El bioetanol, alimento alternativo para las pilas de combustible

La carrera por desarrollar y producir cuanto antes pilas de combustible eficaces y baratas es ya un auténtico galope. España se ha apuntado con cierto ímpetu a esta competición y nuestras instituciones exploran las líneas más limpias posibles. El uso de bioetanol para producir hidrógeno en reformadores de combustible es una de las novedades en esta investigación. Sin embargo, plantea ciertas dudas de muy difícil solución.

El bioetanol, alimento alternativo para las pilas de combustible
El bioetanol, alimento alternativo para las pilas de combustible

Dentro de la Semana de la Ciencia que organiza la Comunidad de Madrid, tuvo lugar ayer la intervención de la doctora Loreto Daza</font color="#0000CC">, jefa del Grupo de Pilas de Combustible, adscrito al Centro Superior de Investigaciones Científicas, CSIC. Daza es también presidenta de la recién nacida Asociación Española de Pilas de Combustible y una de las principales expertas en esta tecnología en nuestro país.

Daza revisó ante un numerosísimo público los últimos avances en el desarrollo de pilas de combustible, los dispositivos llamados a transformar para siempre la industria del motor.
Como se sabe, en esencia, una pila de combustible es una membrana que pone en contacto un ánodo y un cátodo. A ellos se hace llegar hidrógeno y oxígeno tomado éste del aire ambiental. La unión de ambos gases produce un intercambio químico del que surge una corriente eléctrica que puede ser almacenada o consumida en un motor o cualquier otro aparato. El residuo es simplemente agua. Aparentemente simple, el proceso tiene muchas dificultades por la peligrosidad e inestabilidad del hidrógeno, un gas inflamable que no se encuentra aislado en la naturaleza, sino asociado con otros elementos, como el oxígeno en las moléculas de agua.
Lamentablemente, todos los proyectos actuales son todavía muy incipientes y los costes de producción resultan, por ahora, prohibitivos. Para saber más sobre esta técnica, no te pierdas este

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reportaje

Rizar el rizo ecológico
Loreto Daza es una entusiasta de las pilas de combustible y está involucrada en varios experimentos conjuntos con la industria privada. Entre las últimas investigaciones que ha seguido de cerca se encuentra una muy ajustada a las posibilidades de España, un país en el que la tecnología de pila de combustible crece con vigor. Se trata del empleo de bioetanol como combustible para obtener el hidrógeno que se utiliza en la reacción química de las pilas.
El hidrógeno se puede embarcar en los coches en estado puro (líquido o gaseoso) o se puede generar sobre la marcha a partir de otros combustibles (hidrocarburos o alcoholes). Para hacerlo es preciso instalar un dispositivo conocido como reformador de combustible, que aparta el hidrógeno de gasolina, metanol y, ahora también, bioetanol.

España es el principal productor europeo de bioetanol, un alcohol generado a partir de vegetales como la remolacha o la caña de azúcar. Este liderazgo sitúa a nuestra industria en una posición privilegiada dentro de esta línea de desarrollo.
La idea es repostar los coches con bioetanol, un combustible totalmente ecológico, y luego reformarlo para generar el hidrógeno que mueva el motor eléctrico, la más limpia de las formas de propulsión. Es mucho más "verde" que reformar hidrocarburos y mucho más seguro que hacerlo con la alternativa del etanol, un alcohol cuyos vapores pueden ser muy peligrosos. El único riesgo del bioetanol, según Daza, es que alguien se emborrache si lo bebe.

Millones de hectáreas
Loreto Daza se muestra muy esperanzada con esta combinación de bioetanol y pila de combustible, pero sabe que trae aparejados inconvenientes de gran calado.
El más importante de ellos es la ingente cantidad de bioetanol que se hace necesaria para abastecer a un futuro parque móvil animado por hidrógeno. En España hay varias fábricas produciendo este combustible, algunas tan importantes como la que Abengoa tiene en Murcia, que trabaja con empresas estadounidenses y produce todo el bioetanol que utilizan las refinerías españolas en sus gasolinas ecológicas (mezcla de este alcohol y gasolina). Sin embargo, la producción completa española es mínima. Haría falta que todos los campos de cultivo se dedicasen a producir plantas susceptibles de generar bioetanol y, aun así, sería muy poco.

Pero esta transformación agraria abre la puerta a otros peligros que los ecologistas barajan cuando hablan de combustibles alternativos. Es necesario calcular el tremendo impacto ecológico que supone una agricultura intensiva de este tipo, con fertilizantes, insecticidas, roturaciones masivas, cambios en los ecosistemas... Hay quien se pregunta si no será peor el remedio que la enfermedad.

Estas dudas crecen cuando se observa cómo las principales petroleras del mundo, con Shell destacada entre ellas, hacen importantes avances en este campo. Invierten en la producción de etanoles desde hace tiempo y, ahora, se introducen también en la de bioetanol. No sería de extrañar que sus campos petrolíferos fueran sustituidos a medio plazo por campos de remolacha.
Con unas existencias de petróleo estimadas para un máximo de 75 años, las energías alternativas tienen que crecer a gran velocidad y la industria tradicional no puede quedarse al margen.

Grandes males, grandes remedios
La tecnología de pila de combustible vive actualmente dos problemas principales. Uno es el precio. Producir las células de combustible resulta extremadamente caro. En estos momentos se investiga con nuevos materiales más baratos y resistentes para sustituir, por ejemplo, a los carísimos catalizadores de platino. De hecho, este metal noble es uno de los elementos que más encarecen la pila y, lo que es peor, no hay platino suficiente en el mundo para abastecer a una demanda masiva. Así, se trabaja, por ejemplo, con aleaciones de platino y rutenio, que son más baratas y, además, más resistentes a la agresión del monóxido de carbono, uno de los principales problemas que sufren las pilas cuando se trabaja con reformadores.

De todas formas, Loreto Daza es consciente de que antes o después la tecnología se abaratará y se generalizará. El horizonte de 2010 es el más mencionado cuando se quiere poner fecha al bautizo comercial de esta técnica.

El otro gran problema, el que amenaza con ser insoluble, es la generación a gran escala de hidrógeno. El método habitual es la electrólisis, que lleva aparejado gran consumo eléctrico y, claro, la electricidad hay que sacarla de alguna parte (centrales térmicas, nucleares, hidráulicas, eólicas...). España compra el 75 por ciento de la energía que necesita, con lo que no parece muy lógico gastarla en producir otro tipo de energía. Además, ya hemos visto las dificultades de producir suficiente bioetanol y, desde luego, reformar hidrocarburos no parece la panacea: son contaminantes, se agotarán antes de fin de siglo y, por si fuera poco, la industria del automóvil apuesta claramente por embarcar hidrógeno puro.
Ante este panorama, la doctora Daza tiene claro dónde está la solución: producir hidrógeno en los reactores de las centrales nucleares. El proceso no es demasiado complejo y, sobre todo, evita los pasos de reformado. Sin embargo, como reconoce Daza, la energía nuclear "tiene tan mala prensa...".