Uno de cada tres accidentes que tiene lugar en las carreteras españolas está causado por la distracción del conductor. Las más habituales están relacionadas con el uso del móvil. Su utilización, nos cuentan diversos estudios, multiplica por cuatro las posibilidades de sufrir un siniestro. Pero, si bien hablar por teléfono mientras conducimos -utilizando o no dispositivo "manos libres"- es en sí una situación de riesgo, de un tiempo a esta parte se ha incrementado el uso del mismo con otra actitud todavía más peligrosa, enviar mensajes. Porque leer y escribir SMS, Whatsapp, o conectarse a las redes sociales al volante resulta más peligroso que mantener una conversación telefónica. Y es que, cuando hablamos mientras circulamos dividimos la atención entre la conducción y la conversación, mas cuando escribimos un mensaje la situación también es la misma, con el agravante de que además desviamos la vista de la carretera y que necesitamos ocupar una mano.
Pero, ¿cómo afecta realmente a nuestra capacidad de reacción leer y enviar mensajes al volante? En AUTOPISTA hemos comprobado que hacerlo en estas condiciones duplica e incluso llega a triplicar el tiempo empleado en reaccionar ante un imprevisto, limitando la capacidad de actuación ante una situación que nos surja en nuestro camino. Un tiempo que, traducido a distancia, circulando a 120 km/h alcanza los 24 metros extra de media, obteniendo mediciones en los peores casos de casi 50 metros extra en los peores casos. A esto hemos de sumar el tiempo y la distancia que necesitamos para frenar o esquivar el obstáculo de que se trate y el momento previo de buscar el móvil. La reacción instintiva del conductor es rebajar la velocidad, pero incluso circulando a velocidades extremadamente bajas dejamos de visualizar demasiada información.
Salidas de vía
Con la mente y los ojos puestos en nuestro móvil, las reacciones ante las situaciones del tráfico se ralentizan. Ese retardo provoca que no mantengamos una velocidad constante, ni una distancia de seguridad con el coche de delante y por supuesto que no veamos a otros elementos de la vía. Según las estadísticas de la DGT, la salida de la vía, el choque con el vehículo precedente y el atropello son los accidentes más comunes de los conductores entretenidos con su móvil.
Momentos de más peligro
Dos son los momentos de peligro en la recepción del mensaje de móvil. El primero, buscando el terminal, según nuestras propias mediciones puede suponer hasta 45 segundos en los que apartamos ocasionalmente la vista de la carretera y una mano del volante. El segundo, en el que leemos y respondemos, puede llevarnos a más de 1 minuto.
Nuestras pruebas
Para la realización de las mismas hemos contados con cinco conductores de variada tipología.
1ª PRUEBA: Medimos el tiempo que tarda en reaccionar un conductor que, mientras está al volante, envía y recibe mensajes en su móvil. Nuestros 5 conductores circulan a una velocidad constante de 80 km/h por una pista mientras, desde los márgenes, se lanzan pelotas en diferentes tramos. La medición comienza en el momento del lanzamiento y acaba cuando el conductor reacciona, frenando o esquivándolas. Primero realizamos la prueba sin manipular el teléfono y luego manejándolo.
Medir esas décimas de segundo que tardamos en ver y actuar ante un imprevisto que surge en nuestro camino ha sido el objetivo de esta prueba. Partimos de una premisa, el tiempo de reacción resulta en cierta medida aleatorio ya que al dividir la mirada entre la calzada y la pantalla depende en gran medida de dónde tengamos la misma en el momento de aparecer el obstáculo. Por ello, establecemos un promedio de cada uno de los cinco conductores extraída de cuatro mediciones distintas. En casi todos los casos, manejando el teléfono móvil, los conductores, necesitaron, como mínimo, el doble de tiempo para reaccionar. Solo uno de ellos se mantuvo por debajo, no llegando a necesitar de media el doble de tiempo, pero acercándose mucho. Por contra, otro de ellos necesitó casi 2,5 veces más de tiempo para poder frenar o esquivar el obstáculo de la calzada. En dos de las veinte mediciones, llegó a multiplicarse por tres. Es decir, mientras sin teléfono necesitaba como promedio 0,58 segundos, cuando lo manejaba requería 1,4 segundos. Traducido a metros, circulando a 80 km/h, las 7 décimas extras que de promedio necesitaron los conductores para reaccionar cuando enviaban y recibían mensajes de texto al volante suponen recorrer 16 metros. Distancia durante la cual el conductor es ajeno al imprevisto que ha aparecido en su camino y que aumentará su distancia de frenada total. Algunos conductores necesitaron un tiempo extra superior a un segundo, lo que supone recorrer casi 30 metros sin que el conductor sea consciente de que delante tendrá que reaccionar. Resultados.
Sin teléfono Con teléfono
Conductor 1 0,62 seg 1,36 seg
Conductor 2 0,64 seg 1,34 seg
Conductor 3 0,58 seg 1,42 seg
Conductor 4 0,73 seg 1,59 seg
Conductor 5 0,50 seg 1,00 seg
29 metros extra circula "a ciegas" un conductor para reaccionar.
2ª PRUEBA. Buscamos determinar cómo el hecho de enviar y recibir mensajes al tiempo que conducimos incrementa el número de errores cometidos. Un sencillo slalom de conos, pasando primero sin manipular el teléfono y luego con él, a baja velocidad, simulando una conducción urbana nos da las pautas.
Un sencillo slalom de conos nos sirve para valorar el incremento del número de errores que supone, incluso a velocidades inferiores a 30 km/h en muchos casos, escribir y leer los mensajes de nuestro móvil mientras vamos conduciendo. Aunque los perfiles son diversos (algunos participantes tienen más experiencia conduciendo y enviando mensajes al volante que otros), lo cierto es que todos tienden a reaccionar de manera muy similar en estos casos. En primer lugar, optan por reducir la velocidad, un 37 por ciento de media, pasando de 40 a 25 km/h. Escribir correctamente y mantenerse atento a la conducción son dos tareas que requieren demasiada concentración y a todos ellos les resulta muy difícil hacer ambas cosas razonablemente bien a velocidades superiores a 30 km/h. Observamos que mientras escribimos perdemos soltura en la conducción, las maniobras se vuelven tardías y violentas. Incluso los más experimentados cometen numerosos errores teniendo que volver a corregir la primera trayectoria en más de la mitad de los conos ya que se equivocan con la primera maniobra. Uno de los conductores incluso se llevó un cono por delante en cada una de las dos pasadas de la prueba. Si comparamos las primeras pasadas, sin manipular el teléfono con las segundas, manejándolo, comprobamos que se producía un 74 por ciento de errores. Ningún participante trazó ni siquiera la mitad de los conos bien, el que menos errores cometió, un 55 por ciento, el que más, un 88. En nuestra prueba sólo se trata de conos pero en la vida real puede ser la esquina de un coche, un ciclista... Resultados.
Conos derribados % Total conos
Conductor 1 8 88,9%
Conductor 2 5 55,6%
Conductor 3 7 77,8%
Conductor 4 8 88,9%
Conductor 5 6 66,7%
74 porcentaje extra de errores cometidos al mandar mensajes.
Mucho más lentos
Cuando conducimos al mismo tiempo que consultamos el teléfono móvil reducimos automáticamente la velocidad de forma drástica, si no, escribir un mensaje con sentido se hace imposible.
Sólo una mirada
Cuando conducimos, el 90 por ciento de la información del tráfico nos llega a través de la vista, una información que se ve reducida cuando manipulamos a la vez el móvil. Mientras escribimos o leemos mensajes dividimos la mirada entre la carretera y el teléfono, requiriendo la primera acción una mirada más continua. Pero no en todos los casos los conductores dedican el mismo tiempo a idéntica tarea. Así, hemos apreciado que mientras unos conductores miran de media al teléfono el 40 por ciento del tiempo, otros lo hacen entre un 60-70%.