El Pegaso Z102 Saoutchik estaba brillante, como quizá no estuvo siquiera en el stand de Saoutchik en el Salón de París de 1954, donde fue estrenado. Dos años de trabajo han tardado en desmontarlo entero y darle el lustre que tiene. Juan Lumbreras ha llevado a cabo la restauración del Pegaso Saoutchik 0163. De sobra es conocida la calidad con que trabaja este vigués, muy vinculado a Jaguar y a deportivos en general. Juan tiene en el joven Nuno Gama un lugarteniente eficaz y con talento. “Ha sido un auténtico desafío, un curso de mecánica y restauración nuevo para nosotros”, comenta el propio Nuno mientras nos enseña con una mezcla de orgullo y alivio los bajos del coche subido en un elevador. “No había visto nunca nada igual. Cada paso que dabas, cada pieza que quitabas era una complicación añadida.” Al lado se encuentran más o menos terminados un Ferrari 330, un Lancia Fulvia Zagato de carreras, la recreación de un Jaguar C y un elegante Mercedes 280 SE Cabriolet. Pero el negro del Pegaso destacaba. Impecable es la palabra que lo define. “Una vez que restauras un Pegaso Z102, puedes enfrentarte a cualquier cosa. Ha sido un reto para el equipo. No ha habido un proceso continuo. Constantemente había que parar, fabricar o buscar solución y arrancar. Nos hubiese sido imposible haber dado un presupuesto cerrado, tanto económico como en tiempo de ejecución. El cliente quería una restauración integral y bien hecha, y un Pegaso requiere paciencia. Hemos tenido que fabricar desde las gomas de los parabrisas hasta la mayoría de las arandelas. No vale ninguna pieza de ningún otro modelo, en muchos casos no son ni parecidas. Un Jaguar o un Alfa Romeo pueden tener en común aunque sea algún tornillo. En el caso de Pegaso Z102, ni eso. Sólo el motor de arranque, la bobina, el carburador, los relojes Jaeger y poco más proceden de una marca. El resto fue hecho artesanalmente y ex profeso para los Pegaso.”
Falta de mantenimiento
Aunque el motor —con fugas en las culatas— y el cambio los puso en orden Fernando Fernández en Segovia, todo lo demás se trabajó en Vigo. Allí llegó el coche hace dos años, pintado con los antiguos colores gris plata y rojo. Aparentemente, estaba entero. Pero según se iba desmontando y rascando la pintura, dejaba a la luz un descuido y una inactividad de muchos años. Ya hemos indicado que Félix Creus le dio un repaso en los años ochenta e introdujo las modificaciones más visibles: eliminó la característica “cruz” frontal e instaló dos grandes faros auxiliares Marshall y parachoques tanto delante como detrás. Tampoco los pilotitos traseros eran originales.“Además de estos detalles, descubrimos que había tenido un fuerte golpe detrás, en el lado derecho, mal reparado”, indica Nuno. “Y lo de la grasa, ¡qué te voy a contar! Cierto es que el Pegaso Z102 necesita mucha cantidad. La mayoría de las piezas móviles —incontables— tienen casquillos de bronce que requieren ir bien engrasados. En este caso, quedaba claro el pobre mantenimiento que había tenido porque la grasa estaba solidificada. Hemos quitado auténticos terrones como piedras.”Los mecánicos de Lumbreras desmontaron todo, rascaron la chapa, pasaron por el chorro de arena el chasis, todos los elementos de suspensión, los tambores de frenos, sanearon el autobastidor entero, comprobaron hasta el último tornillo y reconstruyeron lo inservible. “Hemos rehecho los paños de puertas. Los faldones, por ejemplo, no cuentan con orificios de desagüe y terminan oxidándose. Una característica de las carrocerías de los Pegaso Z102 es que todos los elementos de chapa están soldados, no atornillados. Imagino —adivina Nuno— que los bastidores se enviaban a los carroceros con la mecánica instalada.”
Un chasis muy peculiar
Con el chasis la operación fue similar: chorro de arena, saneamiento y pintura. “Uno de las patas delanteras de la cuna del motor presentaba una fatiga aguda y hubo que rehacerla. A diferencia de cualquier otro coche, que es una pieza doblada y con una sola soldadura, en el Pegaso Z102 estos largueros de perfil cuadrado son cuatro chapas soldadas, lo que, en teoría, suma complejidad y resta solidez a la estructura.” Los dos depósitos de combustible también y el doble piso del estructura autoportante son nuevos. Frenos, dirección, suspensiones… todo fue revisado con lupa. Los amortiguadores se llevaron a un especialista portugués que los rehízo enteros. Por supuesto, la tapicería de los asientos, el guarnecido, las maletas incluso y la instalación eléctrica son nuevos. “La famosa cruz y toda la parrilla delantera la copiamos del Pegaso Z102 Touring que posee el Museo de Caramulo. Amablemente nos las prestaron para sacar los moldes.” De todo lo que han necesitado reponer, sólo localizaron nuevos uno de los pilotitos delanteros y un mando de intermitencia. “Fue una suerte. El mando lo compré por internet en e-bay. Nada más.”