Peso y potencia. El cóctel de esos dos argumentos técnicos ha sido clave a lo largo de la historia y aún sigue siendo crucial para sustentar el armazón de un deportivo. Y cuando se trata de los Porsche, el primer factor pasa a ser sustancial pues la firma de Stuttgart ha sido, justamente, un especialista en el desarrollo y evolución de modelos ultraligeros que han superado lo esperable. Desde el mismo Porsche 356, un coche que basaba precisamente en su liviandad buena parte de su potencial deportivo: el cuatro cilindros de este coupé que vio la luz en 1948 apenas desarrollaba 135 CV, pero el peso era de tan sólo 585 kg. Como referencia actual, un Renault Twizy pesa 474 kg y el turismo más liviano está en torno a 900 kilos, tal cual es el caso del Smart Fortwo 52 o los Toyota Aygo y similares.
Porsche es, por tanto y desde sus primeros pasos, un buen ejemplo de ligereza y, como consecuencia del uso de ese ingrediente en la receta, de rendimiento deportivo.
De ello han dado ejemplo coches como el Porsche 911 Carrera RS 2.7. Un modelo de 1973 con 210 CV —hubo, posteriormente, una versión de 300 CV con un 2.8— que en su versión Sport se aligeraba hasta los 975 kilos manteniendo el mismo motor de las versiones Touring. ¿Cómo? Pues a base de prescindir de elementos superfluos fuera de la conducción deportiva, como los asientos traseros, guarnecidos en las puertas, aire acondicionado, equipo de sonido… Pero también, con una carrocería de acero o cristales menos gruesos. De hecho fue conocido como Lightweight y hoy sigue siendo esta versión con 100 kilos menos que el Touring original es la más rara y codiciada de un modelo, el cola de pato, ya de por sí, exclusivo.
El 911 Carrera RS 2.7 es uno de los paradigmas de Porsche, pero con anterioridad ya hubo modelos empeñados en la pelea contra la báscula. Es el caso del Porsche 906 Carrera 6, presentado en los años 60 como la alternativa de la firma alemana a otro modelo mítico, el Ferrari Dino 206 GT y que con su cuerpo de aluminio alcanzaba sólo los 900 kilos. El Porsche 906 Carrera 6, un coche de carreras matriculable, conseguía quedarse en 675 kilos gracias al empleo de la fibra de vidrio en su carrocería, superpuesta sobre un chasis tubular. Su motor era un 2.0 de 220 CV.
640 kilos fue el pesaje de un Porsche 356 Sport Leicht (SL), el primer coche de la marca en ganar en las 24 horas de Le Mans en su clase, la de los 1.100 cm3 y siendo 20 en la clasificación general. Era 1951 y, de hecho, se trataba del primer contacto de envergadura de Porsche con las carreras, como fórmula alternativa a la costosa publicidad. Aunque el 356 inicialmente se había construido con aluminio, su carestía llevó a hacerlo en acero pero, para la competición, Porsche volvió al material primigenio. Los dos 356 SL de Le Mans serían conocidos también como 356 Gmüd, por la ciudad austriaca en la que fueron artesanalmente preparados y por oposición a los 356 Reutter de acero—el nombre del carrocero de Stuttgart contratado por Porsche—. Su motor era, cómo no, un bóxer de cuatro cilindros derivado del de Volkswagen y con 46 CV.
Aún menos, 456 kilos, pesaba el Porsche 718 —sí, el mismo nombre que el actual Cayman—, un monoplaza de Fórmula 2 construido entre 1957 y 1962. Era, por tanto, un coche RennSport —de carreras o rácing— con la característica de una distancia entre eje más corta —Kurz, en alemán— respecto al modelo al que evolucionaba: el Porsche 550 Spyder y que fue el primer coche diseñado específicamente para las carreras. Curiosamente, era tan bajo que podía pasar por debajo de las barreras de los pasos a nivel, lo que le daba cierta ventaja en las carreras en carretera abierta, como la Mille Miglia. En cuanto al 718 acabaría siendo conocido como RSK y contaría con un 1.5 de 150 CV, lo que le daba una excepcional relación peso/potencia.
El Porsche más ligero de la historia de la marca sería el 909 Bergsypder y que fue construido en 1968 para las competiciones de subida de montaña. De hecho, le permitió a Porsche dominar el campeonato europeo a finales de los años 60, acontecimientos en los que hasta los pilotos de Fórmula 1 participaban, dada la popularidad de estas carreras. Su construcción prescindiendo de todo el metal posible para aligerarlo al máximo, lo que sumado a su motor de inyección mecánica con 2 litros y 275 CV, precisamente un ocho cilindros ya utilizado en la F1, le permitía acelerar de 0 a 100 km/h en 2,4 segundos. Absolutamente experimental, Porsche lo fabricó —hizo dos unidades— sin atender a los gastos y por eso Ferdinand Piech, que era el ingeniero que lo diseñó, utilizó una carrocería de fibra de vidrio. No era el único elemento con el que se buscaba reducir el peso, pues en lugar de cobre para la conducción de electricidad se usaba plata y los muelles, en lugar de acero, eran de titanio. Eso mientras que los discos eran de berilio. Incluso se podía prescindir de la bomba de combustible porque el depósito se presurizaba con nitrógeno antes de cada carrera. El 909 Bergspyder, que tenía 3,44 m de largo y una altura de 71 centímetros, sería la base de los Porsche 908 de resistencia que se mantendrían en liza durante los siguientes 13 años. ¿Su peso? 384 kilos. ¡Ahí es nada!
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