Creamos un SUV para Mazda

“Olvídate de que eres periodista. Hoy eres uno de nosotros, un diseñador más del equipo de Mazda y tienes que ver el mundo y pensar como tal. Sustituye tus herramientas habituales de trabajo por un lápiz y mucha imaginación. Empezamos". Con estas palabras de Laurens van den Acker, el responsable de estilo de los Mazda que ves en la calle y que verás en el futuro, arranca nuestra jornada de trabajo junto al equipo de Diseño de esta marca japonesa. Acompáñanos.

Creamos un SUV para Mazda
Creamos un SUV para Mazda

Turno para el exterior, lo que todo el mundo ve. Esto ya son palabras mayores. Nos acordamos de las palabras de Yamada y pedimos una batalla de referencia para arrancar. La que queráis. Como los SUV compactos están de moda y en el catálogo actual de Mazda no hay ninguno por debajo de CX-7 y CX-9, buscamos el nuevo camino. Nuestra apuesta se encamina hacia la deportividad. Inconscientemente nos vamos a unos trazos similares al BMW X6 pero se nos corrige el tiro y empezamos a modificar la trasera con un aire que a mí particularmente me recuerda en el inicio a un C4 Coupé. También elucubramos con varios morros y finalmente la elección –buscando agresividad– también nos recuerda en cierta medida un Mitsubishi Lancer. El ADN de Mazda lo aportan los que entienden más jugando con los pliegues de chapa, cristales en forma de gota de agua –los elementos naturales son clave en el diseño de la futura Mazda–. Se nos pide color: nos tiramos al naranja acordándonos del interior pero se nos recuerda que este color es muy sucio para un país como Rusia. Igual resultado para el color blanco. Finalmente no nos queda otra que apostar por el plata. Una última aportación de unos de los compañeros de seminario: pedimos un techo solar con lamas de cristal que superpongan unas encima de otras cuando queramos ir pseudodescapotados. El tiempo se ha acabado y nuestra criatura ya ha nacido, aunque sin nombre –error imperdonable, el nuestro–. Luca Collino, que ha pilotado la creación del exterior, me pregunta cómo ha ido todo: “¿pues sabes lo que me pedía a mí el cuerpo en este workshop? Un SUV coupé-cabrio" le respondo. Collino se queda pensativo, sonríe y termina con un escueto “bien pensado pero demasiado tarde". Otra vez será.

Una de las marcas más intrépidas en la actualidad en materia de diseño es Mazda. Su ADN respira deportividad, dinamismo, emoción y eso no sólo nos debe llegar por la vía de una mécanica y unas impresiones de conducción. La primera impresión es la que cuenta, y mucho, a la hora de decantarse por un coche y eso es lo que busca conseguir el actual equipo de diseño de Mazda, capitaneado por Laurens van den Acker. El estilo de los modelos actuales y venideros depende de su criterio estilístico: “nuestra misión es transmitirte a través de un estilo determinado, que cuando veas un Mazda quieras tener uno y conducirlo. Si no lo logramos, es que no estamos haciendo bien nuestro trabajo" nos comenta este todavía joven holandés -42 años– que pilota la nave del diseño en este fabricante japonés.

Pero si orgulloso están Van den Acker de la actual Mazda en materia estilística, más lo está cuando mira el futuro de la mano de sus últimas realizaciones conceptuales, una serie de prototipos de esos que podríamos calificar como imposibles que arrancaron con el Nagare y que de momento han terminado con el Taiki –uno de los modelos, sin duda que más fotos acaparó en el Salón de Madrid–: “con este nuevo lenguaje estilístico hemos roto límites con conceptos radicales que nos llevan en una dirección de diseño que nadie más se atreve a seguir" afirma el diseñador jefe de Mazda. “Queremos que nuestros coches del futuro parezcan estar en movimiento aunque se encuentren parados" termina Van den Acker.