Que Land Rover ha puesto toda la carne en asador queda demostrado por el elenco de soluciones tecnológicas acopladas al vehículo. El objetivo es dotarlo de una mayor diversidad de uso, a la vez que se acentúan sus capacidades todo terreno. La rigidez de la carrocería, construida en monocasco de acero y aligerada con la utilización de un acero especial, asegura la marca, es la mejor de su categoría. Asimismo, cuenta con una célula de seguridad diseñada en acero de alta resistencia y con diversos paneles exteriores y revestimientos fabricados en termoplásticos que acentúan la protección de los elementos mecánicos, especialmente en utilización “off road". Allí, fuera de carretera, sus capacidades se ven reforzadas con el añadido del dispositivo Terrain Response, ya utilizado en el Range Rover. Se trata de una solución tecnológica que permite optimizar todos los sistemas del vehículo a las necesidades impuestas por el terreno por el que se transita. El acelerador, el control de tracción, el equipo de frenos y la transmisión acoplan su fuerza a las circunstancias haciendo que la potencia y el agarre del vehículo se concentren justo en el momento necesario. Si en el Range Rover TDV8, por ejemplo, este sistema dispone de cinco configuraciones posibles, en el Freelander cuenta con cuatro: Conducción General, Hierba-Gravilla-Nieve, Barro y Arena. Para acceder a uno u otro modo simplemente hay que girar un conmutador giratorio. Formará parte del equipamiento de serie a excepción de la versión más básica. El sistema de tracción integral ha sido mejorado con la incorporación, por vez primera, del acoplamiento central electrónico. Otro elemento de serie que es primicia en el Freelander es Sistema de Control de Liberación del Freno en Pendiente, que funciona de manera conjunta al Control de Descenso de Pendientes. Actúa automáticamente cuando detecta que el vehículo comienza a bajar una cuesta. En el momento en el que el conductor suelta el pedal de freno para apoyarlo sobre el acelerador, el dispositivo aplica una ligera presión sobre los frenos de modo que asegura una aceleración suave hasta llegar a la velocidad de control de descenso en pendientes. El objetivo es evitar posibles pérdidas de tracción.También el Control de Estabilidad con Detección de Vuelco (RSC) irá de serie en el Freelander 2. Utiliza un sensor giroscópico para detectar una trayectoria diferente a la solicitada por la columna de la dirección. En caso de hallar una desviación aumenta la presión de los frenos de las ruedas exteriores para provocar un subviraje.
El sistema Terrain Response parece responder a cada circunstancia por lo visto en las simulaciones, al igual que los dispositivos de Control de Descenso de Pendientes y el Sistema de Control de Liberación del Freno en Pendiente.
No hemos podido comprobar, lógicamente al no haberlo conducido, si lo dicho por la marca acerca de que tiene los mejores ángulos de entrada y salida del mercado es cierto, aunque hemos apreciado su capacidad para circular por terrenos realmente escarpados.
Tampoco nos ha sido posible constatar su comportamiento sobre asfalto, aunque los test visionados apuntaban a una elevada seguridad en curvas gracias a la intromisión del control de estabilidad.
Habrá que esperar unos meses para valorar en su conjunto al nuevo Freelander, ya que aún no conocemos al completo la dotación de serie (sí que sabemos que una pléyade de soluciones tecnológicas irán acopladas a la gran mayoría de las versiones) ni el precio, aunque es un secreto a voces que rondará los 30.000 euros de partida, una cifra, que de confirmarse, resultará elevada para el promedio de la categoría. Sus rivales serán el Toyota RAV-4, el Honda CRV, el Hyundai Tucson o el Kia Sportage, aunque si sus capacidades off road son ciertas podría trascender su naturaleza SUV y llegar a competir con el Nissan X-Trail e, incluso, con el Suzuki Grand Vitara, el único de la categoría con reductora. Todos ellos son rivales que, en sus versiones de partida, no alcanzan ni de lejos esos 30.000 euros.
No dudamos de que sus capacidades dentro y fuera de carretera sean considerables, pero costará mucho convencer al cliente típico de este segmento de que debe comprar el Freelander por sus buenas condiciones off road. Tampoco por sus capacidades en carretera, ya que en el mercado hay realizaciones más baratas y con buenas aptitudes para este tipo de conducción. La baza comercial del modelo de Land Rover estará en el refinamiento, en un interior lujoso y en la seguridad que proporcionará saber que lleva integradas soluciones tecnológicas de ultimísima generación.