Madrid recibe el primer autobús del proyecto CUTE

María Tardón, teniente de alcalde del Ayuntamiento de Madrid, fue la encargada de recibir las llaves del primer autobús del proyecto CUTE, un extenso programa de introducción de buses urbanos propulsados por hidrógeno en toda Europa. Loyola de Palacio, vicepresidente de la Comisión Europea, “amadrinó" al vehículo, fabricado por Mercedes Benz.

Madrid recibe el primer autobús del proyecto CUTE
Madrid recibe el primer autobús del proyecto CUTE

El proyecto CUTE (Transporte Urbano Limpio para Europa) se puso en marcha definitivamente en el año 2000, cuando la Comisión Europea logró que varias empresas privadas, entre las que destacan Daimler Chrysler, British Petroleum y Shell Hydrogen, se comprometieran a poner en marcha una iniciativa sin precedentes: el desarrollo y puesta en circulación de autobuses urbanos equipados con célula de combustible y producidos en serie. La idea contó desde el principio con el respaldo de 10 grandes ciudades europeas, cuyas flotas de autobuses urbanos se encargarían de probar los vehículos en condiciones de utilización real. La Comisión Europea, a través de su Comisaria de Energía y Transportes, Loyola de Palacio, ha logrado impulsar este esfuerzo de investigación y desarrollo que, con una inversión de 52 millones de euros, 18,5 aportados por Bruselas, supone el mayor proyecto del mundo de estas características.Después de dos años de trabajos y desarrollos, Mercedes-Benz ha logrado iniciar la producción de 30 autobuses animados por motores eléctricos que, a su vez, se alimentan de la electricidad producida por células de combustible. El primero de ellos, un modelo Citaro reconvertido para albergar la planta de células de combustible, fue el que ayer recibió una exultante María Tardón, teniente de alcalde del Ayuntamiento de Madrid. El primer autobús recibido por la EMT de Madrid no se diferencia mucho de los que vemos todos los días. Sólo si nos fijamos en su techo nos damos cuenta de que es algo más voluminoso que los Citaro normales de Mercedes. En ese espacio van los depósitos del hidrógeno, que se almacena en estado gaseoso comprimido y es producido por BP; las células de combustible y los sistemas de refrigeración. Un tubo de escape en la parte trasera del techo nos permite comprobar que, efectivamente, sólo emite vapor de agua a la atmósfera.

Este primer Citaro de célula de combustible está pintado de color malva, tiene capaciadad para más de 70 pasajeros, alcanza los 80 km/h y tiene una autonomía de 200 kilómetros. La célula de combustible que lleva une el hidrógeno con el oxígeno del aire ambiental y produce una corriente eléctrica capaz de mover un motor también eléctrico. No hay residuos.

A bordo del vehículo la sensación es de absoluta normalidad. Si no fuera por los distintivos de colores no sabríamos que este autobús es distinto. Pero, si nos fijamos, nos damos cuenta de que hace muy poco ruido, mucho menos que un bus normal de motor de explosión. La entrega, realizada en el parque ferial Juan Carlos I de Madrid, contó con la participación de altos responsables de Daimler-Chrysler, BP y el Club de la Célula de Combustible, una asociación de empresas que trabajan para fomentar esta tecnología. Loyola de Palacio asistió en representación de la Comisión Europea y fue testigo de excepción de esta particular entrega de llaves. A Madrid le cabe el honor de tener en sus calles la primera unidad nacida de este ambicioso plan de promoción de una movilidad limpia y sostenible. Pronto llegarán más autobuses a Madrid y a Barcelona, las dos ciudades españolas que participan en el proyecto CUTE. Además, Amsterdam, Hamburgo, Londres, Luxemburgo, Oporto, Estocolmo y Stuttgart también recibirán este tipo de vehículos, 30 en total a repartir entre todas estas ciudades.

Hay que recordar que el Ayuntamiento ya cuenta con otras tres unidades que utilizan hidrógeno. Se trata de los híbridos fabricados por Irisbus-Iveco, autobuses que combinan la tecnología de pila de combustible con motores normales de explosión. Llevan unas semanas en Madrid y pertenecen al programa City-Cell, también respaldado por la Unión Europea. Lo que diferencia al Mercedes-Benz entregado ayer de estos Iveco es que el vehículo alemán es en pureza un sistema de célula de combustible sin mezclas de ningún tipo.

Loyola de Palacio felicitó a todos los integrantes del proyecto por lo que ella ya considera un éxito y animó al Ayuntamiento de Madrid a llevar adelante esta experiencia con decisión. La vicepresidente de la Comisión Europea explicó que es necesario que Europa mantenga el liderazgo en la aplicación del hidrógeno en el transporte y, especialmente, en el transporte público.Para De Palacio, el esfuerzo de implantar esta tecnología de futuro no puede ser asumido sólo por los fondos comunitarios y las empresas privadas. Considera que es necesario que los gobiernos de los estados miembros de la Unión deben aportar dinero y trabajo a esta iniciativa. También pide que es estrechen los lazos con Japón y Estados Unidos, los otros grandes actores en la investigación de las células de combustible.La responsable de la Comisión está firmemente convencida de que el desarrollo de una sólida infraestructura de transportes en torno al hidrógeno será la clave para reducir la dependencia que Occidente tiene con respecto al petróleo. En este sentido, De Palacio destaca la "hidrogenera" que ha puesto en marcha el Ayuntamiento de Madrid en colaboración con Repsol y Air Liquide. Esta instalación, según Loyola de Palacio, abre el camino hacia una red de abastecimiento de hidrógeno que permita la expansión real de este tipo de propulsión.De Palacio cerró su intervención señalando que la entrega de este primer autobús es un momento único, "un día de celebración en Europa", porque se conjugan la movilidad y el respeto al medio ambiente y se empieza a transformar un mercado dominado por el petróleo.A la espera de recibir sus unidades del proyecto CUTE, el Ayuntamiento de Barcelona ha empezado a probar un nuevo autobús denominado Horus. Este vehículo se mueve gracias a una turbina similar a las que se emplean en aviación.

La turbina, de reducidas dimensiones, se alimenta de gas natural y, al moverse, genera electricidad. Esta energía es la encargada de mover un motor eléctrico. La autonomía es de 250 kilómetros, mientras que la velocidad máxima se sitúa en 70 km/h.

El empleo de gas natural permite reducir notablemente las emisiones contaminantes.