Asuntos de familia

La industria automovilística española depende por completo de las decisiones que se toman en otros países. No es un caso aislado: el 85 por ciento de los ingresos por ventas de coches sólo engordan las arcas de seis grandes grupos.

El clan Ford
William Clay Ford acaba de convertirse en el presidente de la empresa que fundó su bisabuelo en 1903. Así, un nuevo miembro del clan Ford vuelve a hacerse con las riendas de la compañía, algo que no pasaba desde 1979, a pesar de que esta familia controla la mayor parte de las acciones de la misma. Bajo el nombre de Ford no sólo se incluye la firma del óvalo (constituida como una división independiente desde 1949), sino también otras marcas como Land Rover, adquirida a BMW en marzo de 2000. Este constructor de todo terrenos era la perla del grupo Rover, tanto que, el día en que se anunció su venta, el mismísimo Tony Blair se echó a la calle para impedir la pérdida de una de las compañías más emblemáticas de Reino Unido. Eso sí, una vez más, los intereses económicos han podido al orgullo patrio. Ford inició sus adquisiciones en 1922 con la compra de Lincoln, que se ha convertido con el tiempo en su división más elitista. El fabricante norteamericano siguió invirtiendo muy fuertemente en lujo: en 1987, compra Aston Martin, que se dedica a la fabricación de deportivos de alto nivel; en 1990, adquiere Jaguar, la prestigiosa marca del felino, y, en 1999, se hace con Volvo. A caballo entre las marcas más lujosas y las más generalistas queda Mercury, creada en 1938, y Mazda, de la que posee una importante participación accionarial desde 1992. Aunque Toyota es una empresa con más de un siglo de tradición (sus fundadores eran hilanderos), se dedica a la automoción sólo desde 1933, un tiempo que le ha valido para constituirse en uno de los grupos más importantes del mundo. Eso sí, este fabricante japonés no lo ha tenido nada fácil para convertirse en una gran multinacional: por un lado, la apreciación del yen penalizaba sobremanera sus exportaciones y, por otro, tuvo que enfrentarse a la política empresarial que todavía pervive en el país nipón. Los "Keiretsus" son redes corporativas o fuertes clanes de negocios, ningún comerciante debe vender fuera de ellos, ni adquirir componentes, ni participar en proyectos conjuntos. La racionalización del mercado va ganando terreno a este tipo de lealtades, como lo demuestra el hecho de que, a principios del pasado mes de octubre, Mitsubishi y Nissan se aliaran para comprar transmisiones a pesar de ser miembros de "Keiretsus" rivales. En la actualidad, Toyota posee Lexus y Daihatsu y, además de liderar el mercado japonés, está ganando terreno a fabricantes norteamericanos y europeos en su propio campo de juego con la llegada de nuevos modelos y con la creación de nuevas fábricas.