Rover 45 2.0 V6 24V 4P

Único en su categoría por su cambio automático y motor V6 de dos litros, el Rover 45 constituye una agradable sorpresa por su agrado de conducción y la relación precio-equipamiento.

Rover 45 2.0 V6 24V 4P
Rover 45 2.0 V6 24V 4P

Los 3.150.000 pesetas son un precio tope para el segmento de los compactos y muy moderado para el de las berlinas familiares (que a ese nivel de precio se venden con menos potencia y equipamiento). Además del cambio automático, se incluye en el Rover 45 el tapizado de piel. Y el resto del equipamiento -amén de la madera incrustada en el salpicadero y consola, como buen coche británico "de los de antes"- resulta más que generoso: triple airbag, aire acondicionado, ajustes de volante y de asientos y ABS. El cambio no es de variador continuo que se puede solicitar con el motor 1.8 de cuatro cilindros, sino uno convencional con convertidor hidráulico de par, que acaba penalizando bastante el consumo que llega a 14 l/100 km en ciudad. Jatco es el fabricante de esta transmisión y se la controla mediante la centralita que BMW utiliza en sus Steptronic. El control electrónico permite una flexibilidad de funcionamiento notable, incluyendo un programa para retener marchas cuando se descienden pendientes y aumentar el deslizamiento del convertidor para arranques sobre suelos deslizantes con un programa invernal. Dispone de tres modos de funcionamiento: automático normal, automático deportivo y secuencial. El deportivo se selecciona desplazando la palanca hacia la derecha, reduce marchas y retiene el cambio, aunque se quite el pedal del gas. En el secuencial, las marchas se seleccionan empujando la palanca hacia adelante (marcha superior) o hacia atrás (marcha inferior). Los desarrollos están bastante bien escalonados y, en general, se trata de un mecanismo bastante eficiente. Mantiene las marchas cortas más tiempo y reduce a mayor velocidad en el modo deportivo; por su parte, el modo secuencial, que se activa en marcha simplemente moviendo la palanca hacia adelante o atrás, permite un cambio rápido de desarrollos. Un detalle para mejorar es el acople de la marcha atrás, que es muy brusca. El motor se caracteriza por su funcionamiento suave y mecánicamente resulta idéntico al que se monta en el Rover 75, compartiendo con éste la cubierta de insonorización, que tanto influye positivamente en el carácter del modelo. Sólo cambian algunos detalles propios del montaje en el vano motor del 45, lo que obliga a cambiar la posición del dispositivo de arranque, que es más pequeño. El colector de admisión es de longitud variable, mediante válvulas de interconexión y cámaras de resonancia, de manera que se obtiene un buen par a 2.700 rpm y el valor máximo a 4.000 rpm, un régimen bajo teniendo en cuenta que el corte de inyección se encuentra a 7.000 rpm. Esta alta velocidad de giro es producto de la corta carrera de pistones, 66 mm, que suele ser bastante mayor en los motores de cuatro cilindros en línea, propios de esta categoría. A pesar del sistema de admisión, el motor se siente más cómodo a partir de las 4.000 rpm, pero, a cambio, es muy progresivo y silencioso. Resulta difícil comparar directamente las prestaciones de esta combinación motor-cambio-carrocería puesto que en su segmento, el de los compactos, solo el Bora se ofrece con cambio automático y motor 2.3. En todo caso, el Nissan Primera 2.0 con 140 CV y cambio Hypertronic, situado un escalón más arriba, puede ser una referencia: el Rover 45, que dispone de 10 CV más y casi el mismo par máximo, consigue acelerar de 0 a 100 en un segundo menos, pero pierde por muy poco en las recuperaciones. Se puede decir que las prestaciones se sitúan dentro de lo esperado para la potencia y el tipo de vehículo del que se trata, cifras por otra parte más que suficientes para conformar al perfil de clientes que gustará de este vehículo. En el capítulo de los frenos, el tacto y la mordiente se sienten un poco blandos y, si bien son bastante resistentes a la fatiga, sometidos a una conducción ágil la distancia de parada se alarga un poco, situándose en la parte alta de la banda usual en su categoría. En este apartado queda algo para mejorar a fin de que el vehículo sea totalmente homogéneo. Si el Rover 75 es una buena carta de presentación de lo que puede hacer la marca británica, el Rover 45 es una ratificación de la misma tendencia, aunque todavía se utilice un armazón de la época anterior. Las modificaciones han sido profundas y eficaces, ahora queda comprobar si la relación contenido-precio es bien interpretada por el mercado.