Este verano... se ecológico al volante

Conducción ecológica: una buena solución para la crisis mundial y medioambiental. Ser un eco- conductor no es difícil, sólo implica poner un poco de nuestra parte; un esfuerzo insignificante si lo comparamos con el beneficio que supone al planeta y a nuestro bolsillo. Desde el inicio de la marcha hasta que te detienes, te enseñamos a ser ecológico al volante.

Cómo convertirse en un eco-conductor
Cómo convertirse en un eco-conductor

Ecología y medioambiente. Dos de las mayores preocupaciones que están sobre la mesa hoy en día: la contaminación es un mal que asola el planeta y que señala a la automoción como uno de los mayores culpables. Sabemos que los fabricantes ya están invirtiendo su esfuerzo para convertir el futuro del automóvil en un panorama más ‘verde’, pero el respeto por el medio ambiente es un compromiso que corresponde a cada conductor de forma individual.

No contar con un coche de última generación concebido para contaminar menos no debe convertirse en una excusa. Conducir de manera ecológica y, por tanto, económica, está al alcance de cualquiera: sólo es necesario conocer unos pocos trucos para hacerlo. Cambia el chip y ‘piensa en verde’.

Desde que ponemos el coche en marcha podemos empezar a ser más respetuosos con la naturaleza. En el momento en el que giras la llave del contacto debes ponerte en movimiento: sin ninguna marcha metida, el motor trabaja en vacío y lo único que hace es consumir gasolina. Sólo en el caso de los Diesel, es recomendable esperar cinco segundos, que es el tiempo necesario para que la bomba de aceite engrase el motor.

También es importante no pisar el acelerador cuando arranquemos: estando en punto muerto lo único que harás será gastar combustible en vano.

Conducir de forma suave y mostrar atención al cambio de marchas son las dos claves principales para ser ecológicos al volante. Una vez iniciemos la marcha, debemos meter rápidamente segunda velocidad. Lo ideal es mantener el coche en las revoluciones adecuadas: cambiaremos de marcha en un Diesel entre las 1.000 y las 1.500 vueltas y en un modelo de gasolina entre las 2.000 y las 2.500. El caudal de combustible que entra al motor depende de nuestra demanda de potencia, por eso el correcto uso de la caja de cambios es vital: iremos siempre con la marcha más larga posible engranada.

Cuidado, esto no quiere decir que tengamos que comprometer la seguridad para ponernos una ‘medalla verde’. No debemos ir con el coche ahogado y dando tirones: cambiar en el régimen de revoluciones indicado será suficiente para ahorrar y a la vez circular de segura y confortablemente.

Otra de las claves es llevar el vehículo a una velocidad adecuada –lo que no tiene por qué significar baja- y constante. También es esencial anticiparse al flujo del tráfico: por ejemplo, de nada sirve acelerar ante un semáforo en el que vamos a tener que parar en 200 metros. Así mismo, si guardamos una distancia de seguridad apropiada, evitaremos frenazos innecesarios. En lo que respecta a las curvas, las acometeremos sin acelerar, frenaremos sólo si es necesario y únicamente reduciremos si no lo exige la situación.

Saber cómo parar es también importante cuando hablamos de ahorro de combustible. En el momento de frenar es vital aprovechar la inercia del coche, siempre con una marcha metida, y pisar el embrague sólo cuando estemos a punto de detenernos y el coche esté cerca de calarse. Si nos vemos obligados a reducir, lo indicado es aguantar lo máximo posible bajar a una relación más corta para lograr el corte de inyección. En el caso de haber bajado bastante de velocidad, podemos saltarnos una marcha, por ejemplo pasar de quinta a tercera o de cuarta a segunda.

Si nos detenemos completamente y la parada va a durar más de dos minutos, se debe apagar el motor del coche. Cuando estás parado al ralentí, se consume entre 0,4 y 0,7 litros a la hora. No es un gasto muy elevado, pero si se hace de forma continuada, la suma llega a ser importante

En ocasiones, ser ecológico resulta complicado: un embotellamiento no se presenta como el mejor de los escenarios para consumir poco. Como sabemos, es en la ciudad donde más se gasta, ya que se exigen mayores detenciones provocadas por el ingente volumen de coches y la regulación del tráfico. Sin embargo, siempre resulta posible hacer el mínimo gasto incluso en estas situaciones.

Lo más importante en un atasco es evitar estar todo el tiempo acelerando, sobre todo si vamos a detenernos a continuación. Haremos una conducción fluida, en la marcha más larga y aprovecharemos la inercia del coche en las deceleraciones.

En lo que se refiere a las pendientes, tanto en ciudad como en carretera, es evidente que, en el caso de ser de subida, la situación demanda más potencia al motor. No obstante, también iremos en la relación más alta que nos permita la cuesta y pisando el acelerador poco más que la mitad de su recorrido. Sólo en caso de que el coche nos demande más entrega, cambiaremos a una marcha menor.

Si la pendiente es descendente, lo lógico es no pisar el acelerador: el coche circulará por si sólo. Eso sí, siempre con una marcha metida: ir en punto muerto no consume menos –como explicaremos a continuación (enlace)- y además es sumamente peligroso.