En un mundo que evoluciona tanto (y tan rápido), siempre llama la atención lo que, con sus lógicos cambios, se mantiene perenne, siempre presente en un mismo lugar. Esto sucede con los riñones de BMW, un elemento indisociable de su parrilla y que sirve como claro identificativo de la marca.
Junto a las grandes parrillas de Audi, retomadas a principios de este siglo y la estrella de Mercedes, hay un diseño alemán que poco a poco cambia, pero siempre está ahí. Y es que desde los años 30, se pueden contar con los dedos de una mano los BMW que no incluyeron el doble riñón en su parrilla. Así, el Isetta, el 600 y el 700 son los únicos modelos de los germanos (además de sus microcoches) que tienen el dudoso honor de no contar con esta seña de identidad.
Como decimos, desde el lanzamiento del BMW 303 en 1933, todos los modelos de la marca de Baviera han incluido este sello. En todos ellos el propósito práctico es claro: refrigerar a los bloques mecánicos situados bajo el capó. Sin embargo, con el tiempo se convirtieron en un recurso de diseño que ha ido variando.
Si bien los primeros modelos destacaban por grandes entradas de aire, en 1936 se dio paso a un diseño mucho más estilizado, con una estructura muy fina y alargada. El primer modelo en ver la luz con esta imagen fue el BMW 328 Roadster, en cuyo interior se incorporaron cuatro lamas decorativas que poco después, con el 328 Touring Coupé diseñado para competir en la Mille Miglia, pasaron a ser cinco.
Durante los años 60, la presencia de los mismos perdieron protagonismo, directamente perjudicados por un frontal mucho más estrecho que el de unas pocas décadas antes. Sin embargo, los riñones se mantuvieron como una seña de identidad de los germanos y ahí perduraron hasta hoy.
Así, ninguno de los modelos más recordados eliminó este concepto, aunque algunos como el BMW Z1 llegó a relegarlos a un segundo plano. Sin embargo, la llegada del Serie 3 en 1990 hizo resurgir este diseño, ahora trapezoidal y de aspecto 3D. Desde entonces, estas entradas de aire se han convertido en uno de los puntos a los que más atención se presta con cada nuevo lanzamiento.
Desde hace casi 30 años, la estructura ha ido aumentando y ya ocupan gran parte de la parrilla de nuevo. Incluso, sirven como distinción entre los modelos más lujosos (los BMW X7 y Serie 7 cuentan con una de mayor tamaño) o como espacio personalizable, como la opción retroiluminada del X6. Sea como sea, seguro que aún les quedan muchos años por delante.