EE.UU. busca coches que consuman menos

Reducir el consumo y la dependencia del combustible exterior son las principales motivaciones del Gobierno estadounidense para promover unas nuevas normas para reducir el consumo de combustible de los coches que se fabriquen en el futuro.

La Administración estadounidense está preocupada por el consumo de combustible de sus vehículos y quiere establecer nuevos estándares de medición con el fin de propiciar que se produzcan y, por tanto, se vendan vehículos menos “gastones". El objetivo declarado es ahorrar gasolina y hacer algo más independiente a los Estados Unidos respecto a las fluctuaciones del barril de petróleo. La nueva propuesta de medición de consumo, que será más restrictiva, se basa en el tamaño de los vehículos y no en la media que ofrece la gama. Los ecologistas y una gran parte de los congresistas ya apoyan esta iniciativa porque piensan que es la mejor forma de “obligar" a los consumidores a comprar automóviles más eficientes y ayudar a disminuir la dependencia exterior en materia de combustible. En la actualidad, el mínimo exigible para turismos es lograr que recorran 27,5 millas por galón de combustible (8,5 l/100 km) y se está barajando que este estándar se eleve y sea posible hacer 33 millas por cada galón (7,1 l/100 km). En el caso de los todo terrenos se permite un mayor consumo. También hay quienes no apoyan la postura de la Administración Bush. Entre ellos se encuentran los principales responsables de la industria, que sostienen que estas normas distorsionan el mercado y les obligan a ofrecer incentivos para convencer al cliente de que compre coches más pequeños y que no necesita. Los críticos también se apoyan en un estudio de la Academia Nacional de Ciencias, que concluye que la búsqueda de menor consumo en los coches ha tenido como resultado un aumento en las muertes en accidentes, pues, con el fin de reducir el consumo, se hacen turismos más ligeros. Se calcula que la adecuación a estas nuevas normas costará a las automovilísticas norteamericanas del orden de 6.200 millones de dólares. Simultáneamente, el precio del petróleo no para de subir y, con él, el coste de los combustibles en España. Esto está afectando sobremanera a los operadores de transporte y logística, pues lo que gastan en carburante supone el 35 por ciento de sus costes directos.