A día de hoy, estos tres motores 1.6 Diesel de Honda, Peugeot y Renault son tres excelentes referencias mecánicas y cada uno de ellos te aportará un significativo valor añadido a cada modelo en cuestión. El Renault Mégane puede presumir de montar el motor 1.6 Diesel más potente (130 CV) del mundo y en consecuencia, no solo es el modelo más dinámico entre los equilibrados 1.6 Diesel del mercado, sino que se encuentra muy cómodo rivalizando con los potentes (y más pesados y caros) bloques 2.0 Diesel de 150 CV que disponen apenas unos pocos compactos del mercado.
La historia es muy diferente en el Peugeot 308. En el Peugeot la sensación es la de contar con el 1.6 Diesel más suave, lineal de respuesta y refinado del momento, una mecánica de ‘solo’ 115 CV, pero con una puesta en escena exquisita. Por su parte, Honda toca ambos extremos y los 120 CV de su 1.6 i-DTEC resultan tan enormemente agradables, como prestacionales.
Consumos de mechero
Antes de concretarte más cosas de cada uno, decirte que aparece un factor común, irrenunciable en los tres modelos: sus bajísimos consumos de combustible en el día a día, con medias entre ‘4 altos y 6 bajos’ para cumplir con todo tipo de trazados y modos de conducción.
Como es fácil imaginarse, el Mégane es el modelo más rápido de motor, pero también es el más temperamental y, aunque muy suave de funcionamiento, también percibes por su fuerte respuesta cierto aroma deportivo. En este sentido, son determinantes los desarrollos de su cambio, sorprendentemente los más cortos a partir de 3ª velocidad y con una 6ª equivalente a la generosa 5ª del 308. Por todo esto, el Mégane es claramente el modelo más reactivo a tus órdenes de acelerador- y freno- y el más despreocupado para solventar maniobras de adelantamiento, coronar repechos o adaptar tu ritmo pisando únicamente más o menos el acelerador. Aunque no por ello te permite abusar de su bajo régimen en sus marchas más altas, porque por debajo de 1.750 rpm también es claramente el motor más débil. Te obliga casi a fijar ese límite y poco después, a 2.000 rpm, ya es el más potente. En esta corta transición su entrega es muy viva o deportiva, como más te guste.
Por su parte, desde la puesta en marcha el 1.6 e-HDI del Peugeot te transmite muchísima suavidad y escuchas muy poco ruido mecánico, seguro que también por el buen trabajo de filtración en el moderno 308. El 1.6 e-HDI no tiene la ‘explosividad’ del 1.6 dCi, pero desde muy abajo su empuje aparece constante y une sus extremos con una progresividad y finura que transmite muchísimo agrado de conducción. Mueve desarrollos muy generosos y la 6ª te lleva muchas veces a sentirla muy larga y la ignoras en algunos trayectos, pero cuando resulta operativa, a partir de unos 100 km/h, propone buena respuesta con regímenes de giro tan bajos, que de nuevo hay que hablar de comodidad y agrado de conducción. En ciudad también hay que alabar su enorme agrado de uso por su fantástico sistema Stop-Start. Frente a los Stop-Start convencionales del Mégane y Civic (el propio motor de arranque se ocupa de los rearranques en las detenciones del tráfico, semáforos, etc), en el 1.6 e-HDI es el alternador el encargado de los rearranques, haciéndolo con una rapidez, bajísima rumorosidad y suavidad, que exalta otra vez más el refinamiento de todo el conjunto mecánico.
El Civic, renovado ligeramente este año, es todo equilibrio. Combina prácticamente el mismo agrado de respuesta progresiva desde muy bajo régimen que tiene el Peugeot, con una fuerza y constancia de aceleración muy cercana a la del Renault y con unos desarrollos de cambio entre medias de uno y otro. Su propuesta es la mejor para combinar todo tipo de trazados, porque en la práctica, tiene la solvencia dinámica del Renault, pero con regímenes de giro más bajos, lo que agradeces mucho en autopista, en esos momentos en los que a veces buscas una 7ª marcha en el Mégane. El motor del Honda, fabricado como el del Peugeot todo en ligero aluminio (el bloque del Mégane es de hierro) también resulta ejemplar por su afinadísima huella sonora, siendo seguramente el Diesel con menor ruido a Diesel del mercado. Un último apunte: la distribución del 1.6 i-DTEC del Civic y del 1.6 dCi del Mégane es por cadena y por correa dentada en el 1.6 e-HDI del 308, que deberás sustituir, eso sí, en unos lejanos 175.000 kilómetros o 10 años.
Un motor, un bastidor
No debe ser casualidad que el Mégane cuente con una suspensión un punto más firme que sus rivales, que le reporta mucho aplomo y un guiado muy fácil. Y eso que no pone Sport en su denominación. Quizás en autopista sientas que le puede sobrar firmeza, pero en carretera de doble sentido y con curvas de por medio transmite muchísima confianza. Aun con menos sección de neumático que sus rivales, su tren delantero puede llegar a ser el más directo e incisivo y cuando flirteas con su lejano subviraje, la trasera aporta direccionalidad al desacelerar sin que lleve a alertarte. Hay mucho y buen trabajo geométrico en sus suspensiones, cuando además su control de estabilidad apenas sientes que intervenga en su dinámica.
Como no puede ser de otra manera, el 308 tiene un rodar más filtrado, que no más ‘fofo’. Lo sientes también firme (pero más refinado), reactivo y muy estable y obtienes la misma confianza para trazar curvas. Gira muy rápido y sientes que su trasera favorece también los giros rápidos, pero en su caso el control de estabilidad propone ayudas o correcciones que están, por otra parte, magistralmente integradas.
El tacto de rodadura del Civic también tiene un punto de firmeza que te transmite confianza y solidez. Lo llegas a sentir deportivo por su buen tacto de dirección y entrada en curva, por cómo la trasera también da la cara si vamos muy deprisa, pero quizás en tu último envite, el Civic se vuelve más perezoso.
Si eres de los que motor y bastidor son el 99 por ciento del coche, espero que tengas claras las ideas, pero no por ello obvies el enorme maletero (500 litros) y la peculiar función de abatir la banqueta posterior para ganar más espacio de carga en el Civic. Quizás el puesto de conducción del 308 con el volante bajo y el cuadro de relojes alto te sirva también de argumento. Y si del ‘veterano’ Mégane no te destaco nada de puertas hacia dentro, sí te diré que no tiene fisuras.