smart Cdi

A las indudables cualidades del Smart para moverse por la ciudad se suma ahora el mínimo consumo que proporciona la versión CDi, equipada con el motor de inyección Diesel directa más pequeño del mundo

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Por sonoridad no hay grandes diferencias una vez en marcha (sí al arrancar en frío) pero en cambio, cuando salimos con el CDi desde parado, se notan unas vibraciones que no aparecen en el modelo de gasolina. Para homologar un consumo bajo, el Smart CDi incorpora ruedas delanteras de 135 mm de sección frente a las de 145 del Pulse de 55 CV. Atrás son, en cualquiera de los casos, de 175. Esto provoca que en curva cerrada el subviraje (irse de frente) sea claramente más acusado, pero es una reacción a la que el conductor del Smart deberá acostumbrarse desde los primeros momentos y que en ningún momento llega a ser preocupante; con levantar levemente el pie del acelerador vuelve la cosa a su sitio. En caso de seguir acelerando tampoco habría mayor problema ya que el control de estabilidad Trust Plus se encarga de controlar cualquier amago de sobreviraje dejando el coche casi parado si es necesario. Recordemos que para toda la gama se modificó la elasticidad de las suspensiones, con un mayor recorrido en ambos trenes y montando una barra estabilizadora de mayor grosor en el tren delantero. Respecto a los primeros Smart que probamos, se aprecia un confort ligeramente superior, pero aún sigue siendo incómodo. Por zonas de buen firme no hay grandes problemas, pero cualquier bache repercute en nuestra espalda de forma más notable que en deportivos con suspensiones tipo «tabla». Estas variaciones también han favorecido la estabilidad durante la frenada (también se incorporó un repartidor electrónico), y ya no se produce el incómodo zigzagueo de las anteriores versiones cuando frenamos a fondo. El ABS trabaja bien y no da muestras de su trabajo a no ser que frenemos muy fuerte en zonas de baja adherencia. Cumplen bien su cometido por potencia, pero el tacto del pedal podría mejorar y tiene una posición un tanto incómoda. El motor es una joya tecnológica. Lo que sí es mejorable es la gestión electrónica del cambio, verdadero punto flaco de los Smart. No es una caja automática (no hay convertidor de par) sino una convencional con embrague robotizado en la que un sistema hidráulico hace las funciones de embragar y desembragar por nosotros de manera automática. Se puede manejar de forma secuencial moviendo la palanca hacia arriba o hacia abajo, o en modo totalmente automático pulsando un botón ubicado en la misma palanca. En este último modo, el lapso de tiempo que transcurre entre el paso de una marcha a otra es tan elevado que nos quedamos literalmente «clavados». La cosa mejora algo si lo manejamos de manera secuencial, pero la lentitud sigue siendo evidente en cada cambio de marcha: hay que acompañar mucho levantando el pie del acelerador y «simulando» como si hiciésemos el cambio de forma manual. Y como el motor sube bien de vueltas y las marchas se acaban muy pronto, nos encontramos manejando continuamente la palanca. Un indicador en la consola nos apunta el momento del cambio hacia una relación superior o nos aconseja reducir. En caso de detenernos sin quitar ninguna marcha se engrana automáticamente la primera relación. Los desarrollos son innecesariamente largos para un vehículo limitado a 135 km/h. Uno de los principales atractivos del Smart está en su interior, perfectamente rematado. El espacio disponible para los dos pasajeros no plantea problema alguno ni por anchura ni por altura. El único defecto es la ubicación de la palanca de cambios, y no por manejo, sino porque a veces la desplazamos con la pierna derecha dejando el coche en punto muerto. Los asientos son cómodos, pero demasiado duros pese al nuevo mullido. La postura del volante es buena pero faltan huecos para dejar objetos. Todo el salpicadero está revestido en tela y la sensación es de gran calidad y buen ajuste. El equipo de serie incluye control de tracción, ABS, aire acondicionado y elevalunas eléctricos. No hay ni cenicero, ni mechero (sí toma de corriente), pero el «kit de fumador» se puede montar sin sobreprecio. Existen opciones de lo más variopinto para personalizar el interior y la carrocería. El maletero tiene una capacidad acorde con el tamaño exterior. Ahora se puede abrir desde el interior o pulsando dos veces el mando a distancia de la llave. No existe tirador en la luneta trasera así que resulta inevitable mancharnos las manos cuando la cerramos.