Nico ha cerrado el círculo histórico de los Rosberg en las calles del Principado de Mónaco. Si en 1983 fue su padre Keké Rosberg, a los mandos de un Williams, el que ganó en la prueba monegasca, en 2013 fue su hijo el que se llevó el Gran Premio más exclusivo y glamouroso del Mundial de F1. El piloto de Mercedes no tuvo rival durante todo el fin de semana: mejor tiempo en los libres del jueves, en los libres y en la clasificación del sábado y en la carrera del domingo. Fin de semana perfecto.
La pole estaba a la orden del día para los chicos de Mercedes. En Mónaco consiguieron la cuarta consecutiva esta temporada, la tercera de Rosberg tras las logradas en Bahrein y España recientemente, y demostraron de nuevo que son el equipo a batir a una vuelta. Sin embargo, el pobre rendimiento demostrado en anteriores carreras, por culpa de la excesiva degradación de los neumáticos Pirelli, los ponía en duda el domingo.
Nico Rosberg rompió con los augurios negativos y aprovechó las características del circuito urbano de Mónaco para ganar con autoridad por delante de los dos Red Bull. Bien es cierto que el trazado monegasco es el menos exigente con las gomas, pero ello no resta mérito a la carrera del piloto alemán, que tuvo que superar la tensión que siempre generan los Safety Car y, además, la bandera roja que detuvo la carrera durante unos minutos por culpa del accidente entre Maldonado y Chilton.
Ferrari, Gran Premio para olvidar
Si el gran fin de semana de Rosberg y Mercedes fue perfecto, para Alonso y Ferrari fue todo lo contrario. A pesar de su victoria en Montmeló hace dos semanas, el GP español dejaba pistas de cómo se podía comportar el F138 en Mónaco. El tercer sector del circuito catalán, revirado y con claro componente de tracción para los monoplazas –muy parecido a las características de Mónaco–, se le atragantó al coche italiano, que en clasificación era 5 décimas más lento que los de cabeza.
Y así transcurrió el GP de Mónaco para Ferrari: lentos en clasificación –perjudicados por las bajas temperaturas del sábado por culpa de la lluvia–, y sin ritmo en carrera. Fernando Alonso salía sexto y terminó la carrera séptimo, tras verse adelantado por Pérez, Sutil y Button en carrera. No es habitual ver al piloto español, todo un bicampeón del mundo, cómo le superaban con tanta facilidad en un circuito donde, precisamente, es el más complicado en el que adelantar. Sin embargo, como bien reconocía el asturiano al bajarse del Ferrari y tras comprobar la falta de ritmo en carrera, ésta era una carrera para ‘recoger puntos y evitar accidentes’, sobre todo después de acumular prácticamente dos ‘ceros’ en Malasia y Bahrein.
Que se lo digan sino a Räikkönen, segundo en el Mundial, que sufrió en sus carnes la agresividad de Sergio Pérez. El piloto mexicano puso pimienta a una carrera aburrida, sosa, pero sobrepasándose con el piloto finlandés. Lo intentó con Button y con Alonso, y le salió bien, como en Bahrein, pero al cuarto intento embistió a Kimi y le arruinó el quinto puesto, terminando finalmente décimo y, el piloto de McLaren, fuera de carrera. ‘Idiota’ terminó llamando ‘Iceman’ a Checo Pérez.