Nos hemos desplazado hasta Salamanca para probar un venerable Hudson Super Six de los años 20. Aunque pueda parecer lo contrario dados sus casi 100 años de antigüedad, este Hudson Super Six ya tenía unas prestaciones razonables y su manejo sencillo permite circular por el tráfico actual sin demasiados problemas … siempre que tomemos las debidas precauciones. En el vídeo queda demostrado esto que comentamos, pero antes, pongámonos en situación. Hay que imaginarse el tranquilo panorama que reinaba en la provincia extremeña de Cáceres a principios de los años 20. Más concretamente, en la bonita localidad de Trujillo, cuna de grandes “conquistadores” y con una población que rondaba los 11.000 habitantes, donde este coche fue estrenado por su primer propietario. Tratemos de imaginar el asombro que debía despertar un vehículo de la talla de este Hudson Super Six cuando apareciera por primera vez por aquellas empedradas calles. Su carrocería “Coupé-Chófer” estaba pensada para que sólo los “señores” viajaran resguardados de la intemperie y muy probablemente, cuando el coche se detuviera en la puerta de su casa, el chófer se bajara para abrir la puerta a los ocupantes traseros. Y todo esto enfrente de algún antiguo palacete del Siglo XVI, de los varios que aún se conservan en dicha localidad monumental.
Los orígenes
La marca Hudson había sido fundada en Detroit en 1909 con el apoyo financiero de Joshep L. Hudson y hacia mediados de la década de 1910 ya estaba en el puesto número 15 de entre los muchísimos fabricantes americanos que existían por aquel entonces. Desde 1914 Hudson solo montaba mecánicas de 6 cilindros en línea, pero el gran éxito internacional llegó en 1916 con la presentación del célebre “Super Six”, que es precisamente el que traemos a este reportaje, y que era el primer modelo que montó un motor fabricado por la propia Hudson. Este modelo se mantuvo en producción hasta 1930 –lo que hacen 14 años- con algunas variaciones, y llevó a la marca Hudson hasta el 3º puesto de ventas en USA en 1925. El motivo de todo este éxito radicaba principalmente en el propulsor de 6 cilindros, creado bajo la dirección del ingeniero Roy D. Chapin. Se trataba de un “clásico” monobloque de 6 cilindros, con “culata plana” –válvulas laterales- y el bloque de hierro fundido. Aparte, se contó con la ayuda del matemático de origen húngaro Stephen Fekete para la creación del cigüeñal, que incluyó unos contrapesos que mejoraban mucho su equilibrado y garantizaban un funcionamiento suave y silencioso. Era la primera vez que se incluía este sistema de contrapesos en un automóvil de gran serie. Con todo esto y una construcción fina, esmerada y con cuidado del detalle (tal y como rezaba la publicidad de la marca) el motor conseguía unos resultados sorprendentes, y todo ello sin recurrir a técnicas enrevesadas.
Récord y triunfos deportivos
El precio del Hudson Super Six era de apenas 2.175 dólares, y por si todo esto fuera poco, los Hudson cosecharon grandes triunfos deportivos en USA. Primero fue un récord en la subida al famoso “Pike´s Peak”, luego otro en “Milla lanzada” en Daytona Beach o después un viaje de costa a costa Nueva York- San Francisco- Nueva York sin ningún percance… ¡Y todo esto con mecánicas de serie! Incluso en España el Hudson Super Six cosechó varios éxitos deportivos promocionales en manos de Luis Carreras, antiguo piloto oficial de la Hispano-Suiza que a su vez era el agente de Hudson en Barcelona. Este “sportsman” preparó un Hudson Super Six con un chasis y carrocería aligerados pero con mecánica de serie y se dedicó a batir diferentes récords como el que estableció en la Cuesta de las Perdices el 4 de Julio de 1918 con una media de 121 km/h. El importador general de Hudson para España era Francisco de la Viesca, con sede en Cádiz, pero sabemos que tenía delegación –entre otras muchas provincias- en Badajoz, que es donde debió comprarse la unidad sujeto de este reportaje.
Una existencia muy movida
Centrándonos en esta unidad, lleva participando en rallyes desde los años 60, cuando lo adquirió un aficionado cacereño con intención de participar en aquellos primeros Barcelona-Sitges o Madrid-Benidorm. En esos años lo que los aficionados buscaban eran coches lo más antiguos posible, por lo que su propietario procedió a “transformarlo” en algo que pareciera más antiguo de lo que realmente era. Para ello, sustituyó los faros originales por unos de carburo fabricados en latón, eliminó las puertas delanteras, dio a las aletas traseras una forma más recta o eliminó un número de la ya de por sí baja matrícula de Cáceres, de modo que aparece en varias fotos antiguas como “CC-61”. Desde que su actual propietario lo adquiriese hace ya casi una década este Hudson Super Six ha recuperado una imagen muy próxima a la que debía lucir cuando era nuevo, con sus correspondientes llantas de talón, faros de cazoleta o la reinclusión de las puertas delanteras, si bien aún hay algún detalle que no se corresponde con lo original, como son la tapicería del compartimento trasero o la calandra del radiador. Estos serán los próximos puntos en los que incida la “recuperación” de este vehículo, pero mientras tanto nos han traído de cabeza para dar con una fecha concreta de fabricación. La estilosa carrocería de este Hudson Super Six es bastante parecida a la denominada “Town Car 7 Pasajeros” del catálogo de 1916. Además, varios diseños de Biddle & Smart –entre ellos el Hudson Super Six que se carrozó como coche oficial para el presidente de EE.UU Hervert Hoover- tienen unas líneas bastante similares a las que luce nuestro protagonista. Lo que sí es obligatorio resaltar es el buen estado y originalidad de la esta, con altos ventanales en cristal tallado y profusas terminaciones en madera. Incluso parece ser que la parte superior de la cabina trasera es completamente desmontable para convertirlo en un auténtico descapotable integral, si bien hace muchos años que no se ha realizado la complicada operación de desmontarlo para comprobar su “transformabilidad”. Sobre las impresiones en marcha nos remitimos al vídeo, en el que se puede comprobar su suavidad de funcionamiento, lo silencioso del motor o lo razonablemente bien que frena a pesar de contar con frenos de varilla sólo en las ruedas traseras. Llegados a este punto es cuando comprendemos el éxito que cosechó el Hudson Super Six en su época, pues comparado con sus competidores era un producto mucho más fiable, cómodo e incluso ajustado de precio.