Hoy, 8 de marzo y Día Internacional de la Mujer, reivindicamos el papel en la historia y en el mundo del motor de Bertha Benz. En 1988, hace justo 130 años, ella tuvo el coraje para cambiar el curso de la historia: completó el primer viaje del mundo en coche, gracias a una increíble hazaña que hoy te contamos.
Con falda y a lo loco, pero sin ser, ni mucho menos, un camino de rosas. Así fue la historia de Bertha Benz. Algunos acusaron la hazaña que dejó para la posteridad de ser, inicialmente, obra del diablo. Otros, a cambio, creyeron que se movía en realidad en un transporte alimentado por fuerzas misteriosas. El caso es que a finales del siglo XIX pocos imaginaron que aquella mujer, que avanzaba junto a sus dos hijos por el estado alemán de Baden-Wurtemberg en un vehículo sin caballos que tirasen de él, sería capaz de revolucionar el mundo. Ni siquiera creían que fuese real…
Sin embargo, vaya si lo fue. La increíble gesta de Bertha Benz, esposa del inventor del vehículo a motor y autora del primer viaje documentado de larga distancia en automóvil, empezó en realidad a escribirse algunos años antes del hecho, acaecido en 1888. De hecho, todo comenzó cuando conoció a Karl Benz y se enamoró de él. Ingeniero, Karl tenía grandes ideas pero estaba prácticamente en la ruina económica y sin poder sacar adelante sus proyectos. Bertha pidió entonces que le anticiparan su dote y, el 29 de enero de 1886, Karl lograba así patentar el primer “vehículo accionado por motor de gas” de 3 ruedas.
Bertha Benz y su viaje
Sin embargo, aquel loco invento de Karl Benz no terminaba de convencer: la opinión pública en general dudaba por completo de su funcionamiento. Y fue entonces nuevamente Bertha quien salió al rescate de su marido. Así que una mañana de agosto, muy temprano y sin conocimiento de Karl (más tarde encontraría éste una nota en la cocina), despertó a sus dos hijos (Eugen y Richard, de 14 y 15 años), se subió a su Benz Patent-Motorwagen Type III y arrancó dispuesta a convencer al mundo.
La meta de Bertha Benz e hijos era Pforzheim, su localidad natal. Pero no todo resultaría sencillo, ni mucho menos. Por el camino necesitó la ayuda de un herrero para reparar la cadena, tuvo que cambiar los forros del freno y, con ingenio, limpiar incluso con una horquilla larga la tubería obstruida del combustible. Hasta recurrió a sus ligas, a modo de aislante, para cubrir unos cables recalentados.
Eso sí, después de toda una jornada, al anochecer Bertha Benz llegaba a destino, desde donde envió un telegrama a su marido, Karl Benz, para confirmarle el éxito del trayecto. El extraordinario viaje tuvo una gran publicidad: sirvió para dar a conocer el invento, para demostrar su utilidad como transporte y para cerciorar también su fiabilidad en los viajes de larga distancia. El triciclo autopropulsado de su marido ya estaba en boca de todos.
Por cierto, sólo tres días después, Bertha Benz y sus hijos emprendieron con éxito también el viaje de vuelta. No hay duda, por tanto, que sin la fuerza de voluntad y la fe inamovible de Bertha, quizás ni Mercedes-Benz, ni el automóvil, serían hoy lo que son. O, al menos, hubieran tenido un camino mucho más difícil. El mundo del motor le debe a Bertha Benz un pedazo de su historia. Si quieres ver los capítulos más importantes de su viaje en fotografías, entra en nuestra galería de fotos. Es un documento único.