Imagino que estarás pensando en el Volvo S60 como rival directo del VW Passat, cuando por tamaño, segmento y precio el gran S80 está en un peldaño superior. Pero hoy día, ni este moderno súper Passat está tan lejos del S80, un modelo que no para de renovarse pero que data de 2006, ni esta vez nos ha podido facilitar Volvo el S60 equiparable (D5 biturbo AWD Geartronic) a esta sofisticada versión de la ambiciosa berlina media de Volkswagen. Pero en cualquier caso, seguro que extraes interesantes conclusiones.
Este poderoso Passat 2.0 TDI BiT me ha recordado en gran medida a aquel sorprendente W8 de hace tres generaciones. Modelo técnicamente vinculado al Audi A4 contemporáneo, el Passat W8 llegó a montar un exclusivo bloque de gasolina 4.0 de 8 cilindros y 275 CV, motivo, entre otros, por el que el Passat aspiró a sentirse como una berlina premium, aun sin la imagen necesaria.
Ni imagen, ni calidad, ni mecánica, ni nada le ha faltado nunca al S80 para obtener ese rango y en una categoría de berlina superior, aun partiendo de la plataforma del Ford Mondeo anterior, herencia de cuando Volvo era integrante de aquel Grupo Premier en el que Ford aglutinaba marcas de prestigio. También este S80 lució en sus primeros años bloque V8 de gasolina, en su caso un 4.4 litros de 315 CV desarrollado con Yamaha que, como curiosidad, fue único con su colocación transversal en el S80.
Diesel exclusivos
Eso es pasado, y hoy día Passat y S80 tienen en estas mecánicas Diesel sus motores más exclusivos. Y no necesariamente por recurrir a bloques con muchos cilindros. Me estoy acordando de aquel primer V8 Diesel de BMW (año 1999), un sofisticado 3.9 litros de 245 CV estrenado por la Serie 7 de hace tres generaciones que por la ingeniería aplicada se fabricaba en la mismísima planta donde BMW producía el 4.0 V8 de 400 CV del contemporáneo M5. Hoy, el Passat se basta de un bloque de 4 cilindros y 2 litros para disponer de 240 portentosos y progresivos CV. La clave está en su dos turbos secuenciales, uno pequeño muy apropiado para generar rápidamente presión en la admisión a bajísimas revoluciones, llenando de par (hasta unos exultantes 51,0 mkg) la zona baja del cuentavueltas; y otro capaz de generar mucho caudal de aire en admisión a alto régimen, para sentir como toca poderosamente casi las 5.000 revoluciones sin decaer en el intento y mucho antes firmar esos 240 CV.
Desde no hace mucho tiempo, el S80 utiliza esta misma tecnología del doble turbo secuencial. En su caso, lo aplica sobre una configuración mecánica que es sello inequívoco de Volvo, como son los 5 cilindros en línea y además con bloque de ligero aluminio, como solo contados motores Diesel pueden presumir (de acero el 2.0 TDI BiT del Passat). Aun con 2,4 litros, cede potencia (215 CV) y par (44,9 mkg), pero transmite los mismos exquisitos modales: llenísimo de respuesta desde abajo y con un entusiasmo atípico en los Diesel tocando las 5.000 rpm.
En todo caso, son las vibraciones y la rumorosidad lo que seguramente marcan las diferencias más importantes. Y, en menor medida, las cajas de cambio automáticas. Y por aquí, el moderno Passat se siente más refinado. El 5 cilindros de Volvo nunca suena feo, pero sí se siente en el habitáculo más de la cuenta. Y no solo por decibelios. Las vibraciones que ya desde ralentí llegan a ser muy palpables en el asiento y sobre todo en el volante, no te las esperas en un coche con la prestancia de este S80.
El tacto y acústica del 2.0 TDI BiT del Passat no tienen ningún glamour, como sí sientes diferente y poderoso al D5, pero su suavidad y refinamiento hacen también bueno a este Passat. Y con una marcha de cambio más, la caja de doble embrague DSG del Passat también desahoga más a su motor. El motor del S80 tiene suficiente poderío para mover mucho más desarrollo del que ofrece su "corta" 6ª, pero de las cosas poco factibles para esta generación será contar con otra caja de cambios. Su convertidor de par es agradable, suave y rápido como para competir en el uso cotidiano con el DSG.
Integrales
Rodando con ellos, sientes que pisan con similar aplomo. No parece uno más coche que otro. Son cómodos y se sienten muy estables. Sus sistemas de tracción integral son similares: un embrague central multidisco tipo Haldex prioriza el tren delantero, pero no solo por pérdida de tracción, también por anticipación, según cuánto y cuándo aceleremos y otros parámetros, reparte de inmediato par al eje trasero. En ambos casos, la capacidad de tracción y en consecuencia la normalidad de reacciones es sobresaliente.
La amortiguación adaptativa con tres niveles de dureza ha sido una ventaja en el Passat, pero también está disponible esta tecnología en el S80. Sin ella, el comodísimo Volvo solo parece descompensado en tramos muy virados si rodamos al ritmo que su motor es capaz de imponer. Ahí donde sujetas los movimientos verticales de la carrocería del Passat en su modo Sport sin radicalizar su tacto, al S80 lo sientes más aparatoso de movimientos verticales. Antes, impresiona la alta direccionalidad del tren delantero del Volvo, que apoya y gira de maravilla, pero también llega a un punto que te marca un subviraje que nunca parece llegar en un Passat más liviano de guiado. También la implicación del ESP marca diferencias. En el Volvo sientes claramente su actuación anulando el acelerador y frenando con intensidad sus ruedas; cuando en el Passat todo resulta más armonioso y las intervenciones del ESP las intuyes de reojo por la luz que se ilumina en su cuadro, no porque percibas unas correcciones muy bien integradas en la dinámica del coche.
Hi-tech
El equipamiento de estas versiones termina por confirmar sus estatus. El Passat llega a donde ninguna berlina media ahora mismo puede llegar. En algunos aspectos el S80 ya no está a la última. Volvo es una pequeña gran marca que quizá le falta ritmo, pero sus modelos tocan la cima de la industria cuando salen al mercado. Deléitate con lo que supone hoy un XC90. Con el sustituto del S80 (se denominará S90), aprovechándose del desarrollo técnico del nuevo SUV de la marca, no verás esta comparativa. Ni por la categoría de los coches, ni por sus precios.
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