El cerco político a Irak, la guerra que todo el mundo da por segura y la inacabable huelga del sector petrolero en Venezuela son los tres factores que alientan la escalada de precios del petróleo.
Con el barril de Brent por encima de los 31 dólares en la bolsa de Londres, no es de extrañar que la gasolina suba de precio. Al paso que vamos, si estalla la guerra, los analistas lo tienen claro: subirá mucho más.
De momento, a lo largo de la semana pasada, la gasolina sin plomo de 95 octanos pasó de un precio medio de 82,9 céntimos a un nuevo nivel de 83,7, con una subida total de 0,8 céntimos. La de 98 octanos subió 0,8 céntimos, hasta los 92,5 céntimos de euro. El salto más largo lo dio la súper de 97 octanos, la antigua sin plomo, que se ha colocado en 90,7 céntimos, 0,9 céntimos más que hace una semana.
El gasóleo, por su parte, se encareció algo menos. La subida media fue de 0,6 céntimos, con lo que el precio medio del litro se sitúa en 72,3 céntimos de euro.
Para todos los observadores, las petroleras están repercutiendo a escala nacional los problemas que tiene el mercado en el orden internacional. Sin embargo, Rodrigo Rato, ministro de Economía, explica que esta repercusión no es distinta a la que se produce en otros países de Europa.
El Ministerio de Economía ha hecho públicos también los datos finales de venta de carburantes durante el pasado mes de noviembre. Una vez más, se constata el aumento de ventas de gasóleo, combustible del que se vendió un 6,4 por ciento más que en el mismo mes del año anterior. A cambio, las gasolinas perdieron otra vez terreno, con una bajada del 2,6 por ciento. En total, la venta combinada de gasolina y gasóleo sube un 3,3 por ciento.
Cuando se desglosan las ventas de gasolina, sobre un total de 635.000 toneladas despachadas, se aprecia dónde está la merma de las ventas. Las gasolinas sin plomo subieron sus ventas: la de 95 se vendió un 2,8 por ciento más, mientras que la de 98 incrementó sus ventas en un 1,2 por ciento. Sin embargo, la venta de súper de 97 se hundió un 21 por ciento. Esto quiere decir que la retirada de coches antiguos supone el pase mayoritario de esos usuarios al mercado Diesel.
