El Kia Niro supone la primera aplicación de la nueva plataforma específica para vehículos ecológicos de Kia, desarrollada independiente del resto de modelos de producción. Por ello, los sistemas de propulsión también son novedosos. Habrá tres opciones diferentes: un eléctrico, con 120 CV y una batería de 28 KWh —que acompañará al ya existente Soul EV—; un híbrido enchufable, por el que habrá que esperar al segundo semestre de 2017 y un híbrido convencional, que por el momento es el único que está a la venta. En este caso, cuenta con un motor 1.6 GDI con inyección directa de gasolina que funciona en ciclo Atkinson, con recirculación de gases de escape refrigerada y una carrera en sus cilindros muy larga combinada con un diámetro muy estrecho para así maximizar el rendimiento térmico. Además, el sistema de recuperación de calor del escape, para acelerar la fase de calentamiento del motor, también permite aumentar su eficiencia. Su rendimiento es de 105 CV y 15 mkg, pero no está solo, le acompaña un motor eléctrico que rinde 43 CV y 17,3 mkg adicionales, para en conjunto conseguir una potencia máxima de 141 CV y un par de 27 mkg.
Aparte de por su magistral integración, el conjunto sobresale por su compacidad, lo que permite un mejor reparto de las masas así como un peso menor. La batería de iones de polímero de litio también destaca por su reducido peso —33 kg—, con una capacidad de 1,6 kWh. Se sitúa bajo el asiento trasero junto al depósito de 45 litros de gasolina para no restar capacidad de carga al maletero.
Kia Niro, con cambio de doble embrague
Uno de sus dispositivos más llamativos es su caja de cambios, de doble embrague pilotado con 6 velocidades, en lugar de un variador continuo o de engranajes planetarios como suele ser habitual en otros híbridos. Y quizá ésta sea una de las características más importantes del Niro, pues su conducción se asemeja mucho a la de cualquier otro coche con motor de gasolina atmosférico y un competente cambio automático. Así, la diferencia de ruido entre rodar sólo con el motor eléctrico a que se ponga en funcionamiento el térmico mientras imprimimos suficiente carga al acelerador no resulta tan notable, pero también es muy grata su inmediatez, sin esa sensación típica de resbalamiento. Eso sí, la interacción entre ambos motores resulta algo más perceptible, aunque no tanto como para repercutir en el agrado de uso. La base de partida es la caja DCT conocida en otros Kia, pero más ligera y compacta, con unos rodamientos de muy baja fricción así como un aceite de reducida viscosidad para minimizar el rozamiento mecánico, que a la postre aumenta su eficiencia y respuesta mientras reduce el nivel sonoro. Con una 6ª de casi 49 km/h cuenta con unos largos desarrollos de cambio para reducir consumos lo que también hace anhelar, en alguna circunstancia, una sensación de mayor par motor si no se maneja en modo manual.
Otro elemento que sobresale, sobre todo por lo desapercibido que pasa, es el pedal de freno. En todo híbrido en un solo pedal en realidad hay dos frenos, la primera parte de su recorrido exclusivamente eléctrico, el llamado freno regenerativo capaz de recuperar energía para seguidamente almacenarla en la batería, y la segunda mecánica, en el que entra en concurso la fricción, cuando a través de un impulso las pastillas de freno «muerden» los discos. Conseguir que se sienta la frenada lineal y uniforme, sin saltos ni diferencia de tacto en el pedal en el concurso de los dos sistemas es muy complicado. Pero esto no es problema para el Kia Niro, con un tacto solvente que se ve refrendado por unas distancias de detención de deportivo: con 71 metros recorridos para detenerse desde 140 km/h según ha registrado nuestro Centro Técnico. Eso sí, muy bien apoyados por los Michelin Pilot Sport 4 que acompañan a las llantas de 18” del acabado Drive.
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