Cuando viajamos por carretera, no es raro encontrarse con furgonetas que nos pasan a toda velocidad. Es evidente que son vehículos mucho más eficaces de lo que parece. Es tanta su eficacia y rapidez, que si se meten en el taller y se las "prepara un poco", puedes incluso competir en circuitos. Así nació hace unos años la Ford Transit Trophy, una divertidísima y "alocada" competición en la que tuvimos el honor de participar.
El trofeo monomarca Ford Transit Trophy llegaba a España, concretamente con la disputa de la carrera en el madrileño circuito de El Jarama. El Ford Transit Trophy tenía su origen en Portugal, un país que vive el automovilismo con pasión y donde este tipo de carreras tenían una gran repercusión.
La furgoneta Ford Transit utilizada para este trofeo contaba con una preparación muy sencilla, dado que se ha intentado mantener la mayoría de los componentes de serie. ¿El objetivo? Demostrar la fiabilidad y eficacia del conjunto y, como pudimos comprobar, con resultados absolutamente sorprendentes.
Ford Transit de carreras, sus detalles
Para convertir la Transit en un eficaz vehículo de competición, se rebajaba el peso al máximo, sustituyendo las puertas de acceso a la caja, lateral y trasera por otras realizadas en kevlar, mientras que los cristales, a excepción del parabrisas, se sustituyen por otros de material plástico. El motor cuatro cilindros de 2.2 litros permanece de serie, si bien se sustituyen el filtro de aire, el sistema de escape y también se ha reprogramado la gestión electrónica con lo que la potencia aumenta de 140 a 185 CV, mejorándose asimismo notablemente la cifra de par. Tanto la caja de cambios de seis marchas, como el embrague y transmisiones no varían, si bien se han montado discos de freno de mayores dimensiones, aprovechando material de serie de otros modelos de la marca. Delante se emplean discos de 350 mm que sustituyen a los de 300 mm, mientras que en la parte trasera los tambores dejan paso a discos ventilados.
De todas formas, no cabe duda que donde más se trabajaba es en el apartado de suspensiones. Se conserva la arquitectura original, pero se montan amortiguadores Bilstein con muelles Eibach de altura regulable, que en la parte trasera se ubican verticalmente, lo que obligaba a realizar algunas modificaciones en el piso. Se montan asimismo espectaculares llantas de 18” calzadas con neumáticos de competición, concretamente los mismos que empleaban en su momentos los World Rallye Car. Esta es la única monta capaz de soportar el peso de la Transit, si bien es verdad que para tratarse de una furgoneta es bastante contenido y apenas supera los 1.500 kg.
El habitáculo de la Transit Trophy cuenta con todas las medidas de seguridad que se exigen en competición. Se incluye un completísimo arco de seguridad con el que se mejora además la rigidez del conjunto de forma considerable.
Ford Transit de carreras, nuestra impresión al volante
Al recordar esta trepidante experiencia, la postura era la típica de una furgoneta, pero sentado en el backet de competición, bien atado con los arneses y con el volante de piel vuelta muy a la mano, la sensación cambia completamente. Era sólo un presagio de lo que nos esperaba, ya que una vez en pista la Transit Trophy se comportaba casi como un coche de competición. Aunque iba sentado muy alto, tenía un tacto muy Racing, apenas balanceaba, se sujetaba francamente bien y el comportamiento era muy parecido al de cualquier compacto de tracción delantera. Tendía a subvirar, pero tanto en los cambios de apoyo, como en frenadas al límite, la trasera se insinuaba con facilidad. El motor sorprendía por su rendimiento y capacidad de respuesta, mientras que el cambio de seis marchas se adaptaba muy bien al trazado del Jarama, aunque convenía olvidarse de las marchas 1ª y 2ª, era preferible aprovechar la abundantes dosis de par que desarrollaba el motor y rodar en marcas largas. Las enormes dimensiones se olvidaban rápidamente y en contra de lo que pudiera parecer, tampoco ayudan los rebufos; eso sí, los adelantamientos no eran precisamente fáciles. La capacidad de frenada resultaba impresionante, aunque el tacto de pedal era bastante esponjoso y perdía consistencia en las apuradas más violentas, pero se podía apurar muchísimo.
La diversión a los mandos de la Transit Trophy estaba asegurada y lo mejor de todo es que el público parecía pasarlo en grande. Te podemos asegurar que este espectáculo era de los buenos y aún lo recordamos con cierta nostalgia y alegría.
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