Auto Retro de Barcelona

En un año de incertidumbre generalizada, la decana de las ferias españolas celebró sus Bodas de Plata. Y lo hizo por todo lo alto: con un pabellón lleno hasta los topes de coches, motos y recambios y un nivel de primer orden.

Auto Retro de Barcelona
Auto Retro de Barcelona

Mucha expectación había por ver cómo respiraban organizadores, expositores y aficionados en este final de año tan ajetreado y desconcertante, económicamente hablando. Y Auto Retro, como feria decana en España y por tener lugar en el centro neurálgico de este mundillo, iba a servir para tomar el pulso del sector ante tal coyuntura. La edición contaba, además, con un aliciente añadido: conmemoraba sus Bodas de Plata. Efeméride de una iniciativa que un grupo de entusiastas, con su “alma mater" Fermín Sulé a la cabeza, puso en marcha allá por 1984 y ha sabido cultivar con empeño. La puesta en escena no defraudó. Profesionales, clubes y entidades vinculadas acudieron a la cita. Unos y otros aterrizaron con un ingente arsenal de coches, motos, recambios, material de automobilia, propuestas y un sinfín de campanillas para llamar la atención de socios, entusiastas practicantes en particular y visitantes en general. No quedó un solo metro cuadrado vacío del palacio número 2 y la plaza del Universo del recinto ferial de Montjuic. Y al cabo de los cinco días del largo puente festivo, casi 64.000 personas, según los datos oficiales, acudieron a la llamada y pasaron por taquilla. De entrada, la nueva localización -estrenada el año pasado- permite una distribución más ordenada y cómoda. Abría boca en la plaza exterior el denominado Car Corral. El espacio en él está reservado –en teoría- a particulares, donde por un módico precio pueden exponer sus coches y motos en venta. Populares Seiscientos, Mini, Milquinientos, Dos caballos y similares compartían escenario –y precios casi equiparables, entre los 5.000 y los 15.000 euros según modelo, estado y condición- con neoclásicos, “futuros clásicos", “youngtimers" o como queramos denominar a esa serie de Audi, Mercedes, BMW, también Renault, Seat y Citroën, de unos veinte años y a los que ya tienen en consideración las pujantes y noveles generaciones. Junto a aquellos, una escenificación a cargo de Rallyclassics del parque cerrado del reciente Rallye Costa Brava. Otra oportunidad de comprobar que los setenteros Ford Escort, Renault 5 Copa, Seat 127 están empezando a codearse y a ganar la partida -por lo menos en número- a los de siempre, léase Porsche, Lotus, MG y demás deportivos coetáneos. Buena muestra de qué tipo de “clásicos" están en boga y se mueven ahora se vio pasar por la ITV móvil que Applus desplaza a Auto Retro cada año. Dentro, el pabellón principal quedaba dividido en dos zonas: una para los vehículos y otra –principalmente- para el siempre animado mercadillo del género chico. En la primera, los compraventas vistieron sus correspondientes espacios con las mejores galas. Allí se concentraban los sueños de muchos y la realidad de pocos. Los Stutz, Bugatti y Rolls de Coupé; los Mercedes SL, Austin-Healey y Porsche 356 de Classic Car Gallery; los Aston Martin DB5, Jaguar y Chevrolet Corvette de Auto Storica o los cuatro Hispano-Suiza de Garatge Terramar, entre otros muchos, constituían los reclamos fuertes, por alguno de los cuales llegaban a pedir 100.000 y 200.000 euros. Carsclásicos, por ejemplo, presentaba dos excepcionales Cord L29 y Rolls-Royce 25/30, cuya restauración de concurso realizada en Estados Unidos –y no es por dónde, sino por cómo- coloca su cotización en torno a la cifra superior. Por supuesto, había opciones más a pie de calle. Casi escondidos en el revoltijo de piezas del “cajón de sastre" del mercadillo, uno podía encontrar un Amilcar con un letrerito que lo anunciaba en 20.000 euros y un original Panhard Dinamic con 49.000 kilómetros en su haber que un francés vendía en 43.000. Entre estos y aquellos, un universo variado, variopinto y multidisciplinar: veteranos Packard, clásicos Mercedes Pagoda, deportivos Alfa Romeo Giulia, raros NSU Prinz y un largo suma y sigue. En el sector de las dos ruedas, idéntico panorama. Por un lado, las caras y excepcionales Rudge-Whitworth, BMW, Husqvarna, Enderson, Indian y, por su puesto, Harley-Davidson; y por otro lado, los incontables batallones de Bultaco y Montesa, sobre todo de campo. Las primeras, por 40.000 y 60.000 euros (o más); y algunas de las segundas, por el 10 por ciento de las anteriores. Y como en el caso de los Amilcar y Panhard antes citados, nuestros vecinos franceses trajeron entre la montonera de piecerío y objetos de todo tipo estravagancias como una Vespa militar dotada de un cañón en ristre de más de dos metros. Ver para creer. Con todo y con eso, hasta aquí sólo hemos apuntado una muestra de cuanto allí había. Seguir enumerando una mínima parte de ese género chico, sería poco menos que de locos: libros, catálogos, cartelería, toneladas de recambios de motos y coches –nuevos y viejos-, juguetes, surtidores de gasolina, cochecitos de pedales, motores Hispano-Suiza, un tractor Farmall, etcétera, etcétera... Y esto no es todo, amigos. No faltaron tampoco las exposiciones propiamente dichas. La principal conmemoraba el 60 aniversario de Porsche con una docena de versiones desde el 356 al 911, sin olvidar el 550 RS Spider. Otro tanto hacía el André Citroën Club con el sexagenario 2 CV y mostraba un Sahara bimotor. En otro espacio se rendía un homenaje póstumo al carismático piloto de rallyes Pep Bassas. Para recordarle, nada mejor que ver fotografías suyas en acción, las notas de su copiloto Antonio Rodriguez, uno de los furgones de asistencia -tal cual lo usaban- y el BMW M3 con el que se proclamó Campeón de España en 1989. En esa misma ala del pabellón se concentraban también una colección de motos de trial y las muestras de Retro Aviación y Retro Náutica. De estas últimas destacaban un gigantesco Bristol-Hércules de 14 cilindros en estrella y 2.040 CV fabricado en 1940 y una lancha Luchini con motor Alfa Romeo. Y puesto a mencionar a la marca del Biscione, el club enseñaba el último trabajo del argentino Giorgio Giorda, la recreación –propia- de una barqueta de los años cincuenta, dotada de una carrocería de aluminio, el motor V8 del Montreal y un chasis tubular desarrollado en colaboración con Enrique Scalabroni, antiguo ingeniero de los equipos Ferrari y Williams de F1. El año próximo lo veremos terminado. En cuanto a los resultados, cada una de las partes puso voluntad: la organización haciendo una feria seria; los profesionales ofreciendo buen material, los aficionados interesándose en él y el público general acudiendo en masa. Pero el miedo escénico derivado del terremoto económico y, cómo no, el hecho de que los precios siguen inamovibles pusieron freno a la hora de concretar. Como reza el dicho popular: “cada cual cuenta la feria según le va". Las sonrisas y las lágrimas fueron (y van) por barrios. El año que viene, Dios dirá. Desde el nacimiento de la revista, allá por 1986, nuestro stand ha sido un punto de encuentro fijo del salón barcelonés. Sumándonos a la celebración de sus Bodas de Plata, este año Motor Clásico organizó una exposición monográfica de la marca tarraconense Siata. Y en ella, sin duda, una de las piezas más admiradas fue el original y –posiblemente- único modelo Patricia, un prototipo tipo “playero" construido sobre la base del Minivan y presentado en el Salón de Barcelona de 1969. Precisamente, el coche pertenece a la institución Fira de Barcelona, que lo enlució para la ocasión. A su alrededor, el Ampurias del erudito Jaime Cabot, las Formichetta y Minivan de nuestro entusiasta colaborador Xavi Molero y el recién restaurado Tarraco Coupé que cedió la Fundación RACE. Para nuestro gozo, algunos de los ya veteranos trabajadores de Siata se acercaron a Auto Retro sólo para ver otra vez juntos aquellos coches que con tanto entusiasmo y mínimos medios fabricaron en sus años mozos.