Los fabricantes chinos, a comerse el mercado

La pujanza de la automoción china empieza a asustar a los fabricantes occidentales. Las marcas del gigante asiático se han lanzado a una carrera por incrementar sus ventas fuera del país y, de mantener este ritmo, pronto alcanzarán una cuota de mercado del diez por ciento a escala mundial.

La “amenaza amarilla”
La “amenaza amarilla”

Al menos, ese es el objetivo que se ha propuesto el Gobierno chino: que uno de cada 10 coches vendidos en el mundo proceda de Chino antes de que acabe la próxima década.
Para conseguirlo, el Ejecutivo de Pekín ha puesto en marcha una serie de reformas económicas que deberían estimular la presencia de sus marcas en el mercado exterior. Así, para atacar los mercados “ultramarinos" con más seguridad, se fomentarán los créditos a la exportación y también los seguros para estas actividades. Además, se ofrecerá mayor asistencia oficial a las empresas que inviertan en investigación y desarrollo de nuevos productos destinados a la venta en el extranjero. Con este nuevo panorama económico y legal, los fabricantes chinos tendrán mayores facilidades para vender sus productos fuera del país. La cuestión no es baladí, puesto que este año se van a montar allí 6,5 millones de unidades y se calcula que, para 2010, China podría fabricar ya unos 18 millones de coches al año, mientras que la demanda interna “sólo" acapararía unos 10 millones de coches, de los que una parte se cubrirán con la importación de modelos foráneos. Es decir, dentro de cuatro años, a los fabricantes chinos les pueden “sobrar" unos 10 millones de vehículos que tendrán que colocar, forzosamente, fuera de sus fronteras.Marcas como Chery, Shanghai Automotive o Geely ya han anunciado importantes inversiones para aumentar su presencia en Estados Unidos y Europa a partir del año próximo.En concreto, Geely, que es el principal fabricante local, ha explicado que va a construir una planta en Shanghai que costará unos 18.800 millones de yuanes, aproximadamente 1.925 millones de euros. Esta factoría estará destinada a la exportación y de ella saldrán un millón de automóviles al año.Además de promocionar la salida de sus marcas fuera de China, las autoridades de aquel país también buscan fórmulas legales que obstaculicen de alguna forma la penetración de fabricantes extranjeros en su mercado.
Las prácticas proteccionistas pasan por crear barreras comerciales y fiscales que pongan cuesta arriba la venta de vehículos dentro de China. Por ejemplo: cualquiera que quiera fabricar coches dentro del país tendrá que crear una empresa conjunta con un fabricante chino (generalmente, de titularidad pública). Además, una misma empresa no puede tener más de dos alianzas con marcas locales. Otro obstáculo importante es el propio mercado: la mayor parte de la inmensa población china no dispone del dinero que cuesta un coche. Así, para un conjunto de unos 1.200 millones de habitantes, sólo hay unos 40 millones de coches en circulación. Problemas para conseguir financiación, un enrevesado sistema fiscal y la mayor facilidad para comprar coches nacionales complican mucho más las cosas a las marcas de fuera.

Aun así, todos los fabricantes quieren estar presentes en China. El “pastel" es muy grande y nadie quiere quedarse sin su parte.

Actualmente, China es ya el segundo mercado del mundo, con unas ventas de casi seis millones de coches anuales. Como se ve, la batalla es muy grande y los próximos meses serán decisivos.