Allard J2X

Pocos coches representan tan fielmente el espíritu "roadster" de este Allard J2X, pensado especialmente para la clientela norteamericana. Sus argumentos: un poderoso motor V8 americano bajo un interminable capó delantero, combinado con la clásica concepción británica de una carrocería "two seater". Para comprobarlo, hemos probado la unidad que participó este año en Le Mans Classic.

Allard J2X
Allard J2X

Sydney Allard, un emprendedor constructor artesanal británico, logró su consagración internacional con el modelo J2X, un vehículo deportivo, con fuerte personalidad y destinado principalmente al mercado norteamericano. Gracias a sus clientes ha obtenido un palmarés envidiable en la competición y, medio siglo después de su nacimiento, el J2X es uno de los deportivos de mayor aceptación entre los organizadores de carreras internacionales (Le Mans, Mille Miglia, G.P. de Mónaco…), ofreciendo una relación precio-utilidad realmente buena. Su tercer puesto en las 24 Horas de Le Mans de 1950, pilotado por Allard y Cole, no sólo fue el mejor resultado del palmarés de la pequeña firma británica, sino también el de Cadillac (que ha intentado posteriormente, sin éxito, ganar las 24 Horas a comienzos del siglo XXI), generando una publicidad magnífica a uno y otro lado del Atlántico. El J2X se comercializó hasta 1954 (nuestra unidad data de 1952) con un total de 83 unidades fabricadas; aunque, a finales de los noventa, Allard Motor Company ha vuelto a fabricar una reproducción (con motores modernos, frenos de disco, carrocería de fibra…) del icono de la marca, a un precio inferior que el de los originales, que actualmente se cotizan alto en las mejores salas de subasta. Precisamente, de una de estas ventas públicas procede la unidad que hemos probado, ya que fue adquirida por el coleccionista español José Fernández hace un par de años. Desde entonces ha participado en el Trofeo Baleares y en Le Mans Classic. Confortable y fiable, dotado de un fantástico rendimiento a bajos regímenes gracias a su motor V8 de gran cilindrada; con una estética agresiva y con un aspecto muy del gusto americano (allí triunfaban los "roadsters" en Indianápolis) fue un gran éxito comercial, y eso que Allard nunca fabricó motores. Su chasis tubular dejaba suficiente hueco por delante, para alojar un gran V8 americano. Los 331 pulgadas cúbicas (5.400 cc) de Cadillac y Chrysler fueron los motores más utilizados. Las potencias se encuentran situadas entre 170 y algo más de 200 CV, para un peso de 975 kg, ofrecen unas excelentes prestaciones. La explicación está en el enorme par motor, que proporcionan los cinco litros y medio del V8. Equipados inicialmente con una frágil caja de cambios de tres marchas, y, más tarde, con cajas más robustas de cuatro, nunca tuvieron problemas para terminar las carreras, aún perdiendo las relaciones más cortas (en Le Mans acabaron sólo con la tercera relación sana). La potencia y la elasticidad del propulsor (Cadillac en nuestra unidad) alimentado por un simple carburador es tal que cualquier marcha es válida. El axioma del V8 americano: "una pistonada, un metro", se cumple a la perfección.