El Gobierno italiano se opone al cierre de plantas propuesto por Fiat

El Gobierno italiano, a través de su primer ministro, Silvio Berlusconi, ha dejado claro que no acepta en su integridad el plan de reestructuración lanzado por Fiat, que contempla el despido de 8.100 empleados y el cierre de dos plantas en Italia. Ahora, lo que esperan los trabajadores es que se encuentren soluciones.

La villa milanesa de Berlusconi en Arcore ha servido para que el primer ministro italiano se reuniera con los principales representantes del Grupo Fiat (el presidente, Paolo Fresco, y el consejero delegado, Gabriele Galateri de Genola), de Fiat Auto (su máximo responsable Giancarlo Bochetti) y del Gobierno transalpino (el titular de Economía, Giulio Tremonti y el secretario de la Presidencia, Gianni Leta). El objetivo era comenzar a trazar el camino para lograr una solución a la crisis que azota a Fiat.

El encuentro, a falta de medidas resolutivas, ha servido para que el Ejecutivo exprese su máximo rechazo a parte del plan de salvación expuesto por Fiat el pasado miércoles, sobre todo al cierre de dos de las plantas que posee Fiat Auto en Italia: Termini Imerese (Sicilia) y Arese (Milán).

El comunicado oficial hecho público tras el encuentro, que servirá al Gobierno para ganar algo de tiempo, señala que se están "explorando las diversas hipótesis para reforzar de manera estratégica el sector del automóvil".

"Encontraremos soluciones"
Lo que parece claro es que el gabinete presidido por Berlusconi no va a quedarse de brazos cruzados ante la precaria situación de la automovilística. "Il Cavaliere", como es conocido popularmente Berlusconi, señaló el pasado sábado que "el Estado pondrá de su parte" para lograr una solución a la crisis. "Puedo garantizar a quien ahora vive con el miedo y la angustia de la pérdida de trabajo que encontraremos soluciones", añadió el primer ministro italiano.

Esas soluciones son sobre las que está especulando todo el mundo y sobre las que ni en el propio gabinete existe unanimidad. Una de las más típicas y más usadas hasta hace poco por el Gobierno italiano, las ayudas directas, están prohibidas en el actual marco de la Unión Europea, aunque el comisario de la Competencia, Mario Monti, ha dejado abierta una pequeña puerta al indicar que existen posibilidades de conceder ayudas de Estado al grupo, aunque deben ser supervisadas y aprobadas por la Comisión Europea.

Muchas posibilidades, pocas salidas
Otra de las posibles salidas a la crisis de Fiat está en la separación del consorcio de Fiat Auto, el principal lastre económico de la sociedad. De esta manera, se crearía una nueva sociedad que estaría participada por General Motors y los bancos acreedores de la firma (Capitalia, IntesaBCI, San Paolo-IMI y Unicredito). Poco después se llevaría a cabo un aumento de capital que tendría como consecuencia la entrada del Estado en el accionariado.

También se baraja la posibilidad de que General Motors se haga antes de 2004 con el control de Fiat Auto, algo que parece defender el actual presidente del Grupo Fiat, Paolo Fresco (en la foto). El ejecutivo, en declaraciones para el rotativo estadounidense Wall Street Journal, no ha cerrado la puerta a esta medida e incluso ha manifestado, de forma críptica, que "todas las opciones están abiertas" en la negociación con el primer fabricante mundial. Esta adquisición por parte de GM se traduciría en una fusión con el brazo europeo de GM, Opel, dejando al menos un 35 por ciento de las acciones en mano de la casa italiana.

Sin embargo, tanto los bancos acreedores como GM prefieren que se haya producido el saneamiento económico de Fiat Auto antes de que la automovilística norteamericana tome el control de la firma italiana. Para el alcalde de Turín (ciudad donde se encuentra el centro de operaciones de Fiat), Sergio Chiamparino, una venta rápida de la firma equivaldría a malvenderla y, probablemente, en un futuro no lejano provocaría el desmantelamiento de las plantas de producción en el país.

Los trabajadores, en huelga
Mientras que los políticos y los economistas hacen sus cálculos macroeconómicos, los trabajadores comenzaron a mostrar su malestar a través de paros en la producción. Según las centrales sindicales, el seguimiento de la primera huelga, llevada a cabo el pasado viernes, fue de entre el 50 y el cien por cien.

Y es que la situación es muy grave, ya que las medidas anunciadas por Fiat, aparte de afectar directamente a 8.100 empleados, tendrán una importante repercusión en miles de negocios que tienen relación con la automovilística.

Así, la inestable paz social con la que cuenta el Gobierno de Berlusconi parece que se acerca inexorablemente a una situación de conflicto. El próximo 18 de octubre, fecha elegida hace unas semanas por los sindicatos para la convocatoria de una huelga general, puede ser un nuevo puñetazo en la cara del Gobierno italiano.