En pleno verano, un viaje en coche sin aire acondicionado no se concibe aunque son pocos los que se han parado a preguntarse cuál es la importancia de este equipamiento integrado en los vehículos que usan para los desplazamientos. Hella -compañía especializada en recambios y accesorios para el automóvil- ha querido poner de relieve las consecuencias que puede tener un sistema de aire acondicionado en mal estado: no sólo afecta al conductor, sus efectos son negativos tanto para la salud como para la seguridad y el ahorro a bordo del coche.
Hay muchos factores que marcan la diferencia entre un viaje para el recuerdo y otro para el olvido. La climatización del vehículo es uno de ellos. El aire acondicionado no sólo evita que el desplazamiento sea agobiante y pesado aliviando el calor, también controla las partículas de suciedad con su filtro evitando que reaccionen ante la humedad del aire formando malos olores. Por ello, además de sustituirlo de forma periódica conviene desinfectar el evaporador ya que su situación favorece la aparición de bacterias hongos y otros microorganismos. Éstos pueden provocar reacciones alérgicas y problemas respiratorios a través del sistema de ventilación.
Y es que el bienestar del conductor no es lo único que está en juego. Hella advierte de que un mal funcionamiento del aire acondicionado reduce la capacidad de concentración y aumenta el cansancio del cuerpo como consecuencia de la subida de las temperaturas. La consecuencia más evidente es que disminuye la capacidad de reacción, algo que influye de manera directa en el riesgo de sufrir un accidente.
Ventanillas bajadas
Tampoco se puede ignorar el efecto que tiene en el bolsillo del conductor. Un sistema de climatización en mal estado, con el paso del tiempo, provoca que la potencia de refrigeración baje por la pérdida natural del gas refrigerante y el compresor puede ser el principal perjudicado… teniendo en cuenta su elevado coste. Además, su ausencia provoca que el compresor funcione más tiempo del habitual para mantener constante la potencia de refrigeración generando un consumo extra de combustible que oscila entre el 5% y el 10%. Eso sí, no hay que olvidar el tipo de aire, la situación en la que circula el coche, la temperatura exterior o las costumbres del conductor.
Finalmente, Hella recuerda que el consumo extra es algo superior cuando se conduce en la ciudad a diferencia de cuando se circula por vías interurbanas o por autovías. Además llevar las ventanillas o los techos solares abiertos aumenta casi en la misma medida el consumo de gasolina por la elevada resistencia al aire.
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