La guerra contra el parquímetro se recrudece

Los vecinos de los madrileños barrios de Fuencarral y Carabanchel, ambos de marcado carácter obrero, llevan días saliendo a la calle para protestar por la ubicación de nuevos parquímetros que, a su juicio, les ahogan como contribuyentes tras haber sufrido un incremento en sus impuestos municipales del “cien por cien". Anoche, intentaron asaltar el pleno donde se discutía la cuestión.

SER o no SER. Esa sería la cuestión, sino fuese porque, a juzgar por las revueltas registradas anoche por los vecinos del madrileño barrio de Fuencarral, más a bien va a ser lo segundo.Y es que tamaña cuestión no encierra ninguna duda existencial, sino las siglas del Servicio de Estacionamiento Regulado (SER) impuesto por el Ayuntamiento de la capital en los barrios de Fuencarral y Carabanchel y que no cuenta con la aprobación de los vecinos.Así, por undécimo día consecutivo, los residentes de los barrios afectados por estos nuevos parquímetros, colocados allí donde antaño se podía aparcar sin pasar por caja, salieron a la calle durante la jornada de ayer dando un paso más en su particular lucha contra la tiranía administrativa.El intento de asalto a la Junta Municipal de Fuencarral, lugar donde, ayer mismo, se celebraba un pleno para discutir dicho asunto, se sumaba de ese modo a la guerra abierta contra el parquímetro en la que, como primeras víctimas “selectivas", varias máquinas reguladoras ya habían sido arrancadas del suelo durante pasados ataques nocturnos.Dentro del recinto, que tuvo que ser custodiado por la policía municipal, se reunían a puerta cerrada los representantes del Partido Popular con el resto de la oposición, quienes llegaron a presentar hasta siete mociones en contra de esta medida. Estaban secundados por un público presente que alcanzaba los cien vecinos.Por su parte, el alcalde de la ciudad, Alberto Ruiz-Gallardón, se mostraba abierto al diálogo con las distintas asociaciones que así lo requieran, aunque aseguró mostrarse “absolutamente convencido" de que los vecinos de ambos barrios se convencerán, “en cuanto pasen unos días o unas semanas", de las virtudes de un sistema que, a su juicio, ha mejorado la calidad de vida de los residentes de otras zonas.