ya en la diversificación de sus fuentes de hidrocarburos y en la búsqueda de alternativas al petróleo, con el objetivo de reducir riesgos ante un posible fallo en las importaciones. El hidrógeno se presenta ahora como “el combustible del siglo XXI".

La primera ''hidrogenera'', abierta al público en Washington
La primera ''hidrogenera'', abierta al público en Washington

El secretario de Energía de Estados Unidos, Spencer Abraham, afirmó ayer, durante una rueda de prensa celebrada en Brasil, que su país “trabaja a fondo para encontrar alternativas al petróleo" ante la amenaza de Venezuela de cortar el suministro de crudo a Norteamérica. El Gobierno de Bush toma esta iniciativa para garantizar la demanda de crudo durante la próxima década, ya que “el abastecimiento del país no se verá afectado por ningún supuesto inconveniente".Abraham recordó que Estados Unidos, al igual que otros grandes países consumidores, “tiene grandes reservas estratégicas de petróleo para ser usadas en el caso de cortes puntuales en el suministro convencional". No obstante, el secretario norteamericano confía en que la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) aumente en los próximos días su producción, “algo que aseguraría las importaciones de nuestra nación".Actualmente, Washington trabaja también para diversificar sus compras a Rusia, África Occidental y la zona del Mar Caspio, como previsión ante un posible aumento de precios asociado al incremento de la demanda. “Debemos ser realistas respecto al consumo creciente de petróleo, productos refinados y derivados, especialmente en el sureste de Asia", señala Abraham.Precisamente por esta razón, Estados Unidos busca ya nuevos combustibles alternativos al petróleo, según afirma el secretario norteamericano. En su opinión, “en los próximos 20 años aumentará sustancialmente el uso del hidrógeno hasta convertirse en el combustible del siglo XXI, sobre todo en el sector automovilístico".Un 40 por ciento del presupuesto del departamento de Energía de Estados Unidos (de unos 22.000 millones de euros anuales) está destinado a la búsqueda de nuevas fuentes de hidrocarburos, como en su caso es el hidrógeno.