Poco a poco van comiendo terreno a los compactos, acercándose a ellos por tecnología y prestaciones. También consumen menos, y su precio de partida es más competitivo, por lo que son una opción más que válida si no te hace falta el espacio y el maletero de sus hermanos mayores. De los dos modelos de esta comparativa cabe destacar la altísima eficiencia de sus motores Diesel, capaces de homologar unas emisiones de CO2 de 95 y 99 g/km, respectivamente, es decir, 3,6 y 3,8 l/100 km en ciclo combinado. En la vida real se mueven en torno a los 5 litros, pero sin renunciar a un solvente dinamismo.
Por lo demás, ofrecen un planteamiento casi opuesto, aunque con resultado igualmente satisfactorio en ambos casos. Si el Peugeot 208 está demostrando ser uno de los polivalentes más completos, el Toyota Yaris, que acaba de recibir una puesta al día, viene con fuerzas para enfrentarse a lo que haga falta. Una de las diferencias principales es el tacto que ofrecen sus mecánicas. El Yaris mantiene el refinamiento del Auris con idéntico propulsor D-4D, así como un preciso accionamiento del cambio, sin embargo el Peugeot 208 no consigue aquí la misma suavidad que brinda el 308. Además de que puede ser algo brusco al acelerar y dejar de acelerar, se muestra algo áspero y se notan más vibraciones en volante y pedales, a lo que hay que sumar un menor aislamiento acústico del motor, cuyo sonido no acaba de resultar agradable. Por otra parte, la palanca de cambios cuenta con excesivo recorrido longitudinal y tacto menos preciso, algo que no concuerda con la deportividad que transmiten su pequeño volante y la rápida dirección, ni con la brillante puesta a punto del bastidor.
Asimilada esta falta de refinamiento del Peugeot 208, hasta cierto punto comprensible en un coche de su tamaño, sorprende positivamente el amplísimo rango de utilización de su motor, ya que su fuerza está disponible desde poquísimas vueltas, muy poco por encima del régimen de ralentí. Su respuesta a las órdenes del acelerador es inmediata y con la contundencia necesaria para mover marchas largas sin rechistar, si bien el escalonamiento del cambio, que es de 5 velocidades, hace que el salto entre las dos últimas relaciones sea muy marcado.
El motor del Toyota, por su parte, cuenta con una zona baja menos contundente, algo que siempre ha caracterizado a este 1.4 D-4D en sus pasadas generaciones. No obstante, en el Yaris actual han mejorado bastante las cosas gracias al turbo de geometría variable y, sin ser tan contundente como su rival a pocas vueltas, también resulta utilizable. Eso sí, para disponer de toda su fuerza hay que esperar hasta 2.100 rpm, que es cuando aparece una "patada" del turbo nada desdeñable. Es quizá esta forma de entregar la potencia la que facilita conseguir unos consumos incluso más bajos que los del Peugeot 208 sin necesidad de demasiada implicación por nuestra parte, simplemente no superando las citadas 2.100 rpm. El Centro Técnico de Autopista ha logrado 5,3 l/100 km en ciudad, frente a 5,9 del Peugeot, y eso que este último cuenta con un sistema Stop/Start que supone todo un lujo —y más en su segmento—, pues detiene el motor cuando la velocidad desciende de 23 km/h e insertamos punto muerto, lo que nos permite "jugar" casi como si fuera un híbrido en determinadas circunstancias. Tanto la parada como el arranque se producen de manera instantánea (incluso ante cambios de idea en el último momento) y con total ausencia de vibraciones, de modo que no llega a plantearnos ninguna duda ni a generarnos un ápice de estrés, a diferencia de lo que ocurre con otros competidores en los que, ya sea por lentitud o por merma de confort, en más de una ocasión se nos pasa por la cabeza desconectar el sistema.
Las diferencias en cuanto a la eficacia de sus bastidores no son decisivas, lo que dice mucho a favor del Toyota teniendo en cuenta que el 208 es probablemente la referencia del segmento en estos momentos. Los dos cuentan con mucho aplomo y dan confianza a la hora de abordar tramos virados a buen ritmo, así como viajes por autopista. Aparte de ser estables y proporcionar reacciones nobles, mantienen el tipo frente a situaciones exigentes como cambios de dirección repentinos, una curva que se cierra, o ese tramo de montaña que te pilla casi de paso..., ya que en ambos encontramos un reactivo eje trasero capaz de redondear los giros en caso necesario, aportando un extra de agilidad que además hace que a sus mandos no te aburras, siempre bajo la tutela de programas electrónicos de estabilidad muy bien tarados para no perder facilidad de conducción. Sólo en el Toyota se puede desconectar completamente este dispositivo —en el 208 se reactiva superados los 50 km/h—, aunque para ello hay que dejar pulsada la correspondiente tecla durante un rato y con el coche parado. Ninguno defrauda, sin embargo, si hay que dar un veredicto a favor de uno u otro, el Peugeot se beneficia de unos asientos más envolventes y una monta de neumáticos más deportiva que mejora la frenada y la precisión al límite, aunque a costa de perder un poco de confort. Por otra parte, el ABS del Toyota es más sensible a las imperfecciones del asfalto y entra en funcionamiento antes, haciendo más difícil dosificar la frenada.
Otro punto a tener en cuenta, aunque esto ya es cuestión de gustos, es el atractivo diseño del interior del Peugeot 208. Con formas más trabajadas y una acertada combinación de materiales que incluye lacados en negro piano, terminaciones metálicas e incluso asientos de cuero (opcionales), es más moderno y personal que el Toyota Yaris, aunque éste cuenta con asideros de techo en todas las plazas y el Peugeot, no. Respecto a la postura de conducción, el Peugeot 208 requiere cierto cambio de mentalidad y llevar el volante muy abajo, pero te acostumbras. Lástima que en ninguno de los dos la regulación del respaldo sea precisa, pues es por palanca y las posiciones prefijadas están muy separadas entre sí. La elección, y más si tenemos en cuenta el precio del Toyota Yaris, no es nada fácil.