El Skoda Superb siempre ha sido un Volkswagen Passat a lo grande, pero con estratégicas diferencias lo suficientemente significativas para que, en general, cada modelo tuviera su lugar en el mercado. El primer Superb era un modelo muy vinculado también en el diseño con el Passat contemporáneo (de hecho se basaba en el Passat de batalla larga fabricado en China para ese mercado), pero llegó en la fase final de la vida comercial del Passat europeo y siendo un buen coche, en cierto modo pronto resultó un modelo veterano frente a la nueva generación del Passat. Argumentaba un precio que justificaba que fuera un "Passat antiguo" y no le faltaban otros argumentos atemporales, como sus enormes plazas traseras casi de limusina y maletero.
El diseño de la segunda generación del Superb marcó muchas diferencias con el Passat, con el que técnicamente seguía siendo un clon. Hoy la tercera generación de la gran berlina de Skoda llega al mercado apenas un año después del Passat y con un diseño definitivamente tan moderno y sofisticado, sin renunciar a la elegancia, como el propio modelo.
Mismo esqueleto
Desarrollados sobre la misma plataforma, la prolífica MQB del Grupo, Passat y Superb comparten todos sus componentes mecánicos y solo el Superb renuncia por ahora a algunos de los motores más potentes disponibles en el Passat, como por ejemplo el 2.0 BiTDI de 240 CV. En nuestro mercado, la renuncia es mayor. En gasolina sólo se ofrecerá el Superb con el motor 1.4 TSI 150 CV ACT. El Passat cuenta en gasolina con versiones 1.4 TSI de 125, 150 y 180 CV.
El Superb puede contar con el cambio DSG y también con tracción integral, como el Passat. Por primera vez en la marca, llegan los amortiguadores activos, por lo que dinámicamente el Skoda resulta tan buen producto como el Volkswagen. En este sentido, su calidad de rodadura es extraordinaria, como lo es en un Passat equivalente. El Superb estrena también inéditas soluciones en la marca, como el freno de mano eléctrico, el control de crucero activo o el sistema activo de mantenimiento de carril.
Tan solo el Superb renuncia a los sofisticados faros completos de ledes y al cuadro de relojes configurable en pantalla de gran tamaño TFT que puede montar el Passat, pero en ningún caso descatalogan a las soluciones del Skoda: bixenon activos y pantalla central táctil. Por su parte, ofrece otro tipo de soluciones prácticas, como dos paragüeros o soportes traseros para tablet que no existen en el Passat, por ejemplo.
El Superb sigue haciendo de sus plazas traseras y maletero (625 litros, el más grande del mercado entre las berlinas), los mejores argumentos para quien busca espacio de carga y plazas posteriores casi de limusina. El portón trasero también aporta un plus de practicidad, frente a la tapa convencional de un Passat, que no por verse superado por el Superb, también ofrece unos niveles de espacio (maletero de 580 litros) y habitabilidad sobresalientes.
El valor de marca seguramente siga sea lo que más pese al Superb, más cuando el modelo aspira a un estatus superior y por ahí la imagen vale mucho. Además, Skoda no quiere que el precio sea un argumento clave del nuevo Superb. Seguirá teniendo precios competitivos, pero en consonancia con el valor de su nuevo producto, que transmite tan elevada calidad de fabricación como el Passat. Sin campañas promocionales por el momento, de las que sí dispone el Passat, el Superb incluso parte de precios superiores a Passat equivalentes.
Por eso, el Passat puede ser mejor inversión no solo, curioso, por su precio de adquisición, también por su valor residual al cabo de los años. El Superb es más que nunca como un mismísimo Passat más grande. Y quizás hasta más bonito. Pero le falta ganarse la credibilidad del mercado. No la mía.
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