Como no puede ser de otra manera, el fabricante japonés Honda se ha dejado llevar por la tendencia tecnológica de recortar la cilindrada para obtener un determinado nivel de potencia. Así, del anterior motor 2.2 de 150 CV se pasa a disponer de 160 CV con un bloque de 1.6 litros de cilindrada. Sus valores de par también son muy elevados para su cilindrada. El secreto está en la utilización de dos turbos: uno pequeño muy capaz a bajo régimen es responsable de los 35,7 mkg que homologa a 2.000 rpm. Y uno grande de gran caudal es el responsable de los 160 CV a 4.000 rpm. En este sentido, el salto adelante dado por el Honda CR-V en eficiencia es indudable.
En cualquier caso esta elección trae consigo algunas reacciones colaterales como, por ejemplo, una cierta obligación para no implantar desarrollos de cambio excesivamente largos en la transmisión. En este Honda CR-V 1.6 iDTEC AWD, la sexta relación no llega a los 50 km/h a 1.000 rpm, mientras que en el Mitsubishi Outlander 2.2 DI-D 150 CV 4WD —que aprovecha su mayor par (38,7 mkg) a menor régimen de giro (1.750 rpm)— puede irse casi a los 60 km/h, sin que sufran demasiado sus prestaciones. Tanto es así que en este apartado el Mitsubishi supera al Honda. En esta comparativa te hablamos de las sensaciones del Outlander de 2015, del que todavía puedes encontrar unidades a muy buen precio, no es menos el Mitsubishi Outlander 2016, que ha centrado sus mejoras en la estética principalmente.
La selección de un determinado tipo de mecánica no deja de ser un conjunto de prioridades, en las que también tienen su razón de ser el consumo, la suavidad de funcionamiento, la progresividad en la respuesta y un largo etcétera. Por ello, no debemos fijarnos sólo en la escueta cifra de potencia. La muy significativa mayor cilindrada del Mitsubishi Outlander le permite obtener mejor respuesta a bajo régimen y una progresividad más elaborada que el Honda CR-V. Al final, las cifras de prestaciones son bastante similares, con una pequeña ventaja del Outlander 2.2 DI-D, pero nada que indique una superioridad apabullante sobre el CR-V 1.6 i-DTEC.
La progresividad y suavidad de funcionamiento del Mitsubishi Outlander siguen en esta línea de superioridad, mientras que en el consumo las tornas se cambian: el Honda CR-V es más austero, entre 0,3 y 0,4 l/100 km, una cifra que, siendo importante, tampoco es decisiva de cara a una elección. en ciudad hemos verificado unos consumos de 7,3 l/100 km en el CR-V y de 7,6 l/100 km en el Outlander. En carretera: 6,2 y 6,6 l/100 km respectivamente.
Honda CR-V y Mitsubishi Outlander: tracción 4x4
Nuestros dos protagonistas disfrutan de tracción a las cuatro ruedas a partir de sistemas diferentes. El Honda CR-V circula como un tracción delantera mientras hay adherencia, traspasando par a las ruedas traseras cuando aquélla se pierde. En el tráfico abierto, la efectividad del sistema nos ha parecido menos resolutiva que la de su rival, notándose en el Mitsubishi Outlander una vivacidad del tren trasero en situaciones límite de adherencia, bien superior a la del Honda. Por ello, en general, el comportamiento del Honda CR-V es claramente más subvirador, también influenciado por una monta de neumáticos más destinada al confort que a la precisión de la dirección y del propio tren director. En esto también influye una suspensión de elasticidad más amplia y que genera un confort de marcha más elevado, que se ha tratado de optimizar mediante modificaciones en la geometría de la suspensión en relación con la versión anterior.
Donde ninguno de los dos muestran grandes diferencias es en su capacidad de detención. En ambos la capacidad de parada es notable, mostrando el Honda CR-V una resistencia sobresaliente al trabajo intenso, algo que el Mitsubishi Outlander no llega a mostrar, por más que la pérdida de efectividad sea mínima. También conviene destacar el sistema de frenada automática del CR-V que, si te descuidas, te dará el susto de tu vida, si mantienes una distancia corta y en disminución frente a un obstáculo frontal, ya sea estático o en movimiento. El frenazo consecuente y el apretón con que te obsequia el cinturón será muy seguro, pero tu corazón tardará un tiempo en recobrar su ritmo normal.
Honda CR-V y Mitsubishi Outlander: desde dentro
Entre nuestros dos protagonistas hay una diferencia substancial, aunque no siempre interese a sus hipotéticos compradores: la capacidad del habitáculo. El Mitsubishi Outlander es un modelo con tres filas de asientos en su habitáculo, lo que le capacita para transportar hasta siete personas. El Honda CR-V no ofrece esta posibilidad. Sin embargo, sí presenta el Honda un maletero claramente más voluminoso, algo lógico porque buena parte del espacio existente en la zaga, su rival lo dedica a los asientos adicionales. Entrando en ambos, las diferencias de diseño son claras, manteniendo Honda su imagen deportiva, mientras Mitsubishi juega al clasicismo de manera más apreciable. El puesto de conducción del primero es algo más anárquico, también porque posee más mandos secundarios, de acuerdo a su profuso equipamiento en materia de seguridad electrónica.
En cualquier caso, en ambos se disfruta de una buena posición de conducción, con reglajes de volante y asiento suficientemente generosos para personas de distintas tallas. En lo relativo a los asientos, hemos de incidir en que los del Honda nos han convencido más, porque al mullido y al diseño de los del Outlander les falta capacidad de acogimiento. La anchura es más que generosa para las plazas delanteras, mientras en la segunda fila la anchura del Honda CR-V es mínimamente superior. Eso sí, su banqueta no cambia de posición, mientras que en el Mitsubishi Outlander se desliza hasta 24 centímetros, para ajustar el confort de los pasajeros si hay que usar las dos plazas postreras o no.
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