Zumbido sin vociferar o rugido a grito pelado, ésa es la cuestión. ¿Sería capaz la súper estrella mediática eléctrica de Tesla, su Model S P85D, de aguantar la presión de aceleración de todo un Mercedes CLS 63 AMG S? Desde que la conocimos, no pudimos quitarnos la idea de la cabeza. Pero…. ¿y si además rizábamos el rizo intentando citar a los dos en un entorno que pusiera también a prueba la tracción total de dos de las berlinas más potentes y exclusivas del mercado? Perfecto, la climatología se alía con la causa y lo primero que recoge nuestro fotógrafo a través de su lente es lluvia y nieve. Se dan hoy todas las condiciones para la batalla.
Tesla Model S P85D: la revolución eléctrica
Y, de inicio, prometía. El Tesla Model S P85D nació en su día como el sedán más rápido del mundo, capaz de homologar un 0 a 100 km/h en sólo 3,1 segundos. Aunque es verdad que ya presenta una nueva actualización P90D que eleva su potencia momentánea a 772 CV y rebaja sólo una décima más su aceleración (3,0 segundos), los 700 CV oficiales (o 515 kW para ser más exactos) del P85D ya aseguraban un duelo frenético. Sí, porque si algo ha conseguido el Tesla Model S es revolucionar la conducción y el mundo digital. Ningún coche hasta hoy había provocado tanto interés en Internet y, más en concreto, en la plataforma de vídeos Youtube: puedes ver hasta 26.000 vídeos con carreras de dragster y pasajeros enloquecidos con su frenética aceleración. Y la consigue gracias a sus dos motores eléctricos: uno de 476 CV en el eje trasero y otro nuevo de 224 CV en el delantero. Ambos le proporcionan la tracción total… y una eficiencia absoluta.
Mientras los técnicos alemanes de electro-movilidad todavía estudian y especulan sobre la potencia y autonomía necesarias en el coche eléctrico en función a estadísticas de uso de los conductores, en Tesla ya han descargado por completo su pistola de electrones. Con sus baterías de 85 kWh completamente cargadas prometen ya casi 500 km de autonomía cero emisiones. Y, al mismo tiempo, un poder de empuje brutal gracias a sus 94,9 mkg de par instantáneo que, eso sí, empleado continuamente a fondo te dejarán con una autonomía de unos cientos de kilómetros menos.
Mercedes CLS 63 AMG S: gasolina en vena
Frente al Tesla, el ansiado anhelo hoy de todo electro-friki, aparece ya un Mercedes CLS 63 AMG S, en este caso un verdadero sueño para cualquier auténtico “petrolhead”. En este caso con una batería de plomo de 12,8 voltios, es capaz de agazapar bajo el capó una auténtica joya de gasolina hoy casi en extinción: un motor V8 biturbo de 5,5 litros y 585 CV de potencia (430 kW). Normalmente no escribimos este valor en kW, pero en una comparativa con un eléctrico justo es no hablar sólo de CV.
Las especificaciones oficiales de este Mercedes CLS 63 AMG S no están muy alejadas. De hecho, homologa un gran 0 a 100 km/h en sólo 3,6 segundos para una berlina de gasolina que, todo hay que decir, pone sobre la mesa un peso que no llega a las 2 toneladas… cuando el Tesla supera los 2.200 kg. Cuestión fundamentalmente de pesadas baterías. Con todo apunto lo más probable es que el coche con la mejor tracción se lleve el gran duelo. Y Mercedes aquí a ataca con su particular sistema 4Matic.
El viejo mundo ya frente al nuevo. No hay sonido alguno en el Tesla Model S y ya tenemos la posición “On” de su interruptor “Insane”… el que catapulta sus prestaciones. Pie a fondo al acelerador, uñas incrustadas y los muelles delanteros responden como un látigo. Sin retraso de potencia, sin deslizamiento, tu cabeza sale disparada hacia atrás como noqueada por el puño del mejor Mike Tyson. Y, como conductores, nos esforzamos para poder tomar aire. ¿Qué clase de infierno eléctrico es éste? La trasera del Tesla ni siquiera se ha movido con la catapulta de voltios americana del Model S. Impresionante.
Mientras tanto en el Mercedes CLS 63 AMG S: modo de conducción en posición RS, para activar su Race Start. Pie izquierdo en el freno para emplearnos con su función Launch Control, gas, subida a 4.000 rpm, soltamos freno, aceleramos a fondo y la súper berlina alemana nos pide un breve momento de reflexión: válvulas, cilindros, engranajes, embrague… hay que ponerse a punto para una óptima respuesta. Esto tiene una duración de apenas una fracción de segundo, pero lo suficiente para que el Tesla Model S ya haya abandonado la parrilla de salida. Al AMG no le ha sentado nada bien. Y con un rugido furioso pone cerco a su caza. Sus diferenciales de bloqueo parcialmente electrónicos luchan sin cuartel para no perder tracción y la siguiente marcha del cambio se activa automáticamente en sólo una décima de segundo.
Pero no es suficiente. El Tesla Model S P85D no necesita lidiar con ningún tipo de sistema de transmisión ni embrague. Su precisa potencia dosificable se ajusta hasta 100 veces por segundo. Y el silencio es abrumador. Independientemente de cómo el AMG rinde en pista mojada, el Tesla Model S se siente más fresco… y más rápido. La euforia ha traspasado ahora mismo lo que habíamos visionado antes en Youtube.
Sin embargo, el poder siempre suele ser un breve placer. Y el Tesla Model S P85D no es tampoco capaz de alcanzarlo de forma siempre sostenida. Los nueve minutos en los que se supone que la batería de 85 kWh entregan toda su potencia a toda velocidad no dejan de ser un valor puramente teórico. Y, además, hay que tener en cuenta que el Mercedes CLS 63 AMG S necesita menos de 5 minutos para alimentar por completo de gasolina a su motor V8… mientras el Tesla Model S te exigirá una planificación de al menos tres cuartos de hora para recargar sus baterías. Para estar en la vanguardia hoy en día en el mundo del automóvil todavía hay que hacer algunas concesiones.
Eso sí, la velocidad a la que el Tesla se está desarrollando es fantástica. Ya todos sus Model S tienen disponibles incluso sistemas de asistencia hasta ahora no aptos como el control de crucero adaptativo o el control de mantenimiento de carril. Y el adelantamiento automático ya se anuncia también en nuevas actualizaciones. Al chasis, en cambio, aún le queda margen de mejora. No está nada mal para este primer intento, pero la precisión y la agilidad todavía tienen más potencial. Claro que el ajuste de dirección y suspensión le hacen ser también una berlina muy cómoda y agradable.
Así que, aunque en aceleración pura haya sido más rápido, cuando llega luego el momento de manejo y diversión, al Tesla Model S no le queda otra que admitir entonces la derrota frente a un Mercedes CLS 63 AMG S más ágil y mucho más ligero. El deportivo de la marca de la estrella es capaz de permitir un deslizamiento controlado incluso en carretera mojada, mientras el Tesla permanece siempre maniatado en todo momento por las riendas del ESP. Eso sí, como en Estados Unidos, su mercado natal, la tracción total es concebida casi en exclusiva como una función de seguridad, y no de mejora de precisión y control para ganar a la vez también velocidad, en la Costa Oeste pueden darse por contentos. Son dos extraordinarias berlinas de dos mundos diferentes.
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