4x4

Jeep Grand Ckerokee 3.6 V6

Ya no sólo Jeep, Infiniti o Nissan, con sus FX y Murano, representan el concepto de SUV/TT americano a este lado del Atlántico mejor adaptados que el Grand Cherokee, ya con motores Diesel a punto —en junio de 2011— aunque sin un excepcional rendimiento y puesta en escena, pero sí con mejores aptitudes todoterreno que cualquiera de ellos. Ahí podría residir la clave.

Jeep Grand Ckerokee 3.6 V6
Jeep Grand Ckerokee 3.6 V6

Llega tras meses y meses anunciando su desembarco, sumido también en un intercambio de dueños en el que Jeep parece haberse visto ajeno. Antes Daimler, ahora Fiat, pero no hay cruce de culturas. Jeep tiene una personalidad demasiado fuerte como para hacer una variante a la europea, aunque se le reconoce una mejor adaptación a nuestro medio en equipamiento, tecnología aplicada, refinamiento y trato a los ocupantes. Tocamos la que, a título particular, creo que es o será la versión más impersonal de la gama: un 3.6 V6 de gasolina —el único motor de gasolina de nueva factura—. Es cierto que no corren buenos momentos para el Grand Cherokee de culto, el V8, pero el más racional Diesel ya está a punto para salir al rescate de este Jeep y volver a relanzarle en este continente, más ahora como SUV que lo ve la marca en su nueva entrega, con demasiada y muy buena competencia.Adiós trenes rodantes de todoterreno de pura cepa. Ahora incluso se da la bienvenida a muelles neumáticos — Quadra Lift—, primer Grand Cherokee con ellos —para el V8— con posible control de altura. Exquisiteces, junto a sus sistemas de tracción Quadra Trac II —el del V6— y Quadra Drive, con autoblocantes de deslizamiento limitado sobre los ejes delantero y trasero —de nuevo, exclusivos del V8—, en ambos cosas con un nuevo, ergonómico e intuitivo mando de control similar al Terrain Response de Land Rover, denominado aquí Select Terrain. Porque ahora pisa a través de plataforma herencia directa del ML, con nada menos que catorce centímetros y medio más de batalla que la generación saliente, mayores vías y esquemas de suspensión mucho más modernos y elaborados.

Bien sobre el papel. En la práctica, matices. El primero, el equipo de ruedas propuesto por la marca para elaboración de esta prueba, unos neumáticos con gran vocación por el campo —en llanta de 18 pulgadas— en lugar de los específicos de asfalto que lleva de serie la versión Overland sobre llanta de 20 pulgadas. A ellas, seguro, le achacamos la falta de agarre lateral de este Jeep, especialmente sobre suelo mojado, aunque sorprendentemente no han dado síntomas de debilidad en las mediciones de frenada, consiguiendo distancias de parada similares o incluso mejores que otros auténticos SUV de renombre. En consecuencia, el pronto deslizamiento del tren delantero, sumado a la deriva de la rueda, no proporciona demasiada confianza al hilvanar curvas de radio más o menos cerrado, y menos aún, cambios de apoyo, mostrándose además algo errático del tren trasero sobre firme irregular. Ritmo tranquilo, sosegado para no hacerle sentirse incómodo, manifestándose pronto con una violenta actuación del control de estabilidad. A destacar, la buena capacidad de absorción en sentido vertical, bien ante un profundo bache aislado en asfalto —eso sí, con inquietantes movimientos parásitos de carrocería—, un reductor de velocidad— o, ya en campo, cualquier obstáculo que se cruce en su camino. No sabríamos cuantificar cuánto vale la confianza que proporciona el nuevo Grand Cherokee a la hora de abandonar el asfalto, pero no cabe duda de que ayuda a romper esa barrera psicológica antes de meterse en faena. Dentro, gana en ergonomía, las ayudas offroad se activan ahora por intuitivos y suaves mandos ubicados entre los asientos delanteros que ponen al motor, control de estabilidad y diferencial central alerta. Desde un mando giratorio se puede seleccionar la superficie a pisar y dejar que Grand Cherokee evolucione casi sin esfuerzo, gracias también a su eficaz reductura y amplios recorridos de suspensión. La lógica y el sentido común pueden hacernos volver al asfalto. De nuevo en él, es una lástima que la pista se haya acabado, porque ahí se disfruta de verdad de este coche. Hubiéramos deseado un chasis con el compromiso logrado por Land Rover en sus grandes y lujosos Range: confort, buenas maneras y cierta efectividad. De fondo, 286 CV procedentes de una buena mecánica V6 de nueva factura, pero lastrada por un cambio automático de 5 relaciones que dudan en exceso y encuentra en sus marchas intermedias un duro lastre: segunda y tercera son demasiado abiertas como para adaptarse bien a los cambios de ritmo. Nuevamente, nos invita a una conducción muy a la americana, de ritmo fijo, mejor en amplias y despejadas vías donde no hay que poner tanto énfasis en conducir fino para no disparar los dígitos de consumo ordenador de viaje: fácil empezar a ver 14, 15 o incluso 16 l/100 km a poco que avivemos la marcha; la mejorada aerodinámica acompaña, por encima de todo para disminuir el ruido del roce de la carrocería contra el viento. Si bien, empuje hay, el suficiente y más para situaciones de riesgo y quitarse entonces un coche de en medio en un santiamén, siendo su capacidad de recuperación digna de elogio gracias a esa segunda relación que permite meterse casi en los 140 km/h. Equipamiento, amplitud, confort. A la citada ergonomía se suma no sólo aquello, sino también infinitos lujosos detalles: volante de madera, tapicería de piel, asientos con reglaje eléctrico, navegador con disco duro... Interminable lista de detalles entre los que también se incluyen elementos de seguridad, como el asistente de luces de carretera —cambia automáticamente de cortas a largas— o el airbag de rodilla para el conductor. Tamaño y batalla al alza han permitido que el Grand Cherokee también ofrezca una mayor sensación de espacio y desahogo interior, complementando su versatilidad con una más que aceptable capacidad de maletero al que, por primera vez, se puede acceder mediante un portón asistido por un mecanismo hidráulico, además de por el cristal superior. En fin, mucho de Jeep, todo un estilo de vida trasladado al mundo del todoterreno, pero tal vez, con demasiadas particularidades.