Aunque desde 1999 el Octavia familiar, denominado Combi, disfruta de versiones 4x4, no fue hasta 2007 cuando la marca checa se decidió a lanzar uno de tipo crossover. Es decir, con tracción total, carrocería sobreelevada y distintos aditamentos —fundamentalmente estéticos— para remarcar su espíritu campero. La apuesta, con tanta «moda SUV», fue bien acogida y en 2009 se volvió a reeditar sobre el restyling de la segunda generación. Ya con la tercera a la venta desde 2013, sólo era cuestión de más o menos tiempo que llegase la variante Scout, que irrumpía a finales de 2014. Una versión que por primera vez abandona en nuestro país su nomenclatura Octavia Combi para quedarse como Scout a secas. Cuestión de marketing, pero con el claro propósito de posicionarlo por encima del resto de sus hermanos, como bien muestran los potentes motores elegidos en el arranque de su vida comercial y su completo equipamiento de serie.
Así, el 2.0 TDI de 150 CV con cambio manual de seis velocidades representa el escalón de acceso, mientras que por encima, en Diesel se posiciona un 2.0 TDI de 184 CV con cambio automático DSG de doble embrague pilotado y en gasolina un sedoso 1.8 TFSI de 180 CV también con cambio DSG. Hacia el mes de mayo se sumará un más económico 1.6 TDI de 110 CV, pero con el mismo nivel de equipamiento.
2.0 TDI 150, ¿la mejor ecuación?
Con el 2.0 TDI de 150 CV, frente a sus hipotéticos rivales ofrece muy buenas prestaciones, especialmente en aceleración, pero puesto que no es un coche ligero, dado que ha de tirar de la tracción total —aunque ha reducido su tara, con un ahorro de 22 kg frente al Scout precedente según cifras de nuestro Centro Técnico—, no es descabellado mirar al 2.0 TDI de 184 CV, sobre todo por la inclusión del excelente cambio automático DSG, aunque todo ello supone un desembolso extra de 2.400 euros; que en el campo de las opciones dan para mucho. No obstante, el cambio manual es agradable y preciso, aunque con una palanca de recorridos ligeramente largos. Convence la dirección y la precisión de su tren delantero, si bien al haber elevado la carrocería ha perdido algo de agilidad. Pese a ello, ofrece un buen dinamismo, gran aplomo y contenidos balanceos de carrocería, con un excelente agarre de sus neumáticos puramente de asfalto Continental ContiSportContact3. A lo que suma una eficaz tracción total a través de un sistema multidisco Haldex de quinta generación —más rápido y ligero— que envía par al tren trasero desde la arrancada y que se combina a la perfección con un control de estabilidad que hace las veces de diferencial electrónico.
Es un propulsor que sobresale por su suavidad y elasticidad, aunque su rumorosidad no es muy baja. Es más rápido que su predecesor, pero, sobre todo, mucho más eficiente, ya que rebaja en medio litro su consumo en carretera y casi 1,5 l/100 km en ciudad; cosas de la electrónica, la Euro 6 y, por supuesto, la inclusión del Stop&Start.
Carretera y pistas de tierra
Por campo no debemos olvidar que se trata de un crossover, no un todo terreno, aunque con este Scout podamos rodar fuera de carretera con mucha mayor tranquilidad que con un Octavia Combi 4x4. El secreto está en su mayor altura libre al suelo, que crece gracias a una amortiguación que se eleva 31 mm; con muelles más largos, nuevos amortiguadores y una barra estabilizadora más gruesa. Pese a ello su altura libre al suelo es escasa, menor a la de un SUV, y los recorridos de su amortiguación también son más cortos que en éstos. Muy interesante es el protector de bajos, que en otros países se comercializa como opción para carreteras en mal estado. Sus paragolpes y pasos de rueda en plástico negro son menos susceptibles de rayarse con las ramas, pero tampoco es un coche para meter en una trialera o para afrontar grandes obstáculos, en los que se ve muy penalizado por sus ángulos ventral y de ataque.
Con total solvencia
A caballo por sus dimensiones exteriores entre el segmento C, del que parte su estructura, con rivales como el Golf Alltrack, el León X-Perience o el Volvo V40 Cross Country, y el D, con modelos como los Audi A4 Allroad, Opel Insignia Country Tourer, Subaru Outback, Citroën C5 Cross… al analizar su interior no debemos pasar por alto este importante detalle. Así, su habitáculo no sobresale por altura y anchura frente a los modelos del segmento C, a los que supera claramente por espacio para las piernas, situándose entre los mejores del D. Pero su valor más destacado es el maletero, que supera a todos, situándose 30 litros por encima del Outback y 85 de los ya amplios Passat Alltrack o C5 Cross. Además, ofrece detalles de gran utilidad, como los ganchos retráctiles para colgar bolsas, los mandos para abatir los respaldos de los asientos y así ampliar la superficie de carga (1.040 litros, aunque no es plana, ya que cuenta con un ligero escalón) o una práctica trampilla para introducir objetos largos como esquíes. Su portón, una vez abierto, queda a una altura considerable, por lo que para los más bajos puede ser muy buena opción recurrir a su accionamiento eléctrico (375 euros).
Sobresale por su ergonomía, con múltiples posibilidades de regulación y unos mandos bien pensados que siempre caen a mano y son cómodos de accionar. Los asientos recogen bien el cuerpo, aunque en trayectos largos, tras varias horas al volante sin parar, procuran una aparición de fatiga antes que con algunos de sus rivales. Destaca también la calidad de sus acabados, con materiales que ofrecen buena presencia y tacto, sobre todo comparado con el Octavia de segunda generación.
Un acabado, muchas opciones
El Scout dispone de un único equipamiento, bastante nutrido en su dotación de serie, con un buen número de elementos opcionales. Algunos con precios muy razonables y otros algo elevados, como el asistente de aparcamiento (1.000 euros) o el paquete de faros bixenón y led diurnos y traseros (1.040 euros). Pude contar con muchos de los últimos sistemas de ayuda a la conducción ya vistos en sus primos del Grupo Volkswagen con plataforma MQB, como: la frenada automática «Front Assistant» (300 euros), el detector de fatiga (40 euros), el asistente de mantenimiento de carril (390 euros), el de protección de los ocupantes ante accidente inminente (155 euros), la regulación dinámica del haz de luz (195 euros), el control de crucero adaptativo (690 euros) e incluso el «Driving Mode», que permite a golpe de tecla variar la respuesta del acelerador, dirección… Para la navegación ofrece dos sistemas: el «Amundsen», con pantalla táctil de 5,8” como la de la radio que equipa de serie, y la «Columbus» (1.855 euros), con pantalla de 8”, reproductor de DVD, memoria de 64 GB y control por voz.
De serie tiene un buen número de soluciones prácticas, que la marca denomina «Simply Clever», como el soporte para el Smartphone, un rascador de hielo tras la tapa del combustible, portatickets en la luna delantera, ganchos para redes, un receptáculo para el chaleco reflectante y un sinfín de gavetas, cajones o superficies en las que dejar todo tipo de objetos.
Un buen negocio
Aunque sus 28.700 euros nos parezcan algo elevado, lo cierto es que guarda una buena relación precio/producto. El 1.6 TDI permitirá rebajar la factura final aproximadamente unos 1.910 euros —todavía no hay precios definidos— pero seguro que no alcanza el equilibrio de este 2.0 TDI de 150 CV. El descuento de la promoción actual, es de 1.950 euros —ya contemplados en la cifra de arriba—, a los que se pueden restar otros 1.871 si se decide financiar parte del importe con «Skoda Finance», lo que lo hace aún más competitivo. Pero si dejamos a un lado el plano estético, que casi siempre es el decisivo, no aporta mucho más que un Octavia Combi 4x4 1.640 euros menos costoso; que fundamentalmente se justifican en los diferentes paragolpes, pasos de rueda, espejos en color aluminio y en un importante protector para los bajos al margen de otros detalles de equipamiento.
Y es que este Scout no deja de ser un gran coche, con un envoltorio más bonito y última tecnología, que se puede completar con una variada lista de opciones, aunque con ello se aleje del precio ideal. Una imagen y exclusividad que llevan a pagar algo más, pero que tampoco repercuten en una pérdida de dinamismo o prestaciones reseñable, constituyéndose así en un capricho razonable.