El futuro a largo plazo en el mundo del automóvil pasa por el limpio y abundante hidrógeno. La pila de combustible es una de las formas de aprovechar este elemento, ya que permite obtener electricidad a partir de su reacción con el oxígeno, sin embargo, el proceso todavía resulta caro a causa de la tecnología necesaria, que incluye ciertos elementos fabricados con carísimo platino. De momento, en General Motors sólo están tomando datos con pequeñas flotas para estudiar su viabilidad, pero servirán para el desarrollo de próximas generaciones de la pila de combustible. La introducción comercial a gran escala, con 10.000 unidades al año, será en 2015, pero se multiplicará en años sucesivos con evoluciones menos complejas y más baratas del sistema. 100.000 unidades en 2020 y un millón en 2022 son las cifras que maneja General Motors, siempre teniendo en mente posibles ayudas del Gobierno. El Chevrolet Equinox Fuel Cell emplea esta tecnología para moverse
Este SUV de carácter americano no está a la venta en nuestro país y no es el tipo de coche que nos gusta, con sus blandas suspensiones y una dirección ultra-asistida, pero se trata de evaluar el sistema de propulsión por pila de combustible que emplea esta versión Fuel Cell. A efectos prácticos, un eléctrico que obtiene su energía de forma química por medio del hidrógeno almacenado en tanques presurizados a 600 bares, y de su reacción con el oxígeno del aire, dando como subproducto solamente agua, que sale en pequeñas cantidades por el tubo de escape. Su respuesta no es tan inmediata como la de un eléctrico convencional, pero resulta contundente, refinado y prestacional, además se conduce como cualquier otro automóvil. Tiene una autonomía de 420 km, acelera de 0 a 100 km/h en 12 segundos y alcanza 160 km/h. En 2015 se introducirá la segunda generación de pila de combustible, cuyo peso y tamaño se reducirán a la mitad, y hasta casi 1/5 el coste del sistema.
Mientras se va fraguando la implantación de la célula de combustible, el Chevrolet Volt y su inminente comercialización en nuestro mercado ya es toda una realidad. Se trata de un automóvil eléctrico de autonomía extendida, es decir, incorpora un generador para recargar la batería cuando se agotan sus 16 kWh, lo que proporciona hasta 500 km extra de rango. El motor-generador de 1,4 litros de cilindrada gira a unas 1.500 rpm para generar electricidad para las baterías y, si la demanda de energía es muy alta, también alimenta directamente el motor eléctrico, pero nunca transmite su potencia directamente a las ruedas. Siempre que no realicemos una conducción demasiado exigente, una única recarga de las baterías de iones de litio —menos de tres horas en un enchufe convencional— puede proporcionar unos 60 km de autonomía sin gastar ni una sola gota de gasolina, una distancia más que suficiente para el día a día de la mayoría de los conductores.
A la hora de circular, el Chevrolet Volt proporciona un alto agrado de uso. Es muy silencioso y el alto par motor (37,7 mkg) disponible desde parado garantiza una respuesta comparable a la de algunos deportivos, sobre todo cuando activamos el modo Sport. Su paso de 0 a 100 km/h en 9 segundos es buena prueba de ello, y conviene recordar que son 111 kW (150 CV) los que tenemos disponibles bajo el pie derecho. Más que las prestaciones puras —161 km/h—, lo mejor del Chevrolet Volt es la inmediatez a las órdenes del acelerador. Sólo el tacto de freno, con poca mordiente inicial, igual que en otros EV e híbridos, resulta mejorable. En cuanto al chasis, la primera y breve impresión nos ha recordado a los híbridos Honda Insight y Toyota Prius, pues se nota el peso de las baterías y no resulta especialmente ágil, aunque tampoco se le pueden poner pegas, ya que no deja de ser un coche de lo más apetecible. El aspecto interior es muy moderno, gracias a los controles táctiles de la consola y los atractivos menús animados de sus pantallas. El espacio en las dos plazas traseras es algo justo en altura.
Hacia 2030 podríamos ver el EN-V, un biplaza eléctrico que reducirá la congestión de tráfico en las cada vez más pobladas ciudades. Por ahora es un futurista concepto que podrá circular manualmente o de forma autónoma gracias a sus sensores integrados y soluciones de conectividad. Está vinculado a nuestro teléfono móvil a través de Internet y vía Wi-Fi, de modo que también se puede controlar a distancia o consultar la carga de sus baterías de iones de litio basadas en fosfatos. Aparca solo, nos va a buscar, evita accidentes... y mientras tanto podremos leer las noticias en el parabrisas táctil o llamar por videoconferencia.
El prototipo que hemos podido conducir estaba restringido en funciones y prestaciones, pero al menos se movía, era capaz de seguir de cerca a otro EN-V y frenaba automáticamente gracias a sus sensores de ultrasonidos para no colisionar con peatones. Eso sí, con la velocidad limitada a 10 km/h, a pesar de estar desarrollado para circular a 40 km/h. En su interior no hay huecos para dejar nada, ni aire acondicionado, ni lujos, únicamente los dos asientos, una webcam y el mando con el que se controla la aceleración, la frenada y los giros. Pulsamos el botón de arranque y suavemente eleva el morro hasta la posición de equilibrio, en la que permanece inmóvil a no ser que nos movamos dentro del habitáculo, situación en la que el EN-V avanza o retrocede ligeramente para mantener la estabilidad. Su conducción es muy intuitiva y no requiere apenas adaptación. Dado que puede girar sobre su propio eje no necesita marcha atrás. El peso de la batería de 3,2 kWh también se utiliza de forma intencionada para contrarrestar las fuerzas longitudinales, ya que ésta reposa sobre una plataforma móvil capaz de deslizar hacia delante y hacia atrás.