Mitsubishi Colt CZC

Sobre la base del Colt, Mitsubishi presenta una atractiva variante cabrio denominada Colt CZC. Es, además de un bellísimo ejercicio de estilo, una declaración de intenciones: con 150 CV en la variante más potente, la firma nipona quiere ser la nueva referencia para el creciente mercado de cabrios de formato reducido.

Mitsubishi Colt CZC
Mitsubishi Colt CZC

La plataforma del Colt ya nos había gustado cuando tuvimos la oportunidad de conducirlo en sus variantes convencionales. El coche resultaba estable, aplomado, fácil de conducir y previsible de reacciones.
En esta ocasión, con la misma plataforma, no cabía esperar muchas diferencias. Persiste ese buen rodar, mejorado, además, por las suspensiones deportivas que llevaba la versión Turbo con la que hicimos la toma de contacto.Montado sobre estas suspensiones y calzado con neumáticos de perfil bajo y llanta de 16 pulgadas, el Colt CZC llega a resultar incluso demasiado deportivo: en ocasiones se hace duro, casi seco…No cabe duda de que en Mitsubishi han buscado este efecto para subrayar esa deportividad que quieren imprimir en su coche. Nos habría gustado comparar el comportamiento de estas suspensiones con las normales, pero no las había en el contacto, así que esperaremos a una prueba a fondo. De momento, podemos decir que, firmemente sujeto por esta configuración más “rácing", el coche gira con aplomo y responde sin dudar a lo que se le pide. Sólo un cierto subviraje aparece cuando se va buscando el límite, una reacción fácilmente controlable con sólo levantar el pie del gas. Además, por si algo se saliera de lo marcado, en la versión turbo van de serie el control de estabilidad y el de tracción. De todas formas, queremos esperar a una prueba más larga para ver si la relación chasis-motor respnde también a los radicales parámetros que ofrece en la versión normal del Colt.Los ingenieros de Mitsubishi han cuidado mucho la puesta a punto del chasis del Turbo para que resulte realmente “sport". Así, han buscado una configuración más firme de los brazos de la suspensión y de sus fijaciones. Además, han colocado muelles delanteros más duros y han hecho la dirección un ocho por ciento más rápida. Atrás han colocado amortiguadores de mayor firmeza y bujes más robustos. Por último, los Turbo llevan discos de 280 mm de diámetro en los frenos delanteros, mientras que los demás CZT se conforman con 256 mm.Por lo demás, la dirección nos ha gustado bastante y los frenos han cumplido, aunque tampoco tuvimos ocasión de exigirles demasiado esfuerzo.

En resumen, el coche rueda con toda facilidad por los terrenos cómodos y se “bate el cobre" como un pequeño y atrevido deportivo cuando la carretera se retuerce.Claro quel, en esa tarea, el chasis tiene un magnífico aliado: el motor. Como ya hemos dicho, se ofrecen dos variantes de la misma máquina, el 1.5 atmosférico de 109 CV y el turbo de 150 CV.Sólo pudimos probar el turbo, que nos dejó un grato sabor de boca. Enérgico, lleno, elástico… un magnífico motor de gasolina en pequeño formato y, además, una sofisticada muestra de tecnología punta.
Con este motor, el CZC, que pesa 1.200 kg, alcanza los 205 km/h, marca un 0-100 km/h de 8,4 segundos y consume sólo 7,1 litros de media. Es decir, cifras muy interesantes que harán las delicias de los aficionados a los coches con carácter. Un carácter que se nota en cuanto dejamos caer el pie sobre el acelerador: el 1.5 turbo reacciona con presteza, derrochando agilidad y demostrando que empuja desde muy abajo del cuentavueltas y que se estira hasta muy arriba. Para manejarlo, Mitsubishi ha montado una caja manual de cinco relaciones cuyos desarrollos tiran a cortos. De recorridos rápidos y exactos, será la única transmisión disponible.Ambos motores cuentan con la tecnogía MIVEC, que incluye el alzado variable de las válvulas de admisión. Esto quiere decir que un ordenador decide cuánto hay que abrir en cada momento las válvulas que permiten la entrada de aire al motor. Así, cuando el ordenador detecta que hace falta un esfuerzo extra, abre al máximo las válvulas para que entre más aire y la mezcla se enriquezca en los cilindros. En cambio, cuando circulamos a bajos regímenes, las válvulas se abren al mínimo, de forma que entre menos aire y se reduzca el consumo de combustible. Es lo mismo que hacemos cuando, al realizar un esfuerzo, abrimos más la boca para respirar. A esta mejora, el coche que probamos en Mónaco une la turboalimentación y algunas otras modificaciones, como pistones de baja fricción, árbol de levas hueco y anclajes más sólidos.
Por lo demás, ambos motores llevan una culata de 16 válvulas y los dos pueden presumir de ser muy ligeros, pues están realizados por entero en aluminio. Este detalle da una idea del esfuerzo que ha hecho Mitsubishi para construirlos, pues resultan más caros que los de fundición.
Estas mecánicas también se montan en el smart forfour, un coche que es clónico del Colt, ya que fue desarrollado en paralelo dentro de la alianza que une a Mitsubishi y DaimlerChrysler. A cambio, los germanos ofrecen a los nipones máquinas Diesel que, por otra parte, nunca estarán en los CZC.

La plataforma del Colt ya nos había gustado cuando tuvimos la oportunidad de conducirlo en sus variantes convencionales. El coche resultaba estable, aplomado, fácil de conducir y previsible de reacciones.
En esta ocasión, con la misma plataforma, no cabía esperar muchas diferencias. Persiste ese buen rodar, mejorado, además, por las suspensiones deportivas que llevaba la versión Turbo con la que hicimos la toma de contacto.Montado sobre estas suspensiones y calzado con neumáticos de perfil bajo y llanta de 16 pulgadas, el Colt CZC llega a resultar incluso demasiado deportivo: en ocasiones se hace duro, casi seco…No cabe duda de que en Mitsubishi han buscado este efecto para subrayar esa deportividad que quieren imprimir en su coche. Nos habría gustado comparar el comportamiento de estas suspensiones con las normales, pero no las había en el contacto, así que esperaremos a una prueba a fondo. De momento, podemos decir que, firmemente sujeto por esta configuración más “rácing", el coche gira con aplomo y responde sin dudar a lo que se le pide. Sólo un cierto subviraje aparece cuando se va buscando el límite, una reacción fácilmente controlable con sólo levantar el pie del gas. Además, por si algo se saliera de lo marcado, en la versión turbo van de serie el control de estabilidad y el de tracción. De todas formas, queremos esperar a una prueba más larga para ver si la relación chasis-motor respnde también a los radicales parámetros que ofrece en la versión normal del Colt.Los ingenieros de Mitsubishi han cuidado mucho la puesta a punto del chasis del Turbo para que resulte realmente “sport". Así, han buscado una configuración más firme de los brazos de la suspensión y de sus fijaciones. Además, han colocado muelles delanteros más duros y han hecho la dirección un ocho por ciento más rápida. Atrás han colocado amortiguadores de mayor firmeza y bujes más robustos. Por último, los Turbo llevan discos de 280 mm de diámetro en los frenos delanteros, mientras que los demás CZT se conforman con 256 mm.Por lo demás, la dirección nos ha gustado bastante y los frenos han cumplido, aunque tampoco tuvimos ocasión de exigirles demasiado esfuerzo.

En resumen, el coche rueda con toda facilidad por los terrenos cómodos y se “bate el cobre" como un pequeño y atrevido deportivo cuando la carretera se retuerce.Claro quel, en esa tarea, el chasis tiene un magnífico aliado: el motor. Como ya hemos dicho, se ofrecen dos variantes de la misma máquina, el 1.5 atmosférico de 109 CV y el turbo de 150 CV.Sólo pudimos probar el turbo, que nos dejó un grato sabor de boca. Enérgico, lleno, elástico… un magnífico motor de gasolina en pequeño formato y, además, una sofisticada muestra de tecnología punta.
Con este motor, el CZC, que pesa 1.200 kg, alcanza los 205 km/h, marca un 0-100 km/h de 8,4 segundos y consume sólo 7,1 litros de media. Es decir, cifras muy interesantes que harán las delicias de los aficionados a los coches con carácter. Un carácter que se nota en cuanto dejamos caer el pie sobre el acelerador: el 1.5 turbo reacciona con presteza, derrochando agilidad y demostrando que empuja desde muy abajo del cuentavueltas y que se estira hasta muy arriba. Para manejarlo, Mitsubishi ha montado una caja manual de cinco relaciones cuyos desarrollos tiran a cortos. De recorridos rápidos y exactos, será la única transmisión disponible.Ambos motores cuentan con la tecnogía MIVEC, que incluye el alzado variable de las válvulas de admisión. Esto quiere decir que un ordenador decide cuánto hay que abrir en cada momento las válvulas que permiten la entrada de aire al motor. Así, cuando el ordenador detecta que hace falta un esfuerzo extra, abre al máximo las válvulas para que entre más aire y la mezcla se enriquezca en los cilindros. En cambio, cuando circulamos a bajos regímenes, las válvulas se abren al mínimo, de forma que entre menos aire y se reduzca el consumo de combustible. Es lo mismo que hacemos cuando, al realizar un esfuerzo, abrimos más la boca para respirar. A esta mejora, el coche que probamos en Mónaco une la turboalimentación y algunas otras modificaciones, como pistones de baja fricción, árbol de levas hueco y anclajes más sólidos.
Por lo demás, ambos motores llevan una culata de 16 válvulas y los dos pueden presumir de ser muy ligeros, pues están realizados por entero en aluminio. Este detalle da una idea del esfuerzo que ha hecho Mitsubishi para construirlos, pues resultan más caros que los de fundición.
Estas mecánicas también se montan en el smart forfour, un coche que es clónico del Colt, ya que fue desarrollado en paralelo dentro de la alianza que une a Mitsubishi y DaimlerChrysler. A cambio, los germanos ofrecen a los nipones máquinas Diesel que, por otra parte, nunca estarán en los CZC.