Un día de niebla como el de ayer apetece conducir mientras escuchas canciones como ‘Paradise Circus’. Así que lo primero que hago cuando me monto en el Toyota Auris Hybrid, con el que voy a pasar una tarde más que completa, es enchufar mi iPod y buscar esta canción de los grandísimos Massive Attack. Todo ello antes de arrancar, claro. Así que lo primero que ‘toqueteo’ en el Auris Hybrid es el sistema multimedia y ya tiene buena nota nada más empezar: reconoce mi iPod al instante –cosa que no siempre pasa-. La navegación del menú es sencilla e intuitiva y todo se controla desde la pantalla táctil, nada de botones. Me gusta. Luego echo un ojo al volante multifunción, el ‘trim’ me permite escoger el audio para manejarlo desde el volante y el display del cuadro de instrumentación me muestra la canción, junto con artista y disco, que estoy escuchando. Perfecto: puedo navegar y pasar canciones sin dejar de mirar la carretera.
Llevo pocos minutos al volante del Toyota Auris Hybrid por las calles de Madrid, siempre concurridas aunque sólo sean las tres de la tarde, y ya me doy cuenta de que es un gran compañero para el día a día en la ciudad. La posición de conducción se encuentra rápidamente y es sumamente cómoda. A ello le sumas el cambio automático, perfecto para circular con mucho tráfico. He de reconocer que siempre he sido de cambio manual, pero el frenar, meter segunda, parar, meter primera, meter segunda, frenar… llega a cansar. Y ese es el pan de cada día si te mueves en coche por Madrid entre diario. A eso le sumas que estás emitiendo muy poco CO2 a la atmósfera: nuestra ciudad necesita un pulmón nuevo y sonrío al darme cuenta de que hoy voy a poner mi granito de arena para hacerlo posible.
Mi primera parada es en casa de mi abuela: me ha invitado a comer porque acaba de ser mi cumpleaños. Mientras comemos le comento que he venido en un coche híbrido. “¿Eso qué es?”, me pregunta, “Yo es que de esas cosas no entiendo nada”. Cuando le comento que es un coche que tiene dos motores, uno eléctrico y otro de gasolina, se sorprende. “Para que lo entiendas, abuela: cuando conduces a bajas velocidades, no contamina”. “Pues buena falta hace”, me contesta, “porque está Madrid que no se puede respirar…”.
Tras una estupenda comida me monto de nuevo en el Toyota Auris Hybrid rumbo al Centro Comercial de La Gavia: toca tarde de compras. Antes, le he echado un ojo al maletero: las bolsas de ropa me caben seguro. No es que sea un dechado de espacio, pero no hay que olvidar de que no estamos ante un coche con carrocería familiar. El Toyota Auris híbrido ya me está empezando a enamorar con todos sus detalles, por ejemplo, el techo panorámico acristalado, los útiles portaobjetos que encuentras tanto en las puertas como entre los asientos delanteros –éste de gran capacidad- o el cómodo espacio del que disfrutan las plazas traseras.
Cuando llego al parking del centro comercial aprecio lo mucho que iluminan los faros: un fuerte haz de luz blanca casi azulada digno de nave espacial. Le dejo descansar y me marcho a la vorágine de La Gavia, espero que no haya mucha gente.
Cargada con seis aparatosas bolsas vuelvo al Toyota Auris Hybrid con ganas de llegar ya a casa. Mi compañero sobre ruedas me sorprende una vez más: sólo con acercar la mano a la maneta, con la llave dentro del bolso, ya se abre. No puede ser más cómodo, sobre todo si vas cargada con compras como es el caso. Otra de las bondades que sumo a una lista muy larga: ha sido una estupenda tarde con el Toyota Auris Hybrid como compañero. Repetiría encantada.