Un coche de los años 70 contamina más que 100 fabricados en 2002, por lo que la UE parece haber encontrado una eficaz medida para acabar con el problema de las emisiones: atacar directamente al bolsillo de los propietarios de los vehículos más contaminantes, que -por otra parte- son los más antiguos.
La idea ya la ha barajado el comisario Frits Bolkestein, la máxima autoridad sobre el mercado interior comunitario, pero volvió a recuperarse ayer, en las jornadas sobre "Automóvil y Medio Ambiente", que se celebran en Madrid dentro del programa de la "Semana de la Movilidad Europea".
David Ward, un ejecutivo que llegó a asesorar directamente a Tony Blair -primer ministro Británico- y ahora dirige la Federación Internacional de Automovilismo (FIA), ha expresado su beneplácito a las propuestas de Bolkestein, pero -ha subrayado- "siempre que no se utilicen sólo como un instrumento fácil y rápido para recaudar fondos".
El objetivo es que se renueve el parque móvil y se apuesten por vehículos no contaminantes, por lo que -según ha propuesto Ward y Josep Mateu, el director general del Real Automóvil Club de Cataluña (RACC)- habría que apostar por un impuesto de circulación más alto para los vehículos viejos y reducir el de matriculación.
La idea es clara: "el que contamine, que pague". Así, han propuesto que se reduzca progresivamente el impuesto de circulación para los automóviles que vayan cumpliendo las directivas sobre emisiones de la UE (la Euro 1, la Euro 2... hasta la Euro 4, que se exigirá a todos los coches que se fabriquen a partir de 2005).
Rebajas para los "coches limpios"
Según han proyectado las autoridades comunitarias, si el dueño de un coche antiguo ve cómo le aumentan los impuestos al mismo tiempo que su vehículo se queda obsoleto, se animará a cambiarlo. Sobre todo, si -como se propone- se otorga una prima directa al achatarramiento y se facilita la compra de un automóvil menos contaminante.
Bolkestein también quiere modificar los impuestos sobre la venta de vehículos nuevos, en función de su consumo, e incluso reducir el IVA a los "más limpios".
Pero no todo han sido aplausos para las medidas de la UE. Estas asociaciones de automovilistas se han preguntado dónde va a parar el dinero que se consigue a través de los impuestos.
En España, los gravámenes sobre los automóviles representan el 12,5 por ciento total de la recaudación del Estado, una cantidad nada despreciable. En el año 2000, dichos impuestos movieron más de 12.000 millones de euros (casi dos billones de pesetas), pero sólo un 40 por ciento de este dinero se utilizó para mejorar las infraestructuras viarias o para realizar otras medidas de las que se beneficiaran directamente los conductores.