Prueba: Porsche Macan S, depredador

Aun creyendo que solo la plena deportividad deba ser la razón de la existencia de todo Porsche, el nuevo Macan no solo te convencerá de lo deportivo que puede ser un SUV, también por confort, agrado y funcionalidad te resultará otro tipo de Porsche excepcional.

Lorenzo Alcocer. Fotos: Mikael Helsing

Prueba: Porsche Macan S, depredador
Prueba: Porsche Macan S, depredador

Seguramente, el Macan haya sido de los coches que más se ha hablado estos últimos años, bien por ser un inédito Porsche, como por lo que representaría para la marca bajar un peldaño y posi­cionarse en un segmento más popular de lo que acostumbraba y además de nuevo con otro SUV. Habrá todo tipo de opiniones al respecto, pero ya se dieron pasos "contra natu­ra" con aquel primer SUV, el Cayenne, y aque­lla primera mecánica Diesel dispuesta sobre el propio Cayenne y posteriormente sobre la berli­na deportiva Panamera. Y ahora, asimilados esos momentos, creo que hay muchos nuevos afortu­nados y orgullosos propietarios de Porsches encantados con que todo aquello sucediera.

 

El impacto de ahora también tiene su aquél, porque si dudabas entre un Audi Q5, BMW X3 o Mercedes GLK de los que abundan por nues­tras calles, eso sí, de los de arriba de la gama y entonces ya no son tantos, Porsche te tienta con un producto soberbio, con un halo especial y una factura que si bien es superior, parece ra­zonable para la franja en la que se mueven las versiones más o menos equivalentes.

 Porsche Macan S

Decir que el Macan es un Porsche puede parecer una obviedad, pero tiene mucho mensaje. Recuerda que el Macan se aprovecha de las sinergias del Grupo Volkswagen y en concreto el Audi Q5 ha servido de punto de partida... quien lo diría. Particularmente, creo que todos los valores in­negociables de la marca están presentes y bri­llan como siempre.

 

Del diseño, opina tú, pero no me negarás que por fuera es un excelente ejer­cicio de cómo convertir el icono Porsche por ex­celencia, el 911, en un práctico SUV. Por den­tro, de inmediato respiras ambiente Panamera y Cayenne, por ese robusto salpicadero y espe­cialmente por la masiva consola central que ca­racteriza a los Porsches "familiares". Quizás por esas referencias, extrañas los guarnecidos de las puertas o algún plástico inferior del habi­táculo y no por cuestionable calidad, sino por­que estoy acostumbrado a que los habitáculos de los Porsches que pasan por nuestras manos estén íntegramente forrados en piel natural.

 

Antes de entrar en materia más profunda, quiero resumirte que el espacio inte­rior es bueno en todas las direcciones. El precio­so puesto de conducción tiene tanto de escru­puloso deportivo, como de comodísima berlina. Y sin entrar a valorarlo "milímetro arriba, milí­metro abajo", en general es un generoso 4/5 pla­zas con su maletero correspondiente. Detrás, la plaza central está condicionada por el túnel de la transmisión y la forma de la banqueta, pero vamos como todos los rivales. Si hasta aquí te crees que los estándares que se ha impues­to Porsche son propios de la marca, el análisis mecánico y en consecuencia su propio rodar te confirman la extraordinaria calidad y la catego­ría superior de todo el conjunto.

 Porsche Macan S

Ya en marcha, no me imagina­ría que lo primero que me llamaría la atención de un Porsche sería su excepcional suavidad de rodadura. El Macan es el primer SUV de esta categoría que puede montar suspensión neumá­tica y, solo por esto, ya está en otra dimensión. Ruedo también con inmensas llantas opciona­les de 20 pulgadas y reducido perfil de neumá­tico, pero me resulta sorprendente la filtración que hace de la carretera, hasta el punto que ase­guraría que es el mejor Porsche en este senti­do. Creo que los más de 200 kilos que pesa de menos que un Cayenne equivalente son deter­minantes para poder disponer de tarados más suaves sin comprometer otras cuestiones. Pero es todo el conjunto lo que te lleva a percibir un rodar exquisitamente refinado.

 

Este Macan S cuenta con un motor 3.0 V6 Turbo de 340 CV del que también lo primero que te llama la atención es su enorme suavidad y progresividad de giro. Entiendo a dos compa­ñeros que me dicen que en un primer momen­to el Macan S les ha dejado fríos. Fríos porque, por naturaleza, relacionas Porsche con fuertes sensaciones y temperamento deportivo. Pero inicialmente, el Macan es una formidable ber­lina de lujo y no te exagero si te digo que no me atrevo a decirte una berlina que lo haga sustan­cialmente mejor, rodando, bacheando, avanzan­do.

 

La sincronía entre la suspensión, dirección, motor y cambio es fabulosa siguiendo ese mis­mo guión, un guión que puedes cambiar a toque de tecla. Con la suspensión neumática trabajan amortiguadores variables y con la tecla Sport que modifica las leyes de la dirección, cambio y acelerador, puedes variar el tarado de los amor­tiguadores. Las combinaciones son muchísimas, porque también puedes modificar solo la amorti­guación (3 leyes) y redu­cir 10 milímetros la al­tura de la carrocería (y subir 40 en el modo off-road). Si te decides por lo más deportivo, entonces el panorama cambia radi­calmente y despiertas al Porsche que lleva dentro.

 Porsche Macan S

El Cayenne es un exce­lente ejemplo de cómo Porsche enmascara ki­los y centímetros como nadie. Hacerlo con me­nos tara y talla tiene que ser menos complica­do y el resultado abruma. Entre curvas, el ritmo que te puedes imponer con el Macan es increí­ble. Vuelve a sorprender que, aun sintiéndo­lo claramente más firme de compresión y rete­nido de extensión, el Macan tiene un punto de suavidad en sus reacciones que creo no tiene un Cayenne. Gira muy plano, con un tren delante­ro rápido y equilibrado en el apoyo y desde ese mismo momento, ya puedes acelerar a fondo sin compasión.

 

La tracción integral es la propia de Porsche, con un embrague multidisco central que reparte el par entre ejes según las necesida­des del momento y que puedes ver en un gráfico. Las ayudas electrónicas también favorecen el giro de cada rueda individualmente. El Macan tracciona de maravilla, no parece fácil romper la motricidad y en consecuencia es neutro de reac­ciones, fiel a tus órdenes de volante. Tiene tam­bién su punto de "propulsión", no por acelerador, salvo que optes por el diferencial trasero activo, pero el chasis también redondea la curva apro­vechando las transferencias de masas.

 

El motor también tiene su doble cara e igual­mente sin perder aquella suavidad y progresi­vidad, su empuje te lleva a conseguir acele­raciones impresionantes, que no siempre tus sensaciones te lo transmiten. El 3.0 V6 Turbo está trabajado profundamente por Porsche: cár­ter seco y distribución VarioCam Plus son, en­tre otras cosas, aportaciones propias sobre el bloque de Audi. Como la caja de cambios de do­ble embrague PDK, de exquisita suavidad en las transiciones normales, como diabólica rapidez con las leyes más deportivas. Vale que Porsche ha bajado un peldaño, pero también ha subido todos los estándares del segmento.