No te lleves las manos a la cabeza: la Comisión Europea (CE) ha aprobado que se permita contaminar un 50 por ciento más de lo que está escrito en la norma. Se aplicará a todos los nuevos modelos en 2017 y, a partir de septiembre de 2018, a cualquier coche que se quiera comercializar en Europa.
La principal consecuencia será que los coches Diesel pequeños tendrán que disminuir considerablemente su contaminación (a base de dispositivos que los encarecen o aumentando el consumo), si no quieren desaparecer a partir de otoño de 2018. Otra consecuencia será que los coches de gasolina de inyección directa deberán equipar un filtro de partículas como llevan haciendo desde años todos los Diesel. Los híbridos quedan al margen de esta consideración. Desde 2015 la norma Euro 6 es igual de exigente en los niveles de contaminación tanto para los motores gasolina como los Diesel, pero los gasolina contaban con una moratoria de tres años en lo referida a emisión de partículas. A partir de 2017 los motores de gasolina deberán dividir por diez la cantidad de partículas que emiten.
50 por ciento de permisividad y nadie totalmente satisfecho
La norma Euro 6 se refiere a unos ensayos de laboratorio, sobre un banco de rodillos, que se va a ampliar con ensayos de una utilización real, en vías públicas. Como los aparatos de medición, esos mini-laboratorios portátiles son todavía muy imprecisos, la Comisión Europea autoriza que la norma sea benévola, admitiendo errores estadísticos y técnicos: para esos ensayos fuera del laboratorio se autoriza una contaminación 1,5 veces mayor que lo exigido en el laboratorio. La CE, eso sí, revisará ese margen cada año, confiando en los avances y mejoras de los instrumentos de medición.
La asociación de fabricantes de automóviles, ACEA, había presentado alegaciones a la Comisión, explicando que los plazos eran muy escasos, dado que ahora tendrá que someterse al Consejo y al Parlamento y que llegará la norma exacta en junio de 2107, para una aplicación en sus nuevos coches justo a la vuelta de ese verano. Argumentaba la asociación que en la práctica obligaría a utilizar filtros de partículas en la práctica totalidad de los coches y que no estaba garantizada producción suficiente de estos dispositivos. La asociación de fabricantes de catalizadores AECC ya daban por hecho que sus filtros de partículas era una solución técnica factible e inmediata para cumplir con la norma, aunque atacando la fiabilidad de medida de los aparatos.
ONGs como Transport&Environment se felicitan de la aprobación, pero todavía encuentra demasiados huecos a la norma, dado que además de ese margen del 50 por ciento, se conceden 30 segundos de funcionamiento en frío antes de comenzar a medir, por ejemplo. También habrían deseado que se pusiera por escrito un acento en las partículas más pequeñas (por debajo de 23 nanómetros), que técnicamente resultan muy difíciles de medir y temen que los fabricantes modifiquen los motores para que sean ese tipo de partículas las que se emitan.
A pesar de las posiciones iniciales de los Estados Miembros, finalmente sólo se han opuesto a la propuesta de la Comisión Hungría, República Checa y Rumanía.
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