Ford, con el agua al cuello

Ford acaba de presentar sus datos económicos correspondientes al tercer trimestre del año y no ha dudado en calificarlos de “inaceptables". Las cifras arrojan ya un saldo de 4.600 millones de euros en pérdidas, una cantidad que agrava aún más la fuerte crisis que sufre la empresa y que ha llevado a Ford a ofrecer sus fábricas como garantías para las entidades de crédito.

El tercer trimestre del año no ha podido ser más desastroso para Ford. Tras el batacazo del segundo trimestre, cuando se decidió fichar como nuevo responsable a Alan Mulally, un experto en reestructuraciones, la cifra de pérdidas vuelve a crecer y aumenta hasta los 4.600 millones de euros, una cantidad que la firma no puede permitirse y que sus responsables han calificado de “inaceptable". En el tercer trimestre de 2005, las pérdidas fueron “sólo" de 226 millones de euros.

Como suele ser habitual, Ford Credit, la división financiera, es la que mejor se ha comportado, con unos beneficios de 400 millones de euros, por debajo de los 800 millones que logró el año pasado. A cambio, las actividades de venta de coches siguen siendo problemáticas. A escala mundial, esta rama pierde 1.430 millones de euros, con un agujero enorme en Estados Unidos, donde la cantidad sube hasta los 1.600 millones de euros. A cambio, la división europea, que incluye Ford Europe, ha respondido mejor de lo esperado y ha logrado unos beneficios de 145 millones de euros, mientras que el también europeo Premier Automotive Group (Land Rover, Volvo, Jaguar y Aston Martin) lucha por sobrevivir ocn unas pérdidas de 471 millones de euros. Así las cosas, la venta de Jaguar y Aston Martin parece cada vez más inminente. Son las mayores pérdidas que presenta Ford en 14 años y, según la marca, “reflejan los desafíos operativos de la compañía en Norteamérica, Asia-Pacífico y Europa". Es decir, son pérdidas debidas a los costes del reajuste que Ford ha puesto en marcha a escala global pero, sobre todo, en Estados Unidos y Canadá.
Allí, en Norteamérica, Ford ha empezado a deshacerse de unos 44.000 trabajadores, una reducción que incluirá el cierre de 16 factorías antes de 2012. Además de estas pérdidas, Ford ha reconocido que cometió errores contables en sus últimos ejercicios, con lo que tendrá que revisar sus cuentas desde 2001. Esta corrección, presumiblemente negativa, no se ha considerado en los números presentados ayer.El gran problema está en las ventas: a escala global, Ford ha logrado unas ventas de 26.000 millones de euros frente a los 27.600 millones de hace un año. Las matriculaciones sólo crecen en Europa (un 11 por ciento). Esta mala situación se debe, según Ford, a un cambio en los gustos y las necesidades de los clientes.

Para Alan Mulally, la empresa está “claramente comprometida para enfrentarse de forma decisiva con la realidad fundamental que señala que la demanda de los clientesestá desplazándose hacia vehículos más pequeños y eficientes". Ahora queda por ver cómo reacciona Ford ante esta situación cada vez más asfixiante. La prensa internacional analiza el momento en clave de emergencia y, según adelanta hoy el Finantial Times, la multinacional se plantea la posibilidad de ofrecer las fábricas como garantía para respaldar sus préstamos y créditos.

Otra solución a corto plazo sería la venta de Aston Martin y Jaguar, filiales que no acaban de ser rentables y que tienen varias “novias" entre la industria europea del lujo. Sea como sea, y según explica Mulally, el problema fundamental es de liquidez. Ford necesita dinero en la caja para seguir funcionando, con lo que es posible que se tomen medidas drásticas a corto plazo.Mientras la empresa se tambalea internacionalmente, en España el Gobierno le da un espaldarazo. El nuevo ministro de Industria, Joan Clos, aseguró ayer en Valencia que el Ejecutivo hará “todo el esfuerzo posible" para asegurar la continuidad de las inversiones en España de las multinaciones automovilísticas y, en concreto, para que “se mantenga y se incremente" en el caso de Ford.Lo que sí es seguro es que, tras este nuevo traspiés, la compañía acelerará el ritmo de su plan de reestructuración. Han calculado que, con los recortes de empleo y producción, se ahorrarán 5.800 millones de aquí a 2008, con lo que es inevitable que sestos planes incrementen su ritmo de aplicación.

Pero, mientras, Ford tiene que competir y eso pasa por producir nuevos modelos que atraigan a más compradores. Para orientar su estrategia a medio plazo, Ford ha organizado un grupo de trabajo formado por expertos en tendencias industriales procedentes del mundo académico, organizaciones sin ánimo de lucro y el sector privado. Reunido desde principios de año en Chicago, este equipo se ha dado cuenta de que Ford, tradicionalmente, analizaba las tendencias de mercado y sus previsibles trayectorias. Como esta idea se ha demostrado equivocada, han decidido analizar mejor las tendencias sociales y políticas de los consumidores.

Así, se han dado cuenta de varios aspectos muy novedosos. Para empezar, han constado que el comprador americano da cada vez más importancia a la seguridad. Tras los sucesos del 11 de septiembre de 2001, los norteamericanos buscan un mundo más seguro y los coches no escapan a esta pretensión. Pensando en los coches, Ford habla de más seguridad en caso de choque, pero también mejoras en la visibilidad y en el manejo de los vehículos. Los analistas de Ford también han percibido una interesante tendencia: el público necesita coches con prestaciones de “coche de adulto", pero nadie quiere reconocerse en un vehículo que le “eche años encima". Con esta idea, se han puesto a trabajar en la búsqueda de diseños que combinen el confort y la funcionalidad con la imagen juvenil.

Con este trabajo, Ford espera encontrar caminos que lleven hacia el exterior del túnel. El problema, como reconocen los propios miembros de este grupo de “futuristas", es que la compañía tiene las manos atadas con el presente, con lo que tiene poco margen de maniobra para planear el futuro.