Opel Astra 2.0 CDTi vs Volkswagen Golf 2.0 GTD

La eterna rivalidad de estos dos modelos ha llegado hasta nuevos límites con la llegada del nuevo Astra. Son, dentro de los Diesel, los actuales reyes del comportamiento, pero ya no pelean por el mismo trono sino que se especializan en un tipo de público muy distinto.

Opel Astra 2.0 CDTi vs Volkswagen Golf 2.0 GTD
Opel Astra 2.0 CDTi vs Volkswagen Golf 2.0 GTD

Desde hace varias generaciones el Opel Astra ha tratado de ser el "anti Golf", un rol que ha logrado desempeñar con más o menos éxito... hasta ahora. Con la última edición parece que no se ha conformado con seguir los pasos del modelo de Volkswagen y ha ido más allá. Más allá en tamaño, en equipamiento y en comportamiento, tanto que, al conducirlo, el Opel Astra da más sensación de berlina "miniaturizada" que de compacto. No sólo por unas dimensiones externas bastante generosas —es 22 cm más largo que el Golf—, sino también por el confort que ofrecen sus suspensiones y por una pisada cuyo aplomo se deja notar incluso en ciudad. Quizá su elevado peso tenga algo que ver en esto aunque, como contrapartida, es una desventaja de cara al consumo y a las prestaciones.

Frente a la funcionalidad pura y dura que siempre ha identificado al VW Golf —no tanto en esta exclusiva versión GTD—, el Opel Astra aporta una buena dosis de innovación por medio de avanzados elementos de equipamiento. Reconocimiento de señales de tráfico, suspensión activa —el VW Golf también la puede llevar—, freno de mano eléctrico, aviso de salida de carril, tecla Sport configurable, etc., son opciones que pueden conferir valor añadido para ciertos usuarios.

El sobrio diseño del VW Golf se refleja también en el interior. Cuenta con un habitáculo más sencillo, con menos botones en la consola, de modo que el manejo de todos sus sistemas difícilmente nos distraerá de la conducción. Precisamente ésta es la tarea para la que ha sido concebido este GTD: disfrutar de la carretera. El principal atractivo del Golf frente al Astra, además de un planteamiento más deportivo, es un tacto general más agradable. Se siente más robusto y consistente, no sólo por el logrado tacto de dirección y mandos, sino también por una impecable calidad de ajustes que se puede apreciar a simple vista y que en el Opel Astra aún está por pulir. Por si esto fuera poco, ni siquiera al pasar sobre baches se escucha el más mínimo crujido y, aunque el recién llegado le supere levemente en comportamiento, el VW Golf se puede seguir considerando una excelente referencia.

El Volkswagen Golf siempre ha conjugado a la perfección la eficacia con el confort y en esta versión, a pesar de sus altas prestaciones, no iba a ser menos. Cuenta con un chasis de lo más equilibrado y previsible, garante de facilidad de conducción y dinamismo, pero sin pecar de suspensiones secas. Pese a un tacto encomiable, su dirección no informa tanto como quisiéramos sobre lo que ocurre bajo las ruedas, pero esto no supone mayor problema cuando el bastidor da tanta confianza. En recta a alta velocidad el coche ni se mueve y, en zonas de curvas, permite rápidos cambios de apoyo sin inmutarse. Sin embargo, tanto par sobre las ruedas delanteras hace que, cuando el suelo está húmedo, perdamos tracción a la salida de giros cerrados si aceleramos a fondo, aunque el "autoblocante electrónico" XDS evita en gran medida que el tren delantero se desmande, pero sin pararnos en exceso. Sólo una pega, y es que las distancias de frenado no han sido muy brillantes, justo al contrario que en el Opel Astra.

Muy difícil lo tenía Opel para batir al VW Golf en comportamiento, y ya no digamos al GTD. Este Opel Astra, sin pretender ser deportivo, ha demostrado unas cualidades de bastidor sorprendentes. Va muy asentado y se inscribe en las curvas con precisión, con un límite de agarre aún mayor que su rival y que permite un paso rapidísimo. Está por encima de lo que podríamos exigirle, incluso en conducción deportiva. Aun así, brinda un intachable confort de bacheo, algo en lo que seguramente tenga que ver la suspensión opcional de dureza variable de nuestra unidad. La dirección es muy directa, con un tacto muy conseguido, pero que deja adivinar su asistencia eléctrica, sobre todo en maniobras de aparcamiento —al girar el volante demasiado rápido se colapsa ligeramente—. Está muy asistida y nos da la falsa sensación de estar conduciendo un coche mucho más ligero, algo que nos desmiente la báscula, pero no el soberbio comportamiento.

Cambios automáticos frente a frente

Desde hace varias generaciones el Opel Astra ha tratado de ser el "anti Golf", un rol que ha logrado desempeñar con más o menos éxito... hasta ahora. Con la última edición parece que no se ha conformado con seguir los pasos del modelo de Volkswagen y ha ido más allá. Más allá en tamaño, en equipamiento y en comportamiento, tanto que, al conducirlo, el Opel Astra da más sensación de berlina "miniaturizada" que de compacto. No sólo por unas dimensiones externas bastante generosas —es 22 cm más largo que el Golf—, sino también por el confort que ofrecen sus suspensiones y por una pisada cuyo aplomo se deja notar incluso en ciudad. Quizá su elevado peso tenga algo que ver en esto aunque, como contrapartida, es una desventaja de cara al consumo y a las prestaciones.

Frente a la funcionalidad pura y dura que siempre ha identificado al VW Golf —no tanto en esta exclusiva versión GTD—, el Opel Astra aporta una buena dosis de innovación por medio de avanzados elementos de equipamiento. Reconocimiento de señales de tráfico, suspensión activa —el VW Golf también la puede llevar—, freno de mano eléctrico, aviso de salida de carril, tecla Sport configurable, etc., son opciones que pueden conferir valor añadido para ciertos usuarios.

El sobrio diseño del VW Golf se refleja también en el interior. Cuenta con un habitáculo más sencillo, con menos botones en la consola, de modo que el manejo de todos sus sistemas difícilmente nos distraerá de la conducción. Precisamente ésta es la tarea para la que ha sido concebido este GTD: disfrutar de la carretera. El principal atractivo del Golf frente al Astra, además de un planteamiento más deportivo, es un tacto general más agradable. Se siente más robusto y consistente, no sólo por el logrado tacto de dirección y mandos, sino también por una impecable calidad de ajustes que se puede apreciar a simple vista y que en el Opel Astra aún está por pulir. Por si esto fuera poco, ni siquiera al pasar sobre baches se escucha el más mínimo crujido y, aunque el recién llegado le supere levemente en comportamiento, el VW Golf se puede seguir considerando una excelente referencia.

El Volkswagen Golf siempre ha conjugado a la perfección la eficacia con el confort y en esta versión, a pesar de sus altas prestaciones, no iba a ser menos. Cuenta con un chasis de lo más equilibrado y previsible, garante de facilidad de conducción y dinamismo, pero sin pecar de suspensiones secas. Pese a un tacto encomiable, su dirección no informa tanto como quisiéramos sobre lo que ocurre bajo las ruedas, pero esto no supone mayor problema cuando el bastidor da tanta confianza. En recta a alta velocidad el coche ni se mueve y, en zonas de curvas, permite rápidos cambios de apoyo sin inmutarse. Sin embargo, tanto par sobre las ruedas delanteras hace que, cuando el suelo está húmedo, perdamos tracción a la salida de giros cerrados si aceleramos a fondo, aunque el "autoblocante electrónico" XDS evita en gran medida que el tren delantero se desmande, pero sin pararnos en exceso. Sólo una pega, y es que las distancias de frenado no han sido muy brillantes, justo al contrario que en el Opel Astra.

Muy difícil lo tenía Opel para batir al VW Golf en comportamiento, y ya no digamos al GTD. Este Opel Astra, sin pretender ser deportivo, ha demostrado unas cualidades de bastidor sorprendentes. Va muy asentado y se inscribe en las curvas con precisión, con un límite de agarre aún mayor que su rival y que permite un paso rapidísimo. Está por encima de lo que podríamos exigirle, incluso en conducción deportiva. Aun así, brinda un intachable confort de bacheo, algo en lo que seguramente tenga que ver la suspensión opcional de dureza variable de nuestra unidad. La dirección es muy directa, con un tacto muy conseguido, pero que deja adivinar su asistencia eléctrica, sobre todo en maniobras de aparcamiento —al girar el volante demasiado rápido se colapsa ligeramente—. Está muy asistida y nos da la falsa sensación de estar conduciendo un coche mucho más ligero, algo que nos desmiente la báscula, pero no el soberbio comportamiento.

Cambios automáticos frente a frente