Fiat estudia segregar su división automovilística

La Dirección de Fiat parece haber encontrado la forma de salir del agujero en que anda metida la compañía. Igual que un enfermo grave, la división automovilística podría ser apartada del resto del grupo y organizarse como una entidad autónoma. Una vez separado, el negocio de motor debería avanzar por sí mismo, sin lastrar al resto del imperio industrial de la familia Agnelli.

Este plan, que vendría a complementar el programa de despidos y ahorre de costes ya puesto en marcha por la directiva, fue analizado ayer por Fiat y los bancos acreedores de Fiat Auto, la endeudada división automovilística. El programa supone la creación de una empresa que agrupe a las marcas Fiat, Lancia, Alfa Romeo y Maserati y Ferrari. En principio, Iveco, su apartado de vehículos industriales, también estaría bajo el paraguas de esta nueva compañía. Al frente del proyecto se colocaría Luca Cordero di Montezemolo, presidente de Ferrari.
El resto de firmas industriales, financieras y de servicios que conforman el Grupo Fiat seguirían juntas y por su lado.

Una vez independizado el grupo automovilístico, si es que se llega a esta partición, vendrá la difícil tarea de hacerlo económicamente viable. En los últimos días ha salido a la luz una nueva idea salvador para Fiat. Si hasta hace poco sólo se hablaba del “plan Colaninno", ahora se empieza a hablar del “plan Gnutti".
Emilio Gnutti es un prestigioso empresario italiano que controla la sociedad financiera Hopa, una compañía en la que tiene parte Fininvest, la firma inversora adicta a Silvio Berlusconi, primer ministro de Italia. Según ha trascendido, Gnutti se uniría a los Agnelli y aportaría entre 600 y 750 millones de euros, idéntica cantidad a la que pondrían los dueños tradicionales de Fiat. Con esos 1.200-1.500 millones de pesetas, se iniciaría una ampliación de capital que tendría que completarse en los mercados hasta alcanzar los 3.000 millones de euros, medio billón de pesetas. Con ese dinero, Fiat Auto podría empezar a vivir sola.

Algunas fuentes indican que fue el propio Gnutti quien se acercó a los Agnelli para proponerles la alianza. Otros analistas creen más probable que fuese la familia la que buscase la ayuda del empresario, en parte para protegerse del acoso de Roberto Colaninno, quien está a punto de presentar su propio plan de asalto y salvamento de Fiat Auto.

Sea como sea, el caso es que para los Agnelli el movimiento es muy bueno. Si logran el apoyo de Gnutti, empezarán a remendar los rotos de su relación con Berlusconi, bastante desgastada en los últimos años. Eso por no hablar de lo bien que se lleva el empresario con los grandes bancos italianos acreedores de Fiat.

Emilio Gnutti es un duro financiero que hizo fortuna en compañías como Telecom Italia, donde, curiosamente, coincidió con Roberto Colaninno, el otro hombre que se ha propuesto salvar a Fiat y que hoy es uno de sus grandes rivales.
Como hemos contado en días anteriores, Colaninno propone una inversión muy fuerte en la empresa y la venta de varios activos para lograr liquidez. Además, pide el puesto de primer ejecutivo de Fiat Auto. Como quiera que su opción es mucho más agresiva para lo Agnelli que la opción Gnutti, es fácil comprender por qué este último tiene más posibilidades de llevarse sus favores.

En las próximas semanas asistiremos al desenlace de esta historia que cada día se complica un poco más. De momento, en un intento por meter algo de dinero en caja, Fiat se ha deshecho de Fraikin, su filial de alquiler de vehículos industriales. La empresa ha sido vendida a la sociedad francesa Eurazeo por 805 millones de euros, 400 de los cuales ya han sido destinados al pago de una parte del endeudamiento neto de la compañía.