Subaru Legacy 2.0

El motor 2.0 que la compañía nipona prometió para el Legacy tras su lanzamiento ya ha llegado a nuestro país. Los responsables de la firma aseguran que esta mecánica, con 140 CV, será el auténtico “caballo de batalla" no sólo de este modelo, sino de toda la marca. Un comportamiento progresivo y una conducción cómoda son sus mejores armas para convertirse en el Subaru más vendido en nuestro país.

Subaru Legacy 2.0
Subaru Legacy 2.0

De nuevo, Subaru ha evitado incluir entre las opciones del Legacy 2.0 (limitadas a la pintura metalizada, los faros antiniebla y el ordenador multifunción) el ESP, un dispositivo que sólo está presente en el Outback. La razón que esgrimen los responsables de la marca para justificar esta decisión es el buen hacer de su sistema de tracción total “Symmetrical AWD" (Tracción Simétrica a Todas las Ruedas, en su nomenclatura en inglés).Para comprobarlo, nada mejor que dejar el asfalto y circular sobre un circuito preparado por Subaru en la nieve. El sistema pasa la prueba con nota: aunque el tren trasero se deslice en las curvas, el delantero no pierde motricidad y es fácil corregir la trayectoria con un suave toque de volante. Tras esta experiencia, casi no es necesario indicar que, cuando el asfalto no está nevado, el comportamiento del Legacy es más que notable. Pese a haber aumentado de tamaño, el modelo afronta las curvas haciendo gala de un gran aplomo. Además del sistema AWD, los “culpables" de esta conducta son un centro de gravedad bajo, una amortiguación más firme y unos recorridos de la suspensión más cortos, señala Subaru. En este tipo de trazados es donde más echaremos de menos un motor con mayor par a bajo régimen. Es el ingrediente que falta en un conjunto equilibrado: la dirección es precisa (el volante, con un centímetro de diámetro menos, se maneja mejor), el cambio de cinco marchas tiene un tacto agradable y los frenos (que han aumentado su diámetro en más de 2,5 centímetros y son de disco en las cuatro ruedas) se combinan para otorgarnos una agilidad y comportamiento propios de modelos más compactos. También en el habitáculo se han introducido detalles deportivos, como unos asientos con laterales sobredimensionados –que sujetan el cuerpo perfectamente- o unas inserciones en aluminio en la consola central. Los acabados son correctos, aunque existen plásticos de calidad mejorable, como el que regula el apoyo lumbar en el respaldo del conductor.La seguridad también se ha cuidado y, además de los airbags de conductor, pasajero y laterales, se ha incluido un nuevo tipo de sensor en el ABS que, según la marca, mejora el control de la frenada. Las líneas exteriores del modelo acentúan la sensación de deportividad que Subaru ha querido imprimir a esta berlina, en la que unas llantas de 16 pulgadas -“calzadas" con unos neumáticos 205/55- y unas salidas dobles de escape, situadas a derecha e izquierda del paragolpes trasero, captan la atención de todo el que lo observa. Podemos conducir un Legacy 2.0 por menos de cuatro millones: el precio de la versión sedán es de 23.400 euros, mientras que el Station Wagon cuesta 25.200 euros. De nuevo, Subaru ha evitado incluir entre las opciones del Legacy 2.0 (limitadas a la pintura metalizada, los faros antiniebla y el ordenador multifunción) el ESP, un dispositivo que sólo está presente en el Outback. La razón que esgrimen los responsables de la marca para justificar esta decisión es el buen hacer de su sistema de tracción total “Symmetrical AWD" (Tracción Simétrica a Todas las Ruedas, en su nomenclatura en inglés).Para comprobarlo, nada mejor que dejar el asfalto y circular sobre un circuito preparado por Subaru en la nieve. El sistema pasa la prueba con nota: aunque el tren trasero se deslice en las curvas, el delantero no pierde motricidad y es fácil corregir la trayectoria con un suave toque de volante. Tras esta experiencia, casi no es necesario indicar que, cuando el asfalto no está nevado, el comportamiento del Legacy es más que notable. Pese a haber aumentado de tamaño, el modelo afronta las curvas haciendo gala de un gran aplomo. Además del sistema AWD, los “culpables" de esta conducta son un centro de gravedad bajo, una amortiguación más firme y unos recorridos de la suspensión más cortos, señala Subaru. En este tipo de trazados es donde más echaremos de menos un motor con mayor par a bajo régimen. Es el ingrediente que falta en un conjunto equilibrado: la dirección es precisa (el volante, con un centímetro de diámetro menos, se maneja mejor), el cambio de cinco marchas tiene un tacto agradable y los frenos (que han aumentado su diámetro en más de 2,5 centímetros y son de disco en las cuatro ruedas) se combinan para otorgarnos una agilidad y comportamiento propios de modelos más compactos. También en el habitáculo se han introducido detalles deportivos, como unos asientos con laterales sobredimensionados –que sujetan el cuerpo perfectamente- o unas inserciones en aluminio en la consola central. Los acabados son correctos, aunque existen plásticos de calidad mejorable, como el que regula el apoyo lumbar en el respaldo del conductor.La seguridad también se ha cuidado y, además de los airbags de conductor, pasajero y laterales, se ha incluido un nuevo tipo de sensor en el ABS que, según la marca, mejora el control de la frenada. Las líneas exteriores del modelo acentúan la sensación de deportividad que Subaru ha querido imprimir a esta berlina, en la que unas llantas de 16 pulgadas -“calzadas" con unos neumáticos 205/55- y unas salidas dobles de escape, situadas a derecha e izquierda del paragolpes trasero, captan la atención de todo el que lo observa. Podemos conducir un Legacy 2.0 por menos de cuatro millones: el precio de la versión sedán es de 23.400 euros, mientras que el Station Wagon cuesta 25.200 euros.