Le hacía falta algo así a la marca británica, un modelo por debajo del XK, de carácter más joven, pero con todo lo que debe tener un auténtico Gran Turismo. Las proporcionadas líneas de su carrocería son sin duda su mejor arma, ya que resulta casi imposible no girar la cabeza a su paso para poder admirar su parte trasera, también porque el sonido del doble escape central, al estilo del mítico Jaguar E-Type, no pasa desapercibido. Esta versión cuenta con un dispositivo de escape activo que bajo aceleraciones fuertes abre unos conductos adicionales más directos, por los que sale el sonido del V6 sobrealimentado por compresor prácticamente sin atenuar. Si además pulsas el botón opcional del escape deportivo, dichos conductos permanecen abiertos todo el tiempo y cualquier atisbo de discreción desaparece al circular por encima de 2.000 vueltas. Petardeos, explosiones y un grave bramido acompañarán cada reducción y aceleración a poco que nos animemos con el pie derecho, incluso al pasar a una velocidad superior sin levantar gas, ya que el cambio automático ZF de 8 relaciones resulta muy inmediato en dicha operación. Todo un espectáculo al que es muy difícil resistirse, y que supone uno de los mayores alicientes de este modelo desde el momento en que pulsas el botón de arranque. De hecho, el modo "normal" del sistema de escape acaba siendo anecdótico —al igual que la radio—, salvo que en viajes largos quieras descansar un poco los oídos. También cuenta con un resonador acústico que permite escuchar mejor el sonido de admisión dentro del habitáculo, cuya entonación cambia según el ángulo del pedal del acelerador.
El placer sonoro es aún mayor a cielo descubierto, pues la capota logra insonorizar el interior del F-Type igual de bien que un techo rígido, de manera que al plegarla se escucha con más fidelidad el motor y todas las notas que salen por el escape. Para ello basta mantener pulsado un botón por debajo de 50 km/h y en poquísimos segundos queda recogida en su compartimento, sin restar espacio al discreto maletero. Sin embargo, si te dejas llevar por la melodía mecánica estirando cada marcha, dosificando generosamente el acelerador y apurando las reducciones para escuchar el golpe de gas que da el cambio... acabarás circulando muy por encima de nuestras velocidades legales, y además en dicha situación el viento puede resultar algo molesto. Superados 140 km/h empieza a notarse alguna turbulencia, incluso con el deflector aerodinámico instalado, por lo que para aprovechar los 380 CV más allá de ritmos "de paseo" y sin despeinarse es mejor hacer uso del techo.
Otro aspecto aún más importante que el diseño y el sonido es que la puesta a punto del F-Type ofrece un alto agrado de uso sea cual sea el tipo de conducción. Por un lado, el tacto de mandos y pedales, la respuesta del motor y de la rápida dirección, así como el accionamiento de la palanca del cambio al usarlo en modo secuencial, todo tiene la dureza y precisión adecuadas, y hace que en su conjunto el coche se sienta como una pieza homogénea. Por otra parte, la suspensión está bien adaptada al nivel de potencia y al tipo de automóvil con que nos encontramos. No resulta incómoda, pero está más enfocada a la deportividad que al confort. El coche cuenta con buena calidad de bacheo, no se escucha ni un crujido al superar badenes y ofrece la firmeza necesaria independientemente del modo de funcionamiento de los amortiguadores pilotados. Junto al cambio está la cómoda palanca que permite seleccionar los modos de uso normal, "Dynamic" e invierno, que afectan a dirección, respuesta del acelerador, transmisión, suspensión, ESP y sonido del motor. A través de la pantalla táctil se pueden configurar por separado algunos de estos parámetros para el programa "Dynamic".
El comportamiento es muy equilibrado, típico de los automóviles de propulsión con motor en posición delantera, pero no deja de tener personalidad propia y cierto genio. Eso sí, hay que entenderlo como un descapotable muy rápido que no está orientado a un uso deportivo radical, pues muy al límite sacrifica algo de eficacia pura y precisión a cambio de una buena dosis de diversión al volante relativamente asequible. Quizá el peso, no demasiado contenido (1.736 kg medidos en nuestra báscula) pese al profuso uso del aluminio, ha jugado en su contra, aunque no da la sensación de ello en ningún momento, sino todo lo contrario.
La dirección es muy directa y, aunque no informa en exceso, da confianza y logra que el tren delantero se inscriba con mucha inmediatez y en las curvas, consiguiendo trazadas de tiralíneas. En cualquier caso, no hay que olvidar que bajo el pie derecho hay mucha potencia disponible desde pocas vueltas, que se transmite a las ruedas traseras a través de un cambio de 8 marchas y, por lo tanto, de relaciones bastante cerradas que pueden colaborar a la hora de poner en apuros la buena capacidad de tracción del modelo. De hecho, sin ser un coche que cierre el giro excesivamente al levantar el acelerador bruscamente, sí que cuenta con una trasera participativa que se insinúa al dar gas a la salida de las curvas, o al provocarlo con un golpe de dirección a la entrada, e incluso al pasar de 2ª a 3ª en pleno apoyo próximos a la zona roja del cuentavueltas. Siempre con nobles maneras, que no aburridas. En cambio, si entras "colado" en una curva sin levantar gas, el tren delantero es el primero en ceder. En definitiva, hace lo que tiene que hacer un automóvil pensado para disfrutar de la conducción, sin llegar a ser estresante.
Ni siquiera al conducirlo en ciudad o con tráfico presenta los habituales inconvenientes de un deportivo, en parte gracias a sus contenidas dimensiones y en parte por el refinamiento mecánico y confort que proporciona su cambio automático. Únicamente la visibilidad hacia los laterales delanteros —y en menor medida los traseros cuando está la capota puesta— resulta algo limitada por la anchura del pilar A y la posición de los retrovisores exteriores, pero no excesivamente, además resulta más que comprensible en un modelo de sus características.
En cuanto a la dotación de equipamiento, de manera opcional puede contar con muchos elementos que mejoran la vida a bordo y su utilización habitual, como llave inteligente, control de ángulo ciego, cámara trasera y sensores de aparcamiento. Y sobre todo, muchas posibilidades de personalización que pueden resultar una auténtica tentación. Eso sí, dispositivos como la monitorización de presión de los neumáticos o las luces automáticas direccionales deberían ser de serie. Otros, como los asientos deportivos repletos de reglajes que incorporaba nuestra unidad, o el salpicadero revestido en piel, son lujosos caprichos menos necesarios pero que añaden un plus de "glamour" (y sobrecoste) a un coche que se lo merece todo y que si llega a tus manos acabarás mimando, porque enamora a los pocos kilómetros de usarlo.